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martes, 25 de junio de 2024

La Novela Negra se muere

La Novela Negra se muere. Antes se murieron las librerías especializadas en su venta. Hoy se muere el producto. Envenenado con uno de esos venenos de efectos lentos pero progresivos e inexorables.

A la novela negra le hicieron creer que era inmortal; que solo sus páginas contenían víctimas y ella no lo sería; que estaba por encima de la humana condición de falible.

La engañaron. La sedujeron invitándola a docenas de festivales hasta la extenuación, exhibiéndola como objeto de deseo a mayor gloria de quienes copan los sillones que solo buscan su lucimiento personal en unas charlas autocomplacientes y endogámicas.

La hicieron creer que era necesaria, los demás, contingentes. La engalanaron, salía en todos los papeles y pantallas; lucía en carteles de DIN A/3 en paredes y escaparates y era la niña de los ojos de las editoriales.

Citada por todos los medios, y los enteros, desfilaba por los estands de ferias del libro, siendo la más buscada para una firma, una selfi o un flash.

Ofrecía su lado bueno para las fotos “Novela Negra mira aquí” “Novela Negra haz un mohín que denote tu lado oscuro” “Novela Negra, se mala” “Novela Negra posa como una femme fatale” y la Novela Negra se adecuaba a requerimientos y dejaba de ser quien era para ser lo que querían los demás; repartía sonrisas y lanzaba besos como quien sabe que nunca le han de faltar y que siempre habrá stock.

Ni lo sospechaba, pero ya le habían inoculado el veneno. Aún tardará años en hacer todo su efecto, pero para cuando se evidencien los síntomas será tarde.

Las editoriales tiran de sucedáneos, más económicos, menos divos y más rentables. Hace tiempo que no importa la calidad, solo la rentabilidad.

Las envidias son insanas solo para quien la sufre. Son un goce para quien las proyecta. Y True Crime y Cozy Mystery han sabido esperar.

A la sombra de la Novela Negra, han ido desplegando una maraña de artimañas con la finalidad de desbancarla. Conscientes de la polarización social, sabían que si jugaban bien sus cartas podrían repartirse el pastel.

Sus contenidos antagónicos no luchan entre sí, más bien se complementan. Quienes siguen a True Crime detestan la tibieza del Cozy Mystery y viceversa, quienes votan Cozy la sola presencia de True les provoca arcadas.

Y en medio, sin sospecharlo, la Novela Negra va perdiendo apoyos. Ciertamente que iba en mala dirección, su relamido, cuando no pedante, estrellato le ha impedido ver como sus argumentos se repetían, sus clichés se multiplicaban y sus personajes se guionizaban hasta la mediocridad.

La literatura así como el alma ya la han abandonado en muchas de sus publicaciones; los intereses comerciales, como dijo un reconocido editor, no busco lectores sino clientes, piensan en IA como medio para abaratar costes. El arte vale por lo que está tasado no por su condición innata, que ya no importa a nadie.

La Novela Negra ya no muerde, no incomoda. Se ha reblandecido por exigencias del guion y por indicaciones de lectores sensibles y encontrar un espécimen verdadero no solo es difícil, sino que pronto será misión imposible.

La Novela Negra se muere. Como estrella lejana que ya no existe pero que seguimos viendo su luz, tardaremos un tiempo en certificar su defunción, pero mucho y gordo habría de pasar para que no haya pronto una esquela en los medios.

La Novela Negra se muere porque True y Cozy, con el apoyo de los intereses comerciales aliados con estamentos, esos que la Novela Negra tanto denunció, la han envenenado para desahuciarla y ocupar su posición durante los años que la efímera y volátil fama tenga a bien concederles.

Junto a Thriller que siempre ha sabido cuál era su lugar y ha sabido mantenerse, True y Cozy serán los nuevos objetos de deseo de selfis y páginas dedicadas. Los festivales serán monográficos y llevarán sus nombres reluciendo con colores que ya no incluirán el negro.

Porque el negro es para el luto y el muerto al hoyo y el vivo, al bollo.

 

miércoles, 19 de junio de 2024

Muerte en El Cairo de Erica Ruth Neubauer

En 1926 los viajes intercontinentales eran algo solo al alcance de muy poca gente y si bien para algunos, ingleses, franceses, era más habitual porque sus colonias se extendían por varios continentes, para los americanos, en cambio, resultaba más extravagante y oneroso.

Lo que no impide a Millicent Stanley, tía Millie, arrastrar a su sobrina política y joven viuda, Jane Wunderly, a un lugar donde la ley seca no le impida practicar su deporte favorito que es degustar bebidas espirituosas hasta más allá de lo socialmente razonable.

