jueves, 22 de diciembre de 2022

Feliz Año Nuevo de Malin Stehn

La Noche de Fin de Año se ha vestido siempre como si de una distinta se tratara; dándole un significado hinchado de importancia y trascendencia.

Es la necesidad que tiene el ser humano de querer ser dominador del azar, de creer que puede gobernar el ingobernable destino. De creer que se puede llegar a controlar las fuerzas y que el año que viene será seguro, seguro, mejor que el anterior. Y espera que nadie le quite la ilusión.

La Noche de Fin de Año es noche de fiesta, de excesos, de libertad, de deseos; es noche de estreno: se estrena un nuevo año.

A lo máximo que se está dispuesto a aceptar a la mañana siguiente es un ligero dolor de cabeza, fácilmente controlable con un analgésico. Pero si lo que se sufre es la pérdida de una hija no hay medicamento que lo remedie.

Y de eso va esta novela que sobrecoge el corazón, el órgano más sensible a los sentimientos, de una hija que va de fiesta de fin de año en casa de una amiga y no regresa. Y no se sabe su paradero, ni si está viva o muerta.

Feliz Año Nuevo es un angustioso thriller noir que escoge familias de las de estar por casa para ponerlas en un brete, enfrentándolas a sus medias verdades, que agrieta relaciones de parejas dejando que secretos ocultos se filtren y provoquen que el año nuevo no sea un principio sino un final.

Malin Stehn va relatando a ritmo lento y pausado, centrándose en la psicología de cada personaje, pinchando donde más duele a cada cual, para conseguir que la desdicha y los reproches vayan calando hasta el punto de no retorno. Va complicando la vida de cada protagonista hasta que sus decisiones no responden a la razón sino al instinto de supervivencia.

Lo que evidencia que la amistad y la solidaridad forjada a lo largo de años puede ser solo una farsa, tal vez bien intencionada, pero que no resiste un trauma de gran calado.

Una lectura, que de leerla ahora, coincide en fechas. Lo que da un repelús a la celebración.

Una lectura que incita a preguntarse ¿cuánto sabemos de nuestras amistades? ¿Cuánto sabemos de nuestra pareja? ¿Cuánto sabemos de nuestras hijas y nuestros hijos?

Cuando levanten la copa para brindar por un Feliz Año Nuevo miren a los ojos de quienes les rodeen y no se hagan esas preguntas sino quieren tener por única compañía la soledad. 

domingo, 18 de diciembre de 2022

La hija ejemplar de Federico Axat

La perseverancia suele dar resultados aunque no siempre sean frutos, o si lo son no sean lo apetitosos que se desearía. La perseverancia es una aptitud que va a unida con la paciencia y la meticulosidad, y que no se encuentra a gusto con las prisas ni los desenfrenos.

La perseverancia forma parte del carácter de un periodista de investigación. Leer, analizar, indagar, documentarse, entrevistar tanta gente como sea preciso, todo para ir cribando arena en espera de encontrar una minúscula pepita de oro.

Camila Jones se dedica a eso, bueno se dedicaba ya que se ha retirado de todo y de todos, aborrece ser mediática, y ahora vive en una casa escaparate, vidrio por todas partes, con su perro Bobby en un lugar donde espera no ser reconocida.

Sin embargo, Tim Doherty, director del periódico local sí que la reconoce e intenta reclutarla para que le ayude a investigar la desaparición de una joven a quien la mayoría dan por muerta, justo cuando está a punto de cumplirse un año de los hechos y su recuerdo empieza a diluirse con el paso del tiempo.

Camila no resulta receptiva a la petición de forma inmediata, pero, ¡qué demonios! quien lo lleva en la sangre no puede cambiar de la noche al día y casi sin darse cuenta toma las riendas de un caso que otrora hubiera hecho furor cuando era una estrella de la televisión.

La trama va avanzando a ritmo de investigación amateur, no hay placa policial que abra puertas ni que suelte lenguas, pero los pasos son firmes y pronto la información obtenida va dibujando un escenario distinto al que se supuso en el momento de la desaparición asociada a suicidio.

La experiencia de Camila y la ayuda de antiguos colaboradores permiten encontrar indicios que o bien se pasaron por alto en su momento o, aún peor, no se quisieron contemplar para no desfigurar una idea preconcebida.

