domingo, 2 de abril de 2017

Castle 8 temporada y última

Una de las más destacadas series familiares
de entretenimiento policial.
La 8 temporada y última de la serie televisiva Castle empieza con una trama principal que se asoma como compleja, interesante y a buen ritmo y que obliga a Kate a ser expeditiva con su vida familiar para minimizar riesgos. Una trama de fuerte componente, que no contenido, político que supera la línea policial clásica habitual para relanzarla como thriller.

Fascina la capacidad que tienen los guionistas de esta serie para reinventarse después de tantos episodios dotándola de nuevas líneas argumentales que le dan vigor.

Pero como si la muerte anunciada de la serie rebajara la tensión o redujera la imaginación a lo mínimo (guardándose ideas para mejor ocasión) la expectante trama pronto queda en un segundo plano y se van encadenando capítulos donde este hilo principal ni tan solo se menciona y se ve, una vez decidida la no continuidad de la serie, como, forzada, se retoma hacia el final para resolverse de forma precipitada y poco convincente por falta de episodios donde poder desarrollarla con holgura e incrementar la tensión.

En estos últimos episodios abunda la ñoñería y el relleno para aparentar algo que se tenía y que se ha perdido: esa magia, esa ironía, esa complicidad…que surgía con facilidad ahora se viste de artificio carente de espontaneidad. Será cierto lo que se apuntaba como motivo para echar el cierre y es que entre Stana Katic (Kate) y Nathan Fillion (Castle) hay más odio que amor.

Hate? or Love?
Volviendo a la serie, Kate no sabe actuar como Capitán, el traje le viene grande, por lo que nadie entiende como sigue funcionando la comisaría ya que la anteriormente inspectora se dedica más a patear la calle que al trabajo de gestión y organización, como hicieran todos los que la precedieron en el cargo. Cargo que es lo que tiene: despachos, diplomacia y relaciones públicas sin ensuciarse las manos salvo si rebosa el bolígrafo o la pluma o se atasca un papel en la impresora.

Claro que la acción y el lucimiento del actor están en la calle, en persecuciones, dando o recibiendo tiros, interrogando sospechosos y habiendo de cambiar de vestuario según la ocasión y poco o nada atractivo resulta la vida de despacho sin otras curvas que las del mobiliario.

En cambio, es como si el despacho equipado de gadgets de detective privado de Rick Castle, con más minutos en pantalla que su domicilio y que casi la comisaría, preparase una salida tangencial, un spin-off que siga contando con la familia, Alexis y Martha Rodgers, y la colaboración de Hayley Vargas (interpretada por Toks Olagundoye) una exagente que trabaja en Seguridad, para seguir resolviendo casos delictivos.

Pero también es cierto que el final emitido da carpetazo total a una serie que ha tenido de todo a lo largo de su emisión pero que pesa más el haber que el debe, siempre valorándola como serie familiar de entretenimiento noir: guiones inteligentes y con múltiples referencias a clásicos policiales, mucha referencia también a literatura y a mitos de fantasía, muchos guiños a películas y a personajes famosos del mundo Friki, chistes y bromas de humor, eso si, blanco y escenas de sexo de tono aún más blanco que no dejan resquicio ni a la imaginación.

Personajes de papel
Desde junio de 2009 hasta junio 2016 han sido 173 los episodios emitidos en 8 temporadas manteniendo ratios de audiencia exitosos , consiguiendo legión de fans, elogios de crítica y espectadores y suculentos beneficios económicos. El sueño de todo productor, realizador, guionista y actor.

Después de Jessica Fletcher, vino Richard Castle para mantener el cupo de escritores de novela negra con aptitudes de detective ¿quién tomará el relevo?

Recuerden la evolución a través de los diversos post publicados en este blog de una serie que probablemente no será recordada como una de las grandes pero si entre las más destacadas de las series familiares de entretenimiento policial de televisión: 

Para temporadas de 1ª a 4ª pinchen aquí.
Para la 5ª y ver las fotos del loft de Castle pinchen aquí.
Para la reseña de la 6ª temporada aquí.
Para la 7ª aquí.