Egipto, y el maravilloso Mena House Hotel, que incluye un campo de golf lindante con la arena del desierto; ese oasis para clases privilegiadas y con privilegiadas vistas en primer plano de las pirámides, es el exótico destino para pasar unos ociosos días de placer.

Pero encontrar el cadáver de una díscola joven, recién conocida en el bar del hotel, no entra dentro de los pasatiempos planificados por Jane y tener que investigar, a escondidas, su muerte para quitarse de encima la etiqueta de sospechosa, tampoco.

Una aventura romántica con cócteles refrescantes en un lugar de ensueño no casan bien con la pesadilla que supone un cadáver y un jefe de policía suspicaz. La emoción está servida en este Cozy Crime ingenuo y nostálgico.

Erica Ruth Neubauer reconoce su devoción por aquella época de películas en blanco y negro, humor blando, romanticismo elegante y novelas policiacas de la Golden Age, y este es su reconocimiento y su homenaje desde una planta baja de un alto edificio.

Así su protagonista, Jane Wunderly, que esconde un pasado truculento, está leyendo El Hombre del Traje Color Castaño, la novela más aventurera y menos policiaca de Agatha Christie, y sin duda Muerte en El Cairo, quiere ser clara deudora y aspira, sin conseguirlo, a ser reflejo.

Muerte en El Cairo, tiene una trama lineal plagada de diálogos y situaciones que consiguen hacerla espiralada por la lentitud en la que avanza. Y aunque resulte en exceso previsible no le afea el interés por lo que ofrece: una lectura relajada y amable, adecuada para días de asueto en los que desconectar de la rutina y pensar lo mínimo es la máxima prioridad.

Léanla bajo un ventilador de aspas y acompáñenla con un batido de frutas con un chorrito del licor que prefieran, les ayudará a superar la visita del calor que conlleva el verano.

miércoles, 12 de junio de 2024

La luz más cruel de Fernando García Ballesteros

La luz más cruel es la que ilumina lo que nadie desea ver. Bueno, nadie no. Hay personas depravadas que no solo disfrutan haciendo el mal sino que además desean inmortalizar sus hazañas en una fotografía que permita evocar a perpetuidad esos momentos, dichosos.

Fernando García Ballesteros no necesita inventar mucho, le basta y le sobra, con redactar hechos que fueron o muy bien podrían haber sido.

Y los redacta con mucha maestría, y lo que inventa no se diferencia de lo que coge de la realidad para ofrecer una fotografía dinámica de esas épocas en las que el patriarcado unido al apellido suponen dinero, poder y respeto además de libertad absoluta para realizar cualesquier actos ominosos que tengan a bien desear.

Sea del carácter que fuere y se ejecute contra bienes o personas. Así personal de servicio, mujeres de cualquier condición y obreros y otras personas de pensamiento u obra contrario a su concepción del mundo y del honor nada tienen que decir y mucho a temer.

La luz más cruel es una novela sobre una fotógrafa, Clara Prats, que ha aprendido el oficio familiar, y sobre sus intentos por ser libre y reconocida profesionalmente en ese mundo donde el heteropatriarcado no admite desviaciones ni salidas de tono.

Una fotógrafa criminalista que inmortaliza a personas muertas, y escenas de crimen como la del cuerpo que acaba de aparecer en la playa de La Barceloneta y del que nadie sospecha aún que es solo el primero de una serie.

Es una novela negra, de esas que se catalogan como histórico-policiacas que transcurre en Barcelona a principios del siglo XX y en ella se reflejan, como en los charcos de inmundicia que jaspean las calles, tanto ropas recosidas y remendadas como ropas hechas a medida con ribetes y encajes.

Todo cabe en una ciudad que acoge barrios de clase baja que están a nivel de mar y de clase alta que están hacia la montaña.

El autor demuestra gran aptitud y pasión por fotografiar esas épocas de contrastes sociales tan exagerados como ignominiosos, como ya lo hiciera con su otra obra El crimen del Liceo reseñada también en este blog y que, junto con la presente, deberían leer.

domingo, 9 de junio de 2024

Agatha Raisin y la turista impertinente de M.C. Beaton

Entrega número 6 de la serie protagonizada por Agatha Raisin y sin duda la menos policiaca, de las publicadas hasta ahora, la más empalagosa y sensiblera y únicamente interesante para irreductibles fans de la protagonista y para viajeros que estén planificando una estancia en Chipre.

A esa isla que los lugareños dividen en dos partes identificándolas como grecochipriota y turcochipriota según sea norte o sur y su cercanía con el país continental referenciado, llega Agatha Raisin en busca de su amor, James, que ha huido buscando sosiego después de casi sucumbir en una ceremonia nupcial.

