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viernes, 8 de noviembre de 2013

Muerte entre los viñedos de Jean Pierre Alaux y Nöel Balen

Una mañana de diciembre Louis y Léonie Lacombe, matrimonio septuagenario, aparecen dormidos, juntos, en su cama, en ese particular sueño del que ya no se despierta. Y por los visibles signos de estrangulamiento en ambos queda claro que su paso al sueño eterno ha sido inducido.

En primavera habían celebrado sus bodas de oro (lo que explica el título original: Noces d’or a Yquem) y en el pueblo nadie entiende que les haya pasado algo así, ni sospechan quien ni por que puede haberlo hecho.

La estimada pareja solo tiene a Léa por todo familiar, su nieta, ahora mayor y alejada, que cuando tenía solo dos años le dejaron su hijo Pierre y su mujer Françoise el día que decidieron suicidarse por no poder afrontar su catástrofe financiera.

Treinta años trabajando para el señor conde. En Yquem. Treinta años doblando el espinazo en el Sauternais donde se vendimia recogiendo grano a grano: pepitas de oro en forma de uvas. 

Treinta años llenos de recuerdos que los identificaban como vendimiadores de élite.

Treinta cosechas de Château d’Yquem. Esa peculiar bodega cuyos vinos, sobre todo los que tienen antigüedad de varias generaciones, son considerados obras de arte y cuyos precios pueden alcanzar las nubes.

Benjamin Cooker, es un prestigioso enólogo británico que pasa más tiempo en Burdeos que en el nebuloso Londres, es el autor de la Guía Cooker de vinos, y usa, para sus anotaciones, una pluma estilográfica Parker (todo un guiño) regalo de su hija Margaux (otro más).

Tiene además del vino, la comida y los puros una morbosa afición por inmiscuirse en intrigas policiales de casos delictivos, por lo que al enterarse del suceso del matrimonio Lacombe y con la ayuda de su joven aprendiz y también enólogo Virgile Lanssien no pierde un instante en investigar el asunto.

Cuenta con el consentimiento tácito del comisario Barbaroux, amigo y contertuliano, y el caso lo lleva a regresar, con gran placer, a una de sus zonas vinícolas preferidas.

La novela habla del Sauternais y de como se alían la niebla y el sol para ir provocando esa sublime podredumbre tan imprescindible para que el milagro se produzca y de unos simples granos de uva, convenientemente mimados y algo de misterio, se acabe obteniendo un zumo denso de increíble y delicioso aroma. Oro liquido. Otrora clara respuesta a la búsqueda incesante de los alquimistas.

La novela habla de los procesos de transformación y crianza, de los graduales cambios perfectamente supervisados, de los aromas vegetales primero a los frutales después para acabar dando paso a unos ligeros especiados suaves. Y de como las añadas ofrecen sutiles variaciones en su sabor y en la presencia de mayor o menor contenido aromático incluso de maderas.

Lamentablemente la novela olvida rápidamente la trama policial que queda en un segundo plano y que va resolviéndose casi por si sola, relegada, ante esos pesos pesados, como si fuera un simple vino de mesa.

Se espera más de una primera novela policíaca de lo que ésta ofrece. A lo mejor es una cepa recién plantada y hay que esperar aún un tiempo a que evolucione y nos de frutos. En esta primera cepa, la poda se ha hecho mal, la recolección a destiempo, el despalillado sin pulcritud, la barrica demasiado usada y el tiempo en botella insuficiente. El resultado es un vino, perdón, una novela sin los aromas ni el sabor que hubiera tenido con un tratamiento más criminal.

Como sea que esta novela interesará más por su contenido enológico que policial (es una de esas novelas ideal para ser bebida más que leída), se recogen aquí la mayoría de referencias vinícolas citadas (no olviden que en Francia tiene más importancia la bodega y el terroir, que el propio nombre del vino, de ahí que cuando se hable de ellos se cite indistintamente uno u otro): Lillet, Château Rieussec, Cahors, Château de Rayne Vigneau, Saussignac, Châteu de France, Mas Amiel y por supuestísimo Château d’Yquem.

La novela es un canto al vino Sauternes. Páginas y páginas enteras elogiando y describiendo el paisaje de la región, sus colinas, su climatología, esos bancos de niebla tan pronto densa como deshilachada, sus cultivos, cuidados, recolección y proceso de fermentación y como no las notorias sensaciones en vista, nariz y boca y el proceso de cata para su degustación y disfrute.

Por lo que si son de la opinión, como yo, de que un buen Sauternes es uno de los mejores vinos que se puede y se debe beber, esta es su novela. Para leer policial hay que buscar en otras partes.

Para Benjamin Cooker, el enólogo detective protagonista de esta novela Muerte entre los viñedos, y de toda la serie: “la verdad está al fondo de la copa”. Es su opinión y la comparto, claro que siempre que sea yo quien la haya vaciado.

Más de veinte novelas escritas por Jean Pierre Alaux y Nöel Balen y protagonizadas por este cincuentón barrigudo y sus correspondientes adaptaciones televisivas ‘Le sang de la vigne’ lo han convertido en una suerte de nuevo Maigret para los franceses. Sus razones tendrán. Aquí les dejo un enlace para conocer más sobre ello. 

Que ustedes lo beban bien.


Tengo en el botellero la segunda novela de la serie esperando ser descorchada: La misteriosa botella de Petrus; ya les contaré a que sabe. El Petrus no, la novela. Mi presupuesto solo alcanza para el papel. El de la etiqueta quería decir.

2 comentarios:

  1. La novela me pareció aburrida y sin entenderle al final, me hizo dormirme cada vez que quería leerla. Mi blog Memorias de Cultura y Libros

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    1. Entiendo tu frustración si buscabas una novela policiaca de corte clásico. Creo que en mi reseña lo dejo claro. En esta novela se disfruta su componente enólogo pero incluso en ese aspecto exige un paladar entrenado, no todos los días se puede degustar un Château d'Yquem ;-)

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