domingo, 19 de mayo de 2019

Carretera de plata de Stina Jackson

En la oscuridad la carretera, iluminada
por los faros del coche,
parece un hilo de plata.

Un cadáver significa que una persona ha muerto. Alguien que ya no está, alguien a quien llorar y añorar.

Una desaparición significa angustia, desesperación y rabia. Alguien que ya no está, alguien a quien llorar y añorar y también alguien a quien buscar y desear encontrar. Con vida.

Lina, la única y adolescente hija de Lelle y Annette desapareció hace tres años. Desde entonces ni una pista, ni una señal. Nadie la ha olvidado pero solo Lelle, un padre con el remordimiento de la culpa por no aguardar unos minutos aquel día y con el resentimiento hacia sí mismo por la impotencia de no poder encontrarla, la sigue buscando incansablemente.

Recorre carreteras, caminos, senderos. Se interna en bosques, desafía peligros y mientras más busca más se hunde en el propio abandono.

A la zona llegan Meja y su madre dispuestas a emprender, otra vez, una nueva vida. Cada nueva relación de su madre es una tarjeta de embarque con destino a una nueva vida. Y que haya habido muchas significa que el avión no despega nunca.

La trama va a ir desarrollando en paralelo y alternativamente la vida de Lelle y su prioridad y la de Meja y la suya; ambos buscan y ambos parecen condenados a vivir desraizados y solos.

Si lo importante de la vida no es como la vives sino con quien, la novela es un claro ejemplo de que todo el mundo necesita a alguien. De que la soledad es una enfermedad que solo se cura con compañía, pero no toda compañía es buena: hay la que en lugar de sanar puede exacerbar los síntomas.

Y lo que está claro es de que todos tienen algo que perder; lo importante es saber a que precio.

Stina Jackson
Carretera de plata es una road novel donde todos los personajes buscan algo. Es una novela negra escandinava pero podría perfectamente ser country noir de la América sureña y es que los paisajes, los personajes y las situaciones que en ella transcurren no son patrimonio de nadie y paradigma de todos. Y es que la maldad no tiene patria ni bandera.

Stina Jackson ensaya diversos modos de vivir la angustia e insta al lector a meterse en la piel del personaje que elija para así vivir la suya propia.

Angustiarse por motivos de peso es una manera de sanar las trivialidades de la vida cotidiana convertidas en montañas difíciles de escalar por un egocentrismo mal educado.


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