La practicidad de James hace que elija Chipre y la casa alquilada como viaje de bodas, total ya estaba pagado, para hacer las paces consigo mismo lejos de Agatha, a quien considera compañía perniciosa.

A su llegada, Agatha coincide, en un mini crucero de recreo, con un grupo de compatriotas (Chipre es uno de los destinos preferidos por británicos como lugar de turismo y como asentamiento de jubilados) que no parecen tener mucho en común salvo la circunstancia de compartir la excursión.

Un asesinato vendrá a turbar la paz del grupo a la vez que despertará el espíritu de investigadora que anida en Agatha viendo en ello la oportunidad de resolver el caso y recuperar a James si consigue encontrarlo y convencerlo de que participe en las pesquisas.

Agatha sospecha que sus desequilibrios hormonales, síntoma inequívoco del avance menopaúsico, son los causantes de sus frecuentes cambios de humor que alteran su mente y su comportamiento hasta el punto de querer recomponer la relación con James, el amor de su vida, a partir de la lógica y no de los sentimientos.

La autora, centrada en exceso en el torbellino de emociones amorosas y estímulos sexuales de la protagonista deja de lado la trama policiaca que resuelve de forma apresurada y con desgana como si se hubiera acordado de repente de que no podía cerrar la novela sin solucionarlo.

Aparte de las ganas de recorrer Chipre, de probar la comida local en cualquiera de los muchos restaurantes nombrados y de bañarse en sus aguas, no queda mayor recuerdo de la trama una vez cerrada la contraportada.

Leyéndola se entiende perfectamente que la editorial dudara sobre la conveniencia de su publicación, así como también se entiende plenamente el título Agatha Raisin y la turista impertinente (entendiendo que se refiere a ella y no a cualquier otra turista que pasara por allí).

Ni se les ocurra empezar la serie por esta obra ya que fácilmente la abandonarían y sería un error ya que cuenta con títulos mucho más relevantes y ya reseñados anteriormente:

01 – Agatha Raisin y la quiche letal

02 – Agatha Raisin y el veterinario cruel

03 – Agatha Raisin y la jardinera plantada

04 – Agatha Raisin y los paseantes de Dembley

05 – Agatha Raisin y la boda sangrienta


domingo, 2 de junio de 2024

Torpedo 1972 - Un hombre llamado Capullo de Enrique Sánchez Abulí y Leandro Fernández

Luca Torelli, Torpedo, no es físicamente inmune al paso del tiempo. No le pesan los kilos, sigue estando tan delgado o más que siempre, pero los años no pasan en balde.

Sus reacciones no son tan viscerales ni tan explosivas, pero no por ablandamiento hermanado con la edad, sino porque sus reflejos tardan unas milésimas más que antes en desencadenar las acciones.

Quien dijo aquello de genio y figura hasta la sepultura sabía que Torpedo lo ejemplarizaría y lo haría bueno.

Y es que Torpedo peina canas y luce arrugas pero sigue siendo el mismo canalla malnacido con el que nunca te has de enfrentar si deseas seguir con vida y entero.

Amoral es su primer apellido y para el segundo hay disputas entre misógino, a menudo, y machista, siempre.

Amoral pero con código de honor propio que mantiene intacto y a mucha honra.

Le tiembla el pulso, la edad se cobra su peaje, y sigue con esa parafasia fonética que debería preocuparnos por si es un síntoma de un cerebro deteriorado, pero sin embargo no reímos de sus traspiés con el lenguaje.

Torpedo 1972 significa el retorno de un personaje mítico de la historia de la historieta y exponente del género negro más cinematográfico representado por gánsteres y sicarios.

Un hombre llamado Capullo es su tercera entrega, siempre con su fiel Rascal, y adquiere tintes épicos en una historia escrita con ingenio y mucho humor blanco y humor negro, y rojo si me apuran porqué hasta las muertes que salpican de sangre tienen su punto risible.

Enrique Sánchez Abulí, su eterno guionista, a partir de un atraco a mano armada que debería ser tan sencillo como quitarle un caramelo a un niño, construye un argumento rebosante de pasiones y lleno de sorpresas y giros de guion que mantienen al lector pegado a la lectura terminando cada página con una viñeta escandalosamente cliffhanger.

Leandro Fernández acentúa con rasgos cartoon, que nos recuerdan al gran Spirit, las expresiones de los protagonistas para destacar sus cambiantes estados de ánimo y lo resuelve con tal solvencia que deseamos que vuelva en la siguiente entrega.

A Torpedo, por su peligrosidad, hay que darle de comer aparte, por eso puede parecer incomprensible que lo sigamos queriendo sentado a nuestra mesa. Tal vez sea por aquello de ten a tu enemigo cerca.