Lágrimas de moai |
¿Acaso no lloran las
islas? La novela El llanto de la Isla de
Pascua nos confirma que si.
Rapa Nui o Isla de Pascua, no es más que un pedacito de tierra en medio del Océano
Pacífico a 3.700 kilómetros del continente sudamericano. Tiene forma de
triángulo rectángulo y posiciona un volcán, apagado, en cada uno de sus
vértices.
Isla de Pascua porque
Jakob Roggeveen puso pie en ella el 5 de abril de 1722, festividad de la Pascua
de Resurección.
Alejada de todo y
de todos tiene el honor de albergar una cultura tan misteriosa y sugerente como ancestral manifestada
especialmente en su arquitectura, la escultura moai, gigantesca y distinta de
cualquier otra conocida y una enigmática escritura, rongo rongo, aún hoy no
descifrada y por lo que parece puede no llegar a serlo nunca.
Rapa Nui tiene
motivos para llorar. Su vida no ha sido nada fácil y ha sufrido violaciones,
abusos y vejaciones de los que ha sabido recuperarse y erguirse con los ojos mirando
al cielo, Mata ki te rangi, desafiando el destino.
Te pito o te henua, el ombligo del mundo, es como una protuberancia en la inmensidad
azul. Es una isla de bolsillo única en su especie. Es un gran misterio vivo.
El llanto de la Isla de Pascua es una novela policiaca porqué tiene un
asesinato, en la persona de uno de los integrantes de una expedición
arqueológica sufragada desde Noruega; pero aprovecha este hecho para desgranar
emociones y poner en contexto lo que se sabe y lo que se imagina de esta isla,
de su historia y su cultura, todo en clave de novela de aventuras muy dinámica.
Símbolo de la tortuga |
La expedición la
componen Erik Solsvik, noruego y director del equipo, Hans Ottomayer, alemán,
Germán Luzón de Estrada, español y Sonia Rapu, una joven arqueóloga local,
ayudados por el capataz, de una plantilla de doce nativos, Reinaldo Tepano.
La investigación
policial de la mano del comisario, de la Brigada de Investigación Criminal,
Esteban Villegas avanza a paso de tortuga y no tiene visos de esclarecerse.
Una vez más se
denuncia a los conquistadores, bárbaros que con la excusa de la colonización,
son capaces de las más crueles atrocidades al considerar a los nativos poco más
que animales.
Una vez más se
evidencia a los religiosos, que amparados por su verdad de ser interlocutores
del dios verdadero, son capaces de destruir cualquier elemento cultural de gran
valor antropológico tachándolo de pagano.
El autor José Vicente Alfaro |
José Vicente Alfaro ha construido una novela estructurada en tres
voces narrativas. Una voz en off narra retazos de la historia antigua de los
primeros habitantes; la voz en primera persona del protagonista, el arqueólogo
español Germán Luzón de Estrada, narra en tiempo presente lo que va sucediendo
y él mismo con voz impostada, explica a Maeva, una chiquilla nativa de 10 años
con gran interés por saber de sus orígenes, aquello que los científicos han
recopilado hasta el momento.
Así pues la
novela ofrece diversos niveles de lectura en los que ninguno de los tres
desmerece y todos atrapan la atención, cada uno por sus propias razones.
El autor escribe
con la facilidad del que susurra una historia al lado de una hoguera. Y es
capaz de contar cuentos y verdades sin caer en tecnicismos y manteniendo viva
la atención por la aventura y el interés por lo científico en una novela rica
en matices y humanidad, con enigmas del pasado y reivindicaciones del presente;
relajada, curiosa e interesante.
Además de ofrecer
a aventureros y viajeros impenitentes una maravillosa razón para plantearse una
estancia en la isla (con la novela en el equipaje sin dudarlo para localizar
los escenarios in situ).