jueves, 16 de junio de 2016

Operació Judes de Jordi Solé

Este post se publica en bilingüe y al final de la versión en catalán se encuentra la versión en castellano.


En la guerra hi viu la por.
Operació Judes de Jordi Solé

Amb en Pol Vidal no hi ha avorriment possible. Al 1889 varem galopar amb ell i amb Buffalo Bill pels carrers de Barcelona embranzits pel vent de la justícia i el desig de l’amor; al 1915 varem confondre’ns amb les ombres de carrerons tot jugar-nos la vida en naus Industrials sentint la remor nocturna del port torbar-se per trets engegats per espies d’interessos enfrontats a la recerca d’un arma definitiva; y ara, al 1938, amb més anys al damunt dels que voldríem, ens retrobem en plena Guerra Civil i ens cau a les mans un afer calent capaç d’escaldar com aigua bullent.

La vida familiar d’en Pol Vidal s’ha vist sotragejada per les bombes que l’aviació italiana, aliada dels nacionals, no para de descarregar damunt la capital catalana. Està i es sent sol i només la beguda l’ajuda a passar les hores; gairebé no queda res d’aquell periodista agosarat capaç de ficar-se a la gola del llop sense pensar-hi.

Per sort on va haver-hi foc sol quedar brasa i quan rep, simultàniament, un encàrrec d’un altíssim representant del Govern català i la visita d’un antic i volgut amic el pessigolleig de tornar a l’activitat l’impulsa com un ninot amb molla i ja res el pot aturar.

Hi ha hagut l’encobriment d’un assassinat i en Pol Vidal s’ha entossudit en esbrinar-ho tot de cap a peus.

La situació a Barcelona no es millor ni aliena als fronts propers on es lluiten batalles ferotges i on la mort es companyia no desitjada. A ciutat el SIM persegueix quintacolumnistes i qualsevol activitat sospitosa es investigada amb escreix i la culpabilitat té números d’acabar en una cuneta o en una platja.

Leica IIIb amb objectiu de 35mm
La vida i la mort, la pau i la guerra, vistos per l’objectiu d’una càmera Leica que es l’arma que fa servir Robert Capa per explicar al mon aquest conflicte entre la República legalment constituïda i l’exèrcit colpista i que el desequilibri de forces en el territori i dels països aliats decanta cap a un final on no pinta gens be pels primers.

En Jordi Solé, l’autor, un cop més, agafa la Historia i l’explica com si fos un compte i la farceix de fets de ficció que enriqueixen el conjunt aconseguint explicar unes histories a ritme de thriller molt interessants plenes d’intriga y sensibilitat humana.

Tant el context històric on desenvolupa els seus arguments, els escenaris que fa servir, els protagonistes secundaris i fins i tot els objectes descrits els pren de la mateixa realitat i son el resultat d’una laboriosa tasca de documentació que fa que les seves trames siguin absolutament creïbles.

El ritme narratiu es del tot fluid i aconsegueix anar augmentant el suspens en una lectura totalment entregada i altament gratificant.

Les ressenyes en castellà de les dues novel·les anteriors amb en Pol Vidal com protagonista principal accessibles punxant damunt del títol:

1. Barcelona Far-west (en castellano El revólver de Buffalo Bill)


Versión en castellano



En la guerra habita el miedo.
Operació Judes de Jordi Solé

Acompañando a Pol Vidal es imposible aburrirse. En 1889 recorrimos con Buffalo Bill y al galope las calles de Barcelona impulsados por el viento de la justicia i el deseo del amor; en 1915 nos confundíamos con las sombras de callejuelas jugándonos la vida en naves industriales mientras la quietud nocturna del puerto se veía turbada por los disparos de espías con intereses enfrentados por la búsqueda de un arma definitiva; y ahora, en 1938, con más edad de lo que nos gustaría, nos reencontramos en plena Guerra Civil en un momento en que cae en nuestras manos un asunto tan caliente tan peligroso como bañarse en agua hirviendo.

La vida familiar de Pol Vidal se ha visto sacudida por las bombas que la aviación italiana, aliada de los nacionales, no para de lanzar encima de la capital catalana. Pol se encuentra y se siente solo y cuenta con la bebida como única compañía para pasar las horas; prácticamente no queda nada de aquel periodista entusiasta capaz de meterse en la boca del lobo sin titubear.

Por suerte el carbón que ha sido brasa tiene fácil volver a arder y cuando recibe, simultáneamente, una petición de un altísimo representante del Gobierno catalán y la visita de un antiguo y querido amigo siente de nuevo la necesidad de volver a la actividad y revive como muñeco impulsado por un resorte.

Se ha encubierto un asesinato y Pol Vidal va a involucrarse hasta descubrir que motivo hay detrás de tanto misterio.

