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lunes, 9 de febrero de 2015

Los cuerpos extraños de Lorenzo Silva


En Los cuerpos extraños, Vila
y Chamorro se comen una paella
Es domingo, día de descanso dominical, día para honrar al señor en muchas de las religiones que confortan a sus fieles, día para compartir con la familia.

Día de celebración como lo está disfrutando Rubén Bevilacqua, el brigada de la Guardia Civil protagonista de, con esta, una serie de ya ocho novelas publicadas.

Rubén Bevilacqua, Vila para facilitar la mención de su italiano apellido, ve turbado el placer de la fiesta por la llamada de un superior con la denuncia de un asesinato. Se ve que no todo el mundo descansa en domingo.

Y rápidamente convoca a la sargento Virginia Chamorro y el guardia Arnau para desplazarse a la costa valenciana donde le esperan para traspasarle la responsabilidad de las investigaciones.

En esta ocasión Vila y su equipo van a enfrentarse a un caso de esos que sacuden cada día la conciencia ciudadana, encienden ira e impotencia y son fábrica involuntaria pero de incidencia directa de nuevos indignados.

Van a enfrentarse con el asesinato de una alcaldesa liberal, Karen Ortí Hansen, en el amplio significado del calificativo tal vez por sus genes europeos, y van a encontrarse con un ambiente enrarecido con distintas líneas de investigación, envidias, lujuria, arribismo, especulación y corrupción, todas factibles y todas sentadas a la mesa de juego donde las apuestas son altas y sólo se admiten jugadores por invitación.

Lorenzo Silva sigue poniendo en boca de sus mangas verdes ese lenguaje castrense en exceso trufado de ribetes castizos y rancias coletillas; y a buen seguro que las nuevas hornadas de números de este cuerpo ya las han trascendido y tal vez preferirían verlo renovado.

Y lo emplea para articular una novela negra, una de las más flojas de la serie, de denuncia social que bebe en exceso del momento actual, y que pierde por momentos su norte que ha de ser fabular dentro de la realidad, y que ofrece poco suspense policíaco al ser fácilmente detectado hacia donde apunta la culpabilidad al momento de haber oído a todos los protagonistas.

La fenomenología delictiva basada en la especulación, el favoritismo, la connivencia, el nepotismo, la corrupción y la prevaricación ha calado en la calle y en los hogares, alimentada desde los medios, ya sea tratándola en noticias, temas de debates y tertulias de televisión y de radio y artículos en los periódicos, y por tanto está tan imbuida en la cotidianeidad que ha conseguido casi desplazar los temas recurrentemente habituales en barras de bares, comidas de trabajo y alrededor de la mesa familiar.

 
Es por eso, por esa saturación, por esa proximidad, por esa recurrencia, por las que si la novela negra trata estos mismos temas del presente y el lector los lee en el mismo tiempo presente, el mismo tiempo en que se está divulgando por los medios: la realidad y la ficción tienden a confundirse.

Y eso aleja la intención inicial de tomarse la lectura de una novela como momento de evasión. Uno lee esta novela y ve un programa de televisión y ya no sabe cual protagonista es el de la novela y cual el de la realidad. Demasiado próximo el tema para tomar perspectiva. O al menos es lo que a mi me ha sucedido.

La novela adolece de mucho formalismo castrense, lo que le da veracidad a las situaciones y a los diálogos entre agentes pero le resta la frescura que sobresalía en las primeras novelas de la serie. Será que ésta, como los personajes, también envejece.

La BSO la pone Franco Battiato y su Se mai y si quieren poner en su móvil el tono que tiene Vila ya saben: Primer movimiento de la Quinta de Mahler.

Del mismo autor y aquí, reseña de La marca del meridiano

6 comentarios:

  1. Veo que coincides con algunas otras reseñas que ven un desgaste en la saga. Yo no la he leído, pero es la que me falta para completarla.
    No sé si al final lo haré. Veré.

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    1. Por una, no la dejes ;-) todos envejecemos ;-) pero, si, se nota el desgaste y no creo que sea por falta de recursos del autor sino más bien parece que le pesen los personajes. Veremos la próxima.
      Saludos!

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  2. Todavía tengo pendiente (por falta de tiempo no de interés) la de El Blog del Inquisidor que me mandaste. A ver si le puedo meter mano cuando acabe con La Tristeza del Samurai.
    Un placer leerte como siempre, Jordi.

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    1. El eterno problema de la falta de tiempo para dedicarlo a actos placenteros se soluciona siendo único acertante de una primitiva ;-)

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