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sábado, 18 de diciembre de 2010

Un cadáver a los postres: Navidad en familia

Quien más quien menos se prepara mentalmente para afrontar las festivas comidas y cenas de estas fechas navideñas; esos festines que inseminan la mente con pensamientos obscenos como que alguno de los comensales se podría morir un poquito, eso si, con todo el cariño y sin mala intención.

Está feo alimentar estos bajos instintos, más que nada porque la frustración de su incumplimiento no compensa el buen rato soñado, y combinados con turrón pueden llegar a indigestar.

Por eso más vale tomárselo por el lado bueno. Y les recomiendo que se sienten a la mesa con la familia de género interrobang, no con la propia no con la política, y disfruten de cada uno de sus gags, de cada palabra del guión, de cada elemento de decoración y mobiliario del comedor, de la cocina y de cada una de las habitaciones, del preciso vestuario, de los efectos sonoros y de la caprichosa climatología que regala la particular película:
Un cadáver a los postres” (Murder by death).

No siempre se tiene la suerte de compartir una mesa bien dispuesta con la flor y nata de los/las cinco detectives más chic, más brillantes y caricaturizantes del universo interrobang del momento, a saber: Sam Spade, Nick Charles (ambos de Dashiell Hammet), Hércules Poirot, Jane Marple, (ambos de Agatha Christie) y Charlie Chan (Earl Derr Biggers); claro que en la película son, respectivamente,: Sam Diamond*, Dick Charleston, Milo Perrier, Jessica Marbles y Sidney Wang.

Un cadáver a los postres nace, del dramaturgo Neil Simon, con la idea de ridiculizar los infalibles métodos de los inefables detectives de ficción más conocidos, parodiándolos en una mélange de sus propios argumentos, sus manías y sus tópicos. Finalmente acaba resultando una ingeniosa y brillante reflexión sobre el género y deviene un rendido homenaje que la ha convertido en película de culto.

El inicio, una invitación a resolver un asesinato en un lóbrego y aislado caserón ya da una idea de que se van a suceder situaciones tópicas de género pero cuando entra en acción el mayordomo ciego las situaciones giran a hilarantes, surrealistas, del más puro absurdo y lanzan la película por una serie de pistas llenas de despropósitos que no tienen lógica ni sentido alguno.

Los diálogos son rápidos y brillantes, los juegos de palabras inteligentes, los constantes guiños y las referencias cinematográficas son tan sutiles que si no se lee al respecto o se ve la película varias veces solo pillamos una parte. Como ejemplo, el grito que sirve de timbre de la puerta es el proferido por Fay Wray en el King Kong en blanco y negro. ¿Es o no es sutil el guiño?.

Los actores y actrices están impagables y aunque Alec Guinnes sobresale y de que manera, hay que agradecer a Peter Falk, David Niven, Elsa Lanchester, Truman Capote, Maggie Smith, Peter Sellers y el resto, que se avinieran a una interpretación colectiva sin dívinos protagonistas y se prestaran a ser ridiculizados al desnudar los puntos más débiles y tics de sus personajes y de sus alter ego de otros films.

Una inmejorable cena en familia. Den la receta a su entorno, se lo agradecerán.
*Spade y Diamond son, respectivamente picas y diamantes en la baraja francesa, de ahí la analogía al buscar apellido.

2 comentarios:

  1. Una de mis pelis favoritas, inolvidable la no-conversación entre el mayordomo ciego y la criada sordomuda.

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  2. Es de las mejores películas que he visto de comedia del cine negro.
    Un gran clásico sin duda.

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