La situación en Barcelona no es mejor a la de los cercanos frentes donde se libran feroces batallas y donde la muerte es compañera no deseada. En la ciudad, el SIM persigue quintacolumnistas y cualquier actividad sospechosa es investigada con tesón y los culpables tienen números de acabar en una cuneta o en una playa.

Leica IIIb con objetivo angular de 35 mm
La vida y la muerte, la paz y la guerra, vistas a través del objetivo de una cámara Leica que es el arma que emplea Robert Capa para explicar al mundo el conflicto entre la República legalmente constituida y el ejercito golpista y que el desequilibrio de fuerzas en el territorio de los países aliados anticipa un final que no pinta nada bien para los primeros.

Jordi Solé, el autor, una vez más, coge un retazo de nuestra Historia y lo explica como si fuera un cuento, con elementos de ficción que enriquecen el conjunto consiguiendo explicar unas historias a ritmo de thriller muy interesantes llenas de intriga y de sensibilidad humana.

Tanto el contexto histórico donde desarrolla sus argumentos, los escenarios que emplea, los personajes secundarios e inclusos los objetos que describe son tomados de la propia realidad y son el resultado de una laboriosa búsqueda de documentación que posibilita que sus tramas sean absolutamente creíbles.

Su escritura es de ritmo fluido y consigue ir aumentando el suspense en una lectura totalmente entregada y altamente gratificante.

Disponibles las reseñas en castellano de las dos novelas anteriores con Pol Vidal como protagonista principal, pinchando encima del título:

1. Barcelona Far-west (en castellano titulado El revólver de Buffalo Bill)

lunes, 13 de junio de 2016

Imborrable 4

Imborrable temporada 4
Contra todo pronóstico de incluso los más optimistas o los seguidores forofos, que los hay, la serie Imborrable (Unforgetable) culmina su cuarta temporada siendo un misterio que se mantenga a flote en ese océano revuelto de las parrillas televisivas donde las malas críticas y el bajo share de audiencia son como tiburones que devoran sin piedad quienes, caídos en desgracia, chapotean en aguas profundas sin esperanza de arribar a ninguna parte.

Si la tercera temporada ya sobraba, es incomprensible que haya una cuarta; lo es también que de nuevo renueven a casi todos los secundarios, como si fueran el problema, pero sigan manteniendo el talón de Aquiles que suponen tramas mal estructuradas y sin intriga, diálogos vacíos y pretendidos toques sexy del personaje de Carrie Wells, coquetea hasta con las farolas, que lastran la serie como un bloque de cemento en los pies de un nadador.

Su vestuario es repetitivo y hay hasta cierta desgana en sus poses, casi siempre con las manos en los bolsillos, como si nada fuera con ella.

Poppy Montgomery interpreta
a Carrie Wells
Carrie Wells sigue enclaustrada en ese papel con más semejanza a una jovencita de instituto con hormonas revolucionadas que a una profesional del cuerpo de policía. Al Burns, su jefe, se comporta más como un padre que como el eterno enamorado resignado que en el fondo es y la química entre ambos, forzada con calzador, ni es creíble ni despierta pasiones. La serie no acaba de ser sólida por ningún lado. Y por si fuera poco se nos ha ido la forense que era lo mejor del elenco.

Una serie donde hay ahora más presencia de armas y disparos y sangre; han pretendido darle un toque más hard y solo consiguen ridiculizarla aún más. Las poses con pistola en ristre son de foto para ilustrar carpetas o paredes de habitaciones.

Es una lástima ver el hundimiento de un buen punto de partida, tener una detective hiperamnésica traumatizada por el asesinato de su hermana fue bueno en su inicio pero la trama principal se cerró demasiado pronto y mal y desde entonces no ha sabido encontrar una línea evolutiva digna de interés y han apostado fuerte por los protagonistas. Y estos sin un buen guión no pueden hacer nada; y si lo tuvieran, habría que verlo.

Sería de agradecer darle final y digna sepultura y evitarle mayor sufrimiento. Pero el modo como acaba no deja lugar a dudas: intentarán que haya quinta (ni en el final de temporada han podido ser novedosos y han acabado recurriendo a un final tan socorrido y tópico que sería motivo de suspenso en un examen de aspirantes a guionistas).

No pierdan el tiempo viéndola ni aunque fuera para comprobar la veracidad de mis apreciaciones, que ciertas son, y dedíquenlo a visionar otras series que buenas hay.

En este mismo blog, en la sección de series de TV tienen donde para elegir.

jueves, 9 de junio de 2016

Ángulo muerto de Aro Sáinz de la Maza

Novela negra agita conciencias y
tensionadora de principios.
Si El asesino de La Pedrera, la anterior y primera entrega de la serie protagonizada por Milo Malart, tenía estructura y contenido de thriller en El Ángulo Muerto encontramos, en cambio, la esencia de la novela negra contemporánea.