La hija ejemplar es una novela negra y oscura que va evolucionando a thriller apneico a medida que se acerca el final. Una intriga que se viste con sueños de adolescencia y del deseo de ser mayor para mostrar que hay que hacer caso del adagio que insiste en que hay que tener cuidado con lo que se desea…

Una trama que al final pasa cuentas sin ningún rubor ni atisbo de misericordia y que busca equilibrar la balanza con el mal sufrido.

Federico Axat va contando lo que pasó, lo que se supone que pasó y lo que está sucediendo.

Se toma su tiempo y su espacio, 518 páginas, para dar forma a un relato ominoso donde todos somos periodistas de investigación yendo de la mano de Camila, aprendices d'un oficio no exento de peligro.

No esperen una lectura de ritmo acelerado sino todo lo contrario, pausado y recogido y cuando finalicen no olviden que “la maldad se esconde donde menos lo esperas”.  

miércoles, 14 de diciembre de 2022

¿Quién es Olimpia Wimberly? De María Frisa

Un requiebro no es un quiebro repetido, y por muchos quiebros que contenga una novela no será más thriller. He visto jugadores de futbol encadenando quiebros y giros para acabar driblándose a sí mismos y perder la pelota.

A veces hay que buscar lo fácil y en ocasiones funciona. La navaja de Ockham sigue siendo un principio válido.

En ¿Quién es Olimpia Wimberly? Dicha navaja da a entender casi desde el principio lo que va a venir a continuación. Porque es lo lógico. Y por eso cuando se cumple el pronóstico, el castillo de naipes se desmorona.

Para confundir al lector hace falta poco, para sorprenderlo un poco más y para maravillarlo un mucho.

Por eso hay lecturas que deben reservarse para personas poco exigentes o poco duchas en materia criminal. Son lecturas fáciles que no necesitan ningún esfuerzo mental para seguir la trama, capítulos cortos y técnica Cliffhanger, con su emocioncilla, sus secretitos, su poquitin de sexo y tan ligeras como un telefilme.

María Frisa ha ido por lo fácil, buscando ese aspecto más lúdico que no sesudo y su obra es ágil y explicita como un mensaje publicitario. El argumento, la intención llega con facilidad y la empatía con el personaje principal se consigue sin esfuerzo.

Al componente detectivesco y de resolución de secuestros que ejerce un grupo de profesionales, excelentísimamente cualificados, le suma flash-backs del glamour de ese New York de los ’80 que todo el mundo hubiese deseado ver ni que fuera por un momento, ni que fuera por el ojo de la cerradura.

Y la trama combina la angustia de una investigación que bucea tópicamente en el pasado de la protagonista, Olimpia Wimberly, con un presente de sofisticados componentes informáticos que acuden como soporte técnico para analizar pistas que la ayuden a interpretar emociones y recuerdos.

En materia de rescate, los lugares son nidos y las personas no son objetivos, son huevos. Huevos que se encuentra fuera de su hábitat, como los huevos de cuco depositados en nido ajeno, empollados por un sentimiento sobre el que la biología no puede incidir.

La novela es una suma de sentimientos en un trasiego constante de pasado a presente y viceversa. Cambia el momento, el lugar y las personas pero no lo que son: emociones envueltas en cuerpos humanos.

lunes, 5 de diciembre de 2022

Lejos de Rosa Ribas

Los espacios abiertos pueden llegar a marear; a producir vértigo por la falta de referencias geoposicionales. Las novelas que transcurren en esos espacios producen el mismo efecto. Suscitan desapego y quien lee se encuentra perdido en un mundo, en un viaje, que no sabe lo que le deparará.

Lejos es una novela que hace del desapego su paradójica razón para seguir viviendo y lo hace parasitando a tres personajes que son su proyección en el plano físico.

Pocos nombres propios nos ofrece la autora y solo de quienes no los necesitan porque su comportamiento y sus razonamientos irracionales son identificables en cualquier comunidad aun cuando no tengan filiación.

Personajes, estereotipos sociales, que esconden su frustración, sus insatisfacciones y sus miedos bajo normas de comportamiento social en las que no se cree pero que se aceptan porqué se necesitan referencias y límites.

Se autoproclaman policías de la moral y se adhieren a la pertenencia de grupo como salvaguarda de la supervivencia y no toleran que nadie salga del rebaño: si yo no disfruto no te permito que tú lo hagas. Perros de hortelano.

