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jueves, 9 de julio de 2015

Almas grises de Philippe Claudel

"Qué dificil es matar
a los muertos"
Abordar la lectura de Almas grises creyéndola una novela negra sería inapropiado y llevaría a decepción, pero también lo sería creer que no lo es: la negrura de la historia así lo justifica aunque ni en su desarrollo ni en su resolución se sigan los cánones establecidos y el asesinato acabe siendo solo una excusa para desarrollar una historia costumbrista no exenta de intriga policial.

Finales de la primera guerra mundial en Francia, diciembre de 1917, la desolación vive instalada en los pueblos y en los campos envolviéndolo todo de gris. También se ha instalado en el cuerpo de los combatientes y de los lugareños. Se ha apoderado de sus almas. Almas grises.

Belle (Belle de jour para los más idílicos) ya no es más que un precioso cadáver. Una princesa de cuento. El cuerpo sin vida de quien a sus diez años debería bailar y saltar y reír y no yacer en aguas gélidas. Las princesas, cuando son niñas, no deberían morir.

Un cadáver en aguas gélidas
Un asesinato en un villorrio al norte de Francia próximo al frente donde se libran batallas y donde los campos están sembrados de cadáveres. Donde Belle, forzada por las circunstancias, ha madurado demasiado deprisa y trabaja ayudando en el restaurante de su padre, El Rébillon.

Su menudo cuerpo, objeto de deseo; su pícaro comportamiento promesa de placer. Toda ella expuesta a los ojos de la desesperación y del miedo por la guerra y sus consecuencias.

El ritmo narrativo se sustenta en la crónica que de los hechos relata, veinte años después, alguien que estuvo muy implicado en el Caso ”subrayando la mayúscula con suspiros y aspavientos”. Sus revelaciones presentan aquellos hechos y aquella realidad desde otro ángulo y exponen lo que tal vez nadie sospechó.

Almas grises hace referencia a la condición humana cuando la indeterminación se apodera de los actos; cuando es más fácil dejarse llevar que afrontar las situaciones. Cuando ser vencido resulta más cómodo y menos cansado que luchar por una supervivencia improbable.

Philippe Claudel
El lenguaje que emplea Philippe Claudel, narrado en primera persona, es comedido para todo el horror y dolor lo que describe: cobardía, hipocresía, envidia, pérdida de la inocencia, complacencia y maldad.

Narra los acontecimientos y explica las sensaciones evocándolos a partir de sus personajes y empleando para ello una prosa poética rellena de ausencias.

Emplea este recurso literario como medio para describir lo más sórdido. Lo que permite al lector sobrellevar la hiriente dureza de la historia con más facilidad.

La novela resulta compleja pero no complicada. Cada personaje de la obra: el policía, su mujer, el fiscal, su criada, la maestra, el padre de Belle, el tonto del pueblo, la vendedora de pieles, la viuda, el párroco, el juez y el coronel y más que alimentan esta historia son ejemplo vivo del egoísmo de los seres humanos frente al comportamiento más primario pero más noble de otros seres vivos no racionales.

Como lo sostiene la pantomima de decidir un veredicto, tan determinante que supone que alguien viva o muera, en medio de un banquete al calor del vino y de la calefacción, mientras en el exterior quien espera justicia sufre torturas soportando temperaturas absolutamente gélidas. Feroz resumen que viene a ratificar aquello que el hombre es un lobo para el hombre.

Qué difícil es matar a los muertos

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