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miércoles, 7 de enero de 2015

Los secretos de San Gervasio de Carlos Pujol

Ser infalible o no serlo. He ahí el dilema
En la novela Los secretos de San Gervasio se realza el aspecto más existencialista de la naturaleza de Sherlock Holmes. Y lo vuelve sorpresivamente más humano de lo habitual.

Y humanizar significa debilidad.

Y para ello se entretiene en demostrar que cuando el análisis basado en el razonamiento no alcanza a encontrar la solución adecuada al problema, sobreviene la frustración.

Y los sentimientos de angustia y desesperación luchan por apoderarse del control mental a un tris del desequilibrio emocional.

Aunque un Sherlock Holmes impertérrito disuelva el delicado momento agitando la mano del mismo modo como agita el aire para disolver del humo de su pipa.

Sherlock Holmes y Watson ven turbada la paz de su domicilio londinense por una pareja de hermanas que imploran su ayuda para localizar a su padre desaparecido.

Aunque Sherlock sospecha que en el encargo hay más escondido que lo que se deja ver, y hay más mentiras que medias verdades, no duda en embarcarse, nunca mejor dicho, con Watson en este nuevo caso que tiene su nudo en Barcelona y más concretamente en un pueblecito cercano llamado San Gervasio (tan cercano que con el tiempo sería absorbido por el crecimiento de la metrópoli y anexado como barrio).

Dos ingleses muy ingleses en una ciudad mediterránea es combinar un me temo que tendré que pasar por aquí si me permite, con aparta que voy.

O el alzamiento de cejas desdeñoso como toda respuesta a un comentario impropio estando en grupo con un hablar todos a la vez empleando palabras sonrojantes y en un tono dos octavas más alto de lo que sugiere las normas más básicas de cortesía y urbanidad.

Más allá de esta controversia en formas de entender y vivir la vida, que enriquece la amplitud de miras, la parte de investigación policial queda en segundo plano; no se desarrolla en su plenitud como si hubiere falta de ideas.

Nada más lejos de la realidad, el autor juega adrede a plantear esa divergencia.

Y la lleva hasta el extremo. Pues incluso el final, decepcionantemente inesperado para un lector convencional de las novelas que tienen al tándem Holmes Watson como protagonistas; resulta en cambio sorprendentemente malicioso para quien siempre ha dudado de la infalibilidad de sus dotes detectivescas y ha deseado incluso su fracaso.

Servicio de Omnibus de Barcelona a pueblos lindantes
Los secretos de San Gervasio nada tiene que ver con santos ni con religión. Es una novela costumbrista que aprovecha la presencia de los dos extranjeros para mostrar a través de su mirada y explicar a través de su encorsetada capacidad de comprensión, el quehacer diario de las gentes que habitan en el pueblo y que tienen a Barcelona y al mar Mediterráneo a poca distancia de ómnibus.

Todo un calidoscopio arriesgado al combinar ambos géneros del que el autor sale airoso aunque tenga momentos de tensión baja con amenaza de desmayo, perfectamente mimetizados con el exceso de calor ambiental que aconseja andarse con lentitud.

El comportamiento en privado y en público, en conversaciones y en forma de vestir, los ingredientes de las comidas y su forma de ingesta en familia y con visitas, la educación de los niños, las ceremonias religiosas. Todo se expone como ropa tendida al sol, con sutil ironía británica.

Y se vale para ello de una inusitada selección de personajes secundarios a cual más extravagante para deleite de los devaneos analíticos de Sherlock Holmes y evidente desesperación de Watson. Incluso Arthur Conan Doyle se convierte en un personaje mencionado, lo que resulta inteligente y poco habitual.

El crimen, el delito sirven también para ilustrar los métodos de investigación de la policía local en contraposición a los que emplearía el inspector Lestrade.

A causa de su final o a pesar de él pero sobre todo debido a él que de alguna forma traiciona el espíritu lógico de la obra uno no sabe si enfadarse o regocijarse al completar la lectura. En cualquier caso es motivo destacado y original.

Carlos Pujol (1934-2012)
Carlos Pujol Jaumandreu, el autor, filólogo e historiador barcelonés, se vale de su experiencia como reputado traductor multilingüe para captar perfectamente el tono original de las obras del detective Sherlock Holmes y transcribir perfectamente su forma y modo de hablar cuidando al máximo el lenguaje y la construcción gramatical para hacerlo veraz en la época y en sus descripciones de situación y ambientes con rigurosidad histórica.

Nadie que lo lea sospechará que esté ante un brillante apócrifo, uno más de los tantos que alimentan la necesidad de disponer de más lectura sobre Holmes que la que dejó escrita Arthur Conan Doyle.



4 comentarios:

  1. Interesante. Además me viene al pelo para preguntar una duda que siempre me asalta en este tipo de libros... ¿se puede usar el personaje de Sherlock Holmes con libertad? quiero decir, sin necesidad de pedir permiso a quién posea los derechos y pagar o no por ello.
    Como siempre un placer leerte, Jordi.

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    1. Buff! vaya pregunta: no tengo ni idea. Temas legales siempre confusos y dependiendo del país ¿Estás pensando un guión con su presencia? ;-)

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    2. Un guión o una historia corta. Siempre me ha fascinado el personaje y como veo que hay un montón de historias apócrifas, me preguntaba si podría poner mi granito de arena. :D

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    3. Supongo que el Círculo Holmes de Barcelona te podrá informar con todo detalle de estos entresijos: http://www.circuloholmes.org.es/Home/_H4QS29qxa70sDmpX5k8Q7Y5huyjrGmC1u5DggJPlMBkk0Q96jMJXNg
      Suerte!

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