Y si quieren leer sobre sus primeras novelas y cómics es aquí.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Habana réquiem de Vladimir Hernández

Novelaza de procedimiento policial
Habana réquiem es una novela negra de sentimientos confundidos. La facción más cerrada de la ideología revolucionaria se ve sacudida por los vientos del aperturismo político y económico y sus militantes, ya fueren por devoción u obligación, se sienten confundidos ante la incertidumbre de cómo comportarse. Sentimientos ambivalentes.

El aperturismo es un sarampión inevitable contra el que no hay vacunas; los gobiernos, las fuerzas sociales y los ciudadanos deben sobrellevarlo como se pueda; aferrarse a principios de solidaria convivencia y buena vecindad suele dar buen resultado; cualquier gesto es bueno para que la enfermedad no degenere en pandemia y en lugar de infectar a unos pocos devaste como una plaga.

La novela transcurre por las calles de La Habana Vieja; el pulso de sus calles, los latidos de sus habitantes marcan el ritmo de una particular forma de entender la vida y algunas de esas calles ocultan marginalidad y criminalidad a partes iguales; es lo que tiene el aperturismo, que cuando se abren puertas entran tornados y a nadie se le instruye sobre lo que va a pasar y cada cual arrambla con lo que puede. Incluida la policía. Incluidos mandatarios.

Los delitos son los daños colaterales y se presentan a ojos de la policía como platos de un self-service del crimen: ligeros, indigestos, amargos y ácidos.

Y los platos que se encuentran en la novela se han cocinado con persecución con resultado de muerte fortuita, suicidio, violaciones, asesinato, trapicheo de droga y corrupción policial.

Habana vieja, donde trascurre Habana réquiem

Eddy, Puyol, Batista, Ana Rosa, Manolito… tenientes y agentes cada cual con su caso, cada cual con su plato de self-service que no ha elegido y que probablemente no resulte apetecible pero es lo que hay.

Habana réquiem es una novelaza de procedimiento policial. Por contextualizar que no por comparar, sería como evocar lejanamente al Distrito 87 de Ed McBain. El paisaje aquí es La Habana, concretamente el entorno conocido como La Habana Vieja, y a la comisaría se la conoce coloquialmente como la Mazmorra.

Vladimir Hernández
Vladimir Hernández muestra los estragos de ese aperturismo sin recrearse; los cubanos saben que la vida hay que tomársela con humor, aunque este roce el cinismo y el sentimiento de pertenecer a un colectivo sigue siendo un lazo muy fuerte entre los isleños.

La novela da voz a distintas sensibilidades policiales y distintos tipos de delitos y de víctimas para ofrecer un reflejo lo más amplio posible de todas las caras del poliedro. Recrea los sucesos desde una perspectiva coral narrada con ritmo ágil y con interés creciente en cada investigación que impide despegar el libro de los dedos.

Vladimir Hernández escribe con un discurso musicado por la sonoridad de palabras autóctonas que, sin caer en el cursilismo, conforman verdadera poesía social. No dejen de leerlo o se arrepentirán.

La novela, comprada en SomNegra vino con un bonus muy especial y es una narración mecanografiada de nueve páginas, que aún no forma parte de ningún libro, titulada Felatio de parca (Una historia de la serie Habana réquiem) y que es un apetitoso bombón para tomar como postre después de la lectura de la novela.

En ella se cuenta como al capitán Luís Enrique Almanza, de la Mazmorra, se le cuestiona su virilidad algo muy ligado al honor y que no puede soportar el deshonor.

Una narración negra cargada de humor negro que estaría increíble dibujada como cómic. Yo lo veo. Ahí lo dejo.

La anterior novela de Vladimir Hernández, Indómito, ya se reseñó aquí en este mismo blog y fue merecida ganadora del Premio de Novela Negra L’H Confidencial 2016.






domingo, 26 de marzo de 2017

Los amigos del crimen perfecto de Andrés Trapiello

La novela ganó el Premio Nadal 2003.
Un escritor de bolsilibros policíacos, un grupo de aficionados al género que alrededor de una mesa de bar en un café de Madrid postulan sobre el crimen perfecto, un intento de golpe de estado fallido (23 de febrero de 1981) y una apología de la venganza es de lo que trata esta novela.

