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miércoles, 1 de julio de 2015

Los crímenes del abecedario de Esteban Navarro

En Los crímenes del abecedario se suceden una serie de asesinatos que suponen el resultado de una conducta apoyada en un simbolismo y un planteamiento meticuloso. Quien asesina está usando la inteligencia y la lógica. Una intelectualidad sometida a bajas y abyectas pasiones.

Todo un desafío para la investigación policial. No es solo un asesino más, sino que por añadidura demuestra ser ocurrente y listo, como demuestra el modo de seleccionar a sus víctimas; y culto: no todo el mundo ha