domingo, 24 de mayo de 2020

Los crímenes post mortem de Marcos Nieto Pallarés

Los crímenes post mortem es una
novela negra de la que se desearía
tuviera muchas más páginas.

En la vida la muerte es el final. Y un funeral es la expresión litúrgica de ese acto final. Solo hay que asegurarse que el cuerpo que reposa dentro del ataúd, aparte de ser el correcto, sea efectivamente un cadáver, cualquier otra posibilidad supone una situación anómala y macabra y si responde a un acto forzado, catalogable de asesinato en una acción tremendamente espeluznante: un crímen post mortem.

Y eso es lo que suponen los detectives McAlister y Tolley cuando respondiendo al aviso de un sepulturero descubren marcas de arañazos en la parte interior de la cubierta de un ataúd, lo que da pie a unas pesquisas que al estar narradas en primera persona cogen más fuerza y permiten sentir en la propia piel las vicisitudes por las que pasará el decidido Alder McAlister, protagonista principal.

Chicago, 1868, es el escenario central donde se desarrolla la trama que se amplía por la población de Pulaski incluso llega a Haití. Un recorrido por zona urbana, zona rural y zona pantanosa.

Y es que el argumento desarrolla espléndidamente la novela negra cuando pisa asfalto, el thriller histórico en una zona de anchos horizontes y campos de algodón en los estados del sur con arraigo presencial del Klu-Klux-Klan y el género fantástico cercano al terror, cuando se mueve en la humedad de selvas tropicales enraizadas en ciénagas sin más vida que una fauna voraz en el reino de la hechicería y el vudú.

Como novela corta que es le falta espacio para acabar de desarrollar un argumento que parte de una original idea, dentro de lo que suele ser habitual en el género de novela negra y en especial en el thriller al que más se asemeja, y que no acaba de poder culminar en su plenitud.

La falta de páginas impide desarrollar más ampliamente a los personajes de los detectives protagonistas Alder McAlister y Buster Tolley, algo que la trama demanda a gritos. Y alargar la investigación que motivo y razones hay e incluso recrearse en detalles de las zonas y en especial de la época para vestirla con más verosimilitud.

Marcos Nieto Pallarés
Aunque todo eso sería para nota y aún y así, y dejando aparte inexplicables alteraciones gramaticales y del empleo de un léxico, como modus operandi con fines criminalísticos, cuyo uso a finales del siglo XIX resulta cuando menos curioso, consigue atrapar por su intriga, su ritmo, sus recorridos geográficos y su capacidad de mantener el suspense.

Marcos Nieto Pallarés demuestra tener ideas claras al plantear y relatar historias, capacidad de despertar interés e incluso de sorprender en un final más que inesperado. Una lectura agradable y recomendable.

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