Paco Cortés, recién separado y con una hija, vive solo aunque intenta reconquistar a su esposa y sobrevive escribiendo novelas policíacas de kiosco para una editorial que lo explota y ningunea. Su suegro, Luís Álvarez, es un comisario de policía que añora el antiguo régimen y al que el intento del golpe de estado le hace soñar con un nuevo amanecer; ambos se detestan.

Sus amigos, tertulianos de método y crítica literaria y aspirantes a vivir en un libro encuadernado de negro y con páginas por escribir con sangre de ficción se recluyen en su mundo de fantasía empleando seudónimos al uso: Spade, Maigret, Simenon, Marple… que les permita evadirse por unos instantes de su realidad en la que ejercen de abogado, bancario, relojero, policía…

La novela Los amigos del crimen perfecto es un río de varios brazos por donde las corrientes avanzan en paralelo: la vida de Cortés es uno, su relación con Dora, su mujer, es otro, la relación con su suegro otro, la relación entre los tertulianos otro y el crimen es otro.

Un crimen que despierta temores, sospechas y separación entre los tertulianos: el asesino podría ser uno de ellos. Una cosa es leer sobre crímenes y otra departir con un asesino; aunque para algunos sea la ocasión de poner a prueba sus teorías y constatar si existe el crimen perfecto o es todo inoperancia policial.

La novela tiene un antes y un después del crimen; el antes es vivir en la fantasía literaria especulando sobre que motiva al criminal a matar y el después desarrolla lo que hoy se conoce como memoria histórica de la Guerra Civil y que por aquel entonces era todavía pasado más o menos cercano y heridas abiertas.

Andrés Trapiello
Andrés Trapiello pinta un retrato tópico de esa España madre de una democracia recién nacida y lo envuelve en novela policíaca (sin llegar a quajar) porqué al crimen le gusta cualquier época y se encuentra a sus anchas en cualquier contexto.

Andrés Trapiello me ha hecho consultar el diccionario como nadie hasta ahora lo había hecho y se lo agradezco; he disfrutado con sus neologismos y he conocido un montón de palabras de las que no tenía ni idea de su existencia (como tantas y tantas debe haber) y que lamento no poder retener en la memoria como él, aunque si las usara la pedantería me traicionaría.

Al disfrute final le queda el regusto de pensar que la trama hubiera podido ser aún más apasionante, razón de más para cuestionar el premio. Claro que los premios son otra historia.

miércoles, 22 de marzo de 2017

El beso de la sirena negra de Jesús Ferrero

Eros y Thanatos. Atracción y
repulsión. La fuerza y el reverso
tenebroso.
Desde la publicación de las lejanas Bélver Yin y Opium nada había vuelto a saber de este autor hasta ahora que me he encontrado con El beso de la sirena negra, una interpretación de la novela negra muy en su estilo y en la que resuenan ecos de las dos citadas.

Esa búsqueda del yo existencial, esa sublimación de lo terrenal como medio para elevarse al plano espiritual, esa forma tan visceral de entender el deseo y el placer, la lujuria y la pasión, ese confundir contornos de ilusión con realidad. Esos personajes fieles a su propia ética y moral siempre a contracorriente.

Como los que se creen personas viendo el reflejo del espejo pero que en realidad son solo el animal, en su caso desatado, que todos llevamos dentro.

Novela breve de trama policial simple, trufada de provocaciones que pretenden escandalizar; algo que se podía lograr en 1981, pero que ahora solo pueden despertar alguna emoción a los nacidos después de esa fecha y aun con reticencia.

La calidad de su prosa se mantiene intacta pero si antes se exhibía como ariete de originalidad trasgresora ahora lo hace al servicio de otros intereses sino ¿qué necesidad había de enfocar sus disertaciones sobre la dualidad humana desde el punto de vista de novela negra? ¿Acaso la moda de la etiqueta tiene algo que ver?

Jesús Ferrero
En las novelas de Jesús Ferrero brilla la estética, omnipresente, y se antepone como vestido de gala a las disertaciones filosóficas frente a las morales que pretenden contextualizar la existencia de la virtud para poder diseccionarla psicológicamente y convenir cuanto de ella es goce y disfrute y cuanto es censurable y pecaminoso.

