domingo, 17 de noviembre de 2019

Solo las bestias de Colin Niel

Solo las bestias. Sin distinción:
bestias animales y bestias humanas.
Évelyne Ducat, la joven esposa de un rico empresario desaparece en lo que parece uno de sus habituales paseos por la montaña. Su coche vacío ha sido encontrado y no hay rastro alguno de ella por lo que la policía inicia una investigación a ciegas que a medida que pasa el tiempo acentúa los peores presagios.

El pueblo, ganadero, en el macizo central del Causse francés, es pequeño y desconectado; el clima en invierno es destemplado y poco hospitalario y quienes aún viven en esas cuatro callejas se saben más unidos por el infortunio que por un deseo expreso. Las relaciones interpersonales son tan peculiares como caprichoso es el diseño de la naturaleza que alterna llanuras de pasto con afiladas rocas y profundas simas.

Y si algo se aprende de una comunidad cerrada es que las personas son las que se cierran en sí mismas convirtiéndose en habitantes austeros, desilusionados, ausentes y depresivos. Incomunicación, y por tanto incomprensión, marcan esas vidas.

Unas vidas acostumbradas a pasar largas horas a solas con el ganado; a hacer de éste algo más importante que la familia; a entender que todos somos bestias, solo que unas son animales y las otras son humanas.

Solo las bestias es una ambiciosa novela de personajes, una gran y trágica novela negra pero ante todo y sobre todo es una gran, gran novela de amor; de amores para ser más exacto. Ese motor que mueve el mundo, menos explosivo que el de gasolina y más longevo que el diésel. El amor rige los actos de todos los actores de este country noir, incluso los más malévolos.

Un planteamiento a cinco voces en la que cada cual aporta su visión de los hechos y su participación en los mismos (¿por qué no en primera persona cada uno?) que si bien acierta en evitar repeticiones directas no puede obviar reiteraciones continuas y eso no resulta adecuado para el ritmo que sufre los consabidos altibajos asociados a este particular tipo de narración.

Si sirve para conocer mejor cada personaje y como siente cada cual. Y ahí es donde el sentimiento de amor, por falta de, por necesidad de, por exceso de, por su forma de, se expande y adquiere un tono rojo que da vida que es el contrapunto perfecto al neutro blanco de la nieve y al negro de la maldad y de la muerte.

La lenta evolución de la trama se ve sacudida con unos giros que suponen descubrimientos que arrojan luz sobre acciones y motivos que recogen a lectores despistados como si fueran ovejas descarriadas.

Colin Niel, autor de Solo las bestias.
Colin Niel se instaló durante dos meses en un pueblo de la zona para captar la atmósfera humana y climatológica y poder transmitir mejor las emociones y las sensaciones de quienes la habitan y la percepción de los fenómenos atmosféricos y sus consecuencias en el estado anímico.

Tal inmersión se nota en la lectura; sobrepasa la que pueda aportar cualquier documentación exógena y supone añadir una verosimilitud cercana al documental, algo que también lo propicia el hecho de que al lector se le de todo hecho sin investigación policial.

Una vuelta de tuerca al country noir, cercano al true crime por la forma de ser narrado.

Eso si, una traducción más que mejorable ya que penaliza a lo largo de toda la lectura y en algunas ocasiones facilita directamente la incomprensión.

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