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martes, 7 de diciembre de 2010

Cuando llueve, diluvia.

Los que alguna vez hemos sufrido la travesía del desierto estamos ahora a punto de perecer ahogados, tal es la avalancha de títulos que hace algún tiempo inunda librerías: la novela negra parece volver a estar de moda.

Y uno de sus daños colaterales, es la pertinaz lluvia de títulos con la que las editoriales ponen a prueba nuestra impermeabilidad.

A veces nos sorprendemos deseando que fuese como ayer cuando esperabamos las novedades como agua de mayo en lugar de recalar entre aguaceros de gotas frías especuladoras.

Pero ¡cuidado! no toda el agua que cae es pura y cristalina.

Y hay que aprender a nadar entre este denso mar de libros para no naufragar en el intento y también para no ir hacia un islote con palmera que no sea más que un espejismo ilusorio.

No hay dinero para comprar todo lo que flota; casi no hay tiempo para leer todo lo que se compra y en medio de la tormenta encontrar la luz del faro salvador no es fácil.
 
Hasta lo que gusta puede acabar cansando si se abusa de ello y la calidad no acompaña.

Además la lluvia viene fuertemente racheada y ahora que estamos en pleno frente norte, claramente nórdico, viene acompañada de frío por lo que sea la época del año que sea, nuestro fondo de armario deber estar convenientemente equipado para dar cumplida respuesta a todas las latitudes: desde una guayabera a un forro polar de doble capa.



Hace años cuando alguien se acostaba con un nórdico o una nórdica, este/a solía ser de piel blanca y ojos azules.
Con el tiempo cuando alguien se acostaba con un nórdico en realidad lo hacía con un edredón.
Y ahora cuando alguien dice que está en la cama con un/a nórdico/a no pregunto para evitar meter la pata, pero apostaría a que se refiere a la compañía de una novela de género de entre las prolijas novedades de estos días.
Y es que en este país el norte siempre nos ha conducido a la infidelidad, y si no vuelvan a ver las pelís de suecas y compruebenlo.
Y con un pie en el círculo glaciar ártico, con tan poca densidad en las poblaciones, y tanto sortear icebergs tenemos miedo de perder el norte por no entenderlo ni conocerlo como es debido.

¡Que alguien curtido en esos mares nos marque el rumbo!.

¡Que alguien nos preste su rosa de los vientos, por favor, por babor, por estribor y por Thor!

Ahora mismo no hay escaparate de librería, ni artículo de prensa, ni monografico, ni concurso, ni festival, ni blog que se precie que no presente, hable, comente o recomiende literatura de género islandesa, noruega, sueca, finlandesa, rusa, danesa...




Un buen marino nos diría que no es aconsejable bogar a contracorriente. Es tiempo de comer ahumados y caviar.

Llamamiento a la calma. Volveremos a tener noticias de cercanías, si las averías no lo impiden. El sur también existe.

2 comentarios:

  1. Molt bo, he disfrutat llegint-ho. Cada cop millor (ja és dificil).
    Gimmimore
    Bake

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  2. Jordi, estás cargado de razón.Me acosté muchas,muchas veces con Stieg Larsson y acabé con tendinitis.
    El sur es más liviano.

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