Eros y Thanatos. Atracción y repulsión. La fuerza y el reverso tenebroso.

Ágatha Blanc es la detective a la que Lucía Valmorant, madre de Alize, contrata para conocer el paradero de su hija y saber que clase de vida lleva.

Una investigación fácil hasta para un aprendiz que Ágatha resuelve con celeridad; argumento endeble y pueril, excusa para revisitar los límites de la seducción y la tentación, de la sumisión y el dominio, de la permisividad y el prejuicio a un nivel de mucho envoltorio y poco contenido y la sombra de Freud tamizando la luz.

Es una novela de la que no se sale indemne y que abre interrogantes pero etiquetarla como novela negra es innecesario. El autor no debería necesitar ese reclamo.

Si no han leído nunca a Ferrero es una buena ocasión para conocerlo, la novela es un compendio del manifiesto literario del autor.

domingo, 19 de marzo de 2017

The night of, serie de tv

The night of es una serie adusta pero
convincente y un deleite como pocas.
Nasir Khan, un joven universitario americano de raíces pakistaníes, ve como una sucesión de acontecimientos acaecidos en unas pocas horas en la noche de su vida, voltean su convivencia organizada y racional y la de su honrada y humilde familia.

Es lo que tiene el sueño americano que nunca sabes cuándo se va a convertir en pesadilla. Desde lo sucedido el 11-M los musulmanes en New York andan con pies de plomo ya que ostentan el número 1 en el ranquing de rechazo. Son denostados a la más mínima ocasión, son culpables a la más mínima sospecha.

Así pues cuando Nasir Khan se ve envuelto en un asesinato ya tiene todo y a todos en su contra y solo un abogado de tres al cuarto, John Stone, pero gran conocedor y hábil empleador del razonamiento casuístico, le permitirá albergar alguna esperanza de librarse de la condena a cadena perpetua.

El abogado John Stone es un personaje atormentado pero absolutamente pragmático; una interpretación muy documentada, otra más en su larga carrera, de Oscar para John Turturro que es el actor que lo encarna. Como lo es también brillante y llevada al límite la actuación de Riz Ahmed en el papel de Nasir Khan: vemos cómo cambia su físico y su personalidad; así su rostro, su mirada, su musculación, sus gestos, sus actitudes y su comportamiento se van endureciendo por las circunstancias carcelarias.

Sin olvidar los dos secundarios principales: Michael K. Williams en el papel del preso Freddy Knignt y Amara Karan en el de la abogada Chandra Kapoor.

Chandra Kapoor, Nasir Khan y John Stone en la sala del tribunal

Una serie que utiliza un asesinato para poner el énfasis en la interpretación de castigar al culpable y proteger a los vivos. Una actuación que, siendo humana, puede estar sujeta a errores y negligencias, pero no debería estar sujeta a intereses de raza, de sexo o de religión, pero por encima de todo nunca debería estar sujeta a los intereses particulares de cada uno y vinculados a sus aspiraciones profesionales y políticas.

Una vez más entendemos porque a la justicia se la representa con una venda en los ojos: no es para ser imparcial es por no ver lo que se hace en su nombre.

The nigth of es una serie por la nos movemos arrastrando los pies deteniéndonos cada pocos pasos, como buscando confirmación de que vamos en buena dirección.

La serie ofrece una riqueza interpretativa como pocas, con personajes memorables y casi tanto lenguaje corporal como oral; unos interiores y unos exteriores absolutamente reales y cuando no, absolutamente veraces y una técnica narrativa que puede parecer adusta pero que simplemente busca ser convincente mientras se aleja del tontismo comercial.

Largos planos estáticos encuadrados desde ángulos poco comunes buscando una composición plástica nada habitual en las series televisivas convierten a esta en una realización más fotográfica que de telefilme.

El guión muy bien resuelto por Steven Zaillian y Richard Price es en realidad el de una gran película, su estructura es propia de un film, solo que el exceso de metraje la ha encapsulado en episodios para hacerla digerible. Este planteamiento lineal y no secuencial es lo que le da fuerza al conjunto y lo distingue de las series convencionales con corte cliffhanger, propiciando una serie de visionado indispensable.