Lo cual viene a decir que su autor, Aro Sáinz de la Maza, sabe escoger el mejor vestuario para nadar en cualquier agua y que es bueno para ello.

Lo verdaderamente importante es que se consigan transmitir sensaciones, que se agiten conciencias, que se sacudan ideas para que caigan las preconcebidas y que se tensionen principios para ver si son sólidos e incuestionables.

Y El Ángulo Muerto es una novela negra de esas. Un largo travelling sobre la desesperación que pone foco en lo que la crisis económica ha desenfocado: personas aisladas porque su cordón umbilical con el entorno se ha cortado y que flotan ingrávidas con las miradas perdidas, familias desestructuradas porque la presión acaba haciendo explotar los contenedores de sentimientos, miedo generalizado a pisar la calle porque para muchos es como entrar en el túnel del terror, y foco también en los que, sin fuerzas ni esperanza, cierran el ciclo de la vida bajo las ruedas del metro y también, claro está, foco en una policía que tampoco se escapa de sufrir el impacto de los recortes.

En la novela, Milo Malart tiene a su cargo investigar el asesinato de una joven universitaria y para hacerlo tendrá que sortear diferentes estados de ánimo que muestran aquellos con los que se topa y que van desde la autocompasión hasta la autocomplacencia. Y tendrá también que gestionar los suyos propios que varían según se relacione con Rebeca, su pareja policial, con su hermano y su cuñada, con su amiga juez o con Tío.

Aunque Milo en esto sea un poco frontón y devuelva la pelota según se la hayan lanzado: blanda por blanda, fuerte por fuerte. No le preocupa como caiga a los demás mientras su integridad esté a salvo y es sincero hasta herir, de aquí que aborde la investigación según su escala de valores aunque esto lo ponga al borde de la indisciplina con sus superiores. Para según que resulta manco de su mano izquierda.

Es una novela oscura y sobria que retrata, cargada de rabia y frustración, los efectos de esa crisis alargada artificialmente para crear un orden nuevo donde los agradecidos temerosos y serviles sean legión y se entierren conceptos como derechos laborales e igualdad de clases. Una crisis capaz de hacer que alguien se lance a comer para no ser comido movido únicamente por la desesperación y el instinto de supervivencia.

Es una novela muy bien llevada y con un título muy bien traído, El Ángulo muerto, esa porción de espacio que por no verla parece que no existe, y que a lo largo del desarrollo de la trama encaja en muchos aspectos. Miguel Ríos lo explicaba muy bien en una de sus interpretaciones más intimistas.


Hay quien elige colocarse en el ángulo muerto para actuar al abrigo de miradas ajenas y hay quien sin estar allí parece que esté ya que resulta invisible a la sociedad: ojos que no ven miseria que no existe. Pero también encontramos ángulos muertos en las relaciones humanas y en el modo de justificar decisiones, todos tenemos nuestro ángulo muerto.

Reseña de la primera novela de la serie El asesino de La Pedrera

domingo, 5 de junio de 2016

Codeflesh de Joe Casey y Charlie Adlard

Un código de barras como máscara.
Codeflesh es un cómic noir de apariencia simple pero con un trasfondo complejo en su planteamiento del uso de la violencia como droga euforizante.

Cameron Daltrey es un agente de fianzas de la condicional que contrata a un cazarecompensas cuando alguno de sus clientes no cumple con las obligaciones de presentarse ante el juez y en consecuencia está en riesgo recuperar el dinero invertido. Hay que localizar al presunto delincuente y reconducirlo al camino legal y soliendo emplear la fuerza bruta como método de convicción más eficaz que la palabra.

El cazarecompensas, que cubre su cabeza con una cutre máscara casera con un código de barras impreso por cara no es otro que el propio Cameron que adopta ese disfraz para no ser reconocido ya que no tiene potestad para ejercer esa tarea desde que un juez se la retirara.

Cuenta con un socio, Staz, simple figurante en el trabajo y en el cómic, para guardar las apariencias y está enamorado de Maddie, una striper, que aún lo está más de él lo que no impide que se pueda hartar de su falta de atención y de sinceridad y dejarlo plantado.

A lo largo de nueve capítulos, en realidad nueve historias autoconclusivas, se va desvelando el carácter del protagonista y el porque de su necesidad vital para involucrarse de lleno en esas peleas: está enganchado al subidón que le proporciona la liberación de adrenalina.

Los argumentos de Joe Casey son bastante simples, que no planos, y la trama sigue un esquema y se resuelve con rapidez: se conoce de un presunto que estando en libertad bajo fianza no se ha presentado ante el juez, Cameron se encasqueta la máscara, lo localiza, la consecuente pelea se lleva las ¾ partes del total de páginas, y una vez capturado hay escaso tiempo para reflexionar sobre las cosas importantes de la vida. Entre ellas que está distanciándose de su novia y si sigue así la perderá.