Paisaje y paisanaje a juego. Despojos de obra sin acabar y despojos humanos, pero mientras los primeros, si pudieran sentir, saben lo que son, los segundos se engañan para que su sueño permanezca inalterable lo más alejado de la realidad posible.

La vida en un proyecto de urbanización inconclusa, no permite, por su propia precaria condición, que nadie se realice como persona y que el deseo de huir se aborte en los lindes de la zona parcelada, porque el sueño permanece allí y solo allí puede ser que tal vez algún día se cumpla. Por eso el regreso del constructor se espera como el de un mesías que les confirme que la fe tiene premio.

Los protagonistas principales tampoco tienen nombre, pero tienen en común el estigma del rechazo social y las ganas de vivir. Y la creencia de que más allá de las nubes oscuras y alienantes alimentadas por la sordidez, pueda existir un arco iris, probablemente desdibujado y desteñido pues a estas alturas ya no se creen en cuentos de hadas, siempre será más agradecido que continuar en un paisaje de escombros protegidos por alambradas.

Rosa Ribas se atreve a piruetear con esta novela que sustituye párrafos por sinsabores y palabras por vacíos existenciales. Una novela negra inclasificable, ya que etiquetar Lejos es no entenderla.

A Lejos hay que acercarse sabiendo que no se la puede abarcar, sabiendo que para volar lejos hacen falta alas y un cielo libre de obstáculos y sabiendo que parecería que solo la muerte puede satisfacer ambas necesidades

 

 

domingo, 20 de noviembre de 2022

La raíz del mal de Håkan Nesser

¿Cómo andarían muchas novelas negras sin apoyarse en el bastón del pasado? Cojas, lentamente, dubitativamente. El pasado es universal, lo tienen todos los seres inanimados y todos los seres animados, aunque probablemente solo sea el pasado de las personas el que se pueda recordar de forma plenamente consciente y el único capaz de condicionar el efímero presente y decidir el destino del futuro.

En La raíz del mal queda claro que éste, el mal, si tiene raíz es porque lleva tiempo plantado y sus frutos aunque interesantes por ser asesinatos no lo son tanto como conocer su raíz ya que es la que va a identificar al culpable de esos amargos frutos.

La novela, por nórdica, no todas pero si la mayoría, adolece del mal del peso y no le hubiera ido mal una dieta. Las dietas son ideales para eliminar lo sobrante y dejar lo magro sin llegar a pinchar en hueso.

Håkan Nesser descubre su argumento en las primeras páginas, queda claro quiénes serán las víctimas y pronto el porqué. Este planteamiento que reduce el suspense a cuándo y cómo, es valiente. Pero precisa de un gran esfuerzo lector para seguir manteniendo la atención y a todo esfuerzo le sucede un cansancio que si llega antes de lo previsto puede echar al traste el planteamiento al no conseguir alcanzar el objetivo.

El autor recurre a un prolífico relato de las emociones del inspector, de sus recurrentes comidas y vacuos pensamientos; de su proyecto amoroso, felicidad no exenta de dudas, como recambio a su soledad y de sus dudosas aptitudes como padre, para mantener el hilo narrativo ante la más que evidente endeblez del argumento criminal, pero solo consigue que se hundan ambos. Demasiado peso para tan endeble barca.

El final, un plot twist que no consigue el descoloque pretendido si acaso un atisbo de sorpresa mostrado en un levantamiento de cejas, es precipitado y poco concreto y confirma la impresión, que desde el inicio ha ido acompañando la lectura, de que el libro no sabía a qué atenerse.

Segunda entrega del inspector Barbarotti, cuya edición original es de 2007 y aquí acaba de llegar y tal vez esos 15 años pesan lo suyo al mostrarse un desarrollo argumental antiguo y carente de tensión y suspense y que seguramente en aquel momento encajaba con lo que demandaba el mercado pero que hoy, con el amplio abanico de ofertas sobre la mesa de novedades, sin duda queda desfasado.

Un inspector Barbarotti que aparece sobrepasado por todo lo que le rodea. Tanto sus compañeros en la comisaria, como su pareja sentimental, su ex-mujer, sus hijos y su psicóloga se comen la pantalla en las escenas en las que aparecen y a él no le queda ni el triste consuelo de ser el protagonista en la resolución del caso. Una lectura excesiva de sabor agridulce.