A pesar de este esquema reiterativo y fácil el cómic consigue atrapar la atención ya sea por el elenco de extravagantes personajes que parecen habitantes de un catálogo de lo sobrenatural por su variedad de súper poderes o bien por la de palos que recibe Cameron que parece poco más que sea él quien tenga súper poderes para poder encajar tales palizas y seguir tan fresco.

Este cómic fue un embrión nacido en el 2000 que no llegó a desarrollarse en su plenitud y de ahí que sepamos poco de las motivaciones de los personajes y de sus inquietudes (incluso del título, de la máscara…) aunque el guionista Joe Casey consiga en muy poco espacio compensar habilidosamente pinceladas psicológicas en una trama con mucho ritmo e intensidad y diálogos ásperos como barba de dos días.

Codeflesh capítulo 1
Charlie Adlard dibuja, despachando el argumento con solvencia, sin ceñirse a estructura alguna de viñetas, adaptándolas según necesidad, y con un dibujo de líneas duras y un empleo del color basado en tintas planas de colores sucios con lo que consigue transmitir esa sensación de abandono y marginación que predomina a lo largo de la serie y hace palpable esos excesos de testosterona del protagonista que incapaz de encauzar su vida sentimental se desfoga con ráfagas de violencia.

Un cómic en la mejor tradición del género negro clásico americano dando juego a un elenco que generalmente está de relleno y ocupa papeles secundarios como agentes de la condicional, cazarecompensas, strippers… y que revisa el concepto de súper poderes sin mallas de colores ni glamour mediático.

Probablemente no figurará en ninguna lista de indispensables pero eso no significa que no sea una obra elogiable y merecedora de atención.


miércoles, 1 de junio de 2016

Las flores no sangran de Alexis Ravelo

Novela negra en 3D
Inicialmente no iba a reseñar esta lectura: ya no me quedan adjetivos para calificar la obra negra de Alexis Ravelo pero no sería justo ni para él ni para el género ni para los lectores ya que novelas excelentes como esta hay pocas y conviene destacarlo.

Las flores no sangran es una oda filosófica a pesar de no tener estructura lírica. Es una novela negra que trasciende esta etiqueta maniqueísta y actualmente más comercial que indicativa, para convertirse en un panegírico del género.

Es una novela de lectura prescrita por once de los diez doctores en novela negra entrevistados, para tener una visión de cómo el género sabe y debe evolucionar. Alexis Ravelo parece estar tocado por los dioses o los alisios, si fuera catalán lo estaría, sin duda alguna, por la tramontana.

En mi reseña anterior sobre La estrategia del pequinés resaltaba el carácter hiperrealista de las obras de este autor por la percepción de parecer más veraces que la propia realidad aun sabiendo que son ficción.

Pero me veo en la obligación de subir un nivel Defcon con este autor y establecer un paralelismo con lo que significó para la animación el evolucionar de un diseño 2D a 3D. Recuerden las series animadas de televisión de Disney y sus películas primerizas y piensen ahora en cualquiera de las que se apoyan en el diseño asistido por ordenador y que emplea tres dimensiones como la película Avatar o Star Wars o El Señor de los Anillos o Juego de Tronos por citar algunos claros ejemplos.

El mismo efecto evolutivo suponen las obras de Alexis Ravelo y en especial Las flores no sangran que es una novela negra 3D. No solo su argumento o sus personajes sino su forma de escribir y de describir y contar la historia que consiguen envolver al lector en un efecto tridimensional. Alexis Ravelo lo hace tan fácil que parece al alcance de cualquiera y así hay tantos escritores estrellados.

Con esta novela no hay lector pasivo, hay lector participativo como lo han sido todos aquellos que han asistido a cualquier obra de teatro de La fura del Baus. ¡Pobrecitos se pensaban que iban a ser espectadores!

Gran Canaria, donde transcurre la acción
El argumento de Las flores no sangran es el de unos granujas de medio pelo Lola, el Marqués, el Salvaje y el Flipao, como esos que empleó Woddy Allen para una de sus películas, que se ven jugando un partido de profesionales siendo un equipo amateur, pasando de dar timos y robos de poca monta a dar un palo gordo como es un secuestro. Y los rivales en esa liga, como el empresario Isidro Padrón, no son primos fáciles de tangar sino enemigos más peligrosos que nadar con un tiburón en una piscina.

La obra tiene comedia, tragedia y absurdo y en cada momento mantiene su tono, su ritmo y su tremendo interés.

No se me ocurre nada más que pueda convencerles de su obligada e imprescindible lectura.

Y si aún no conocen su saga con Eladio Monroy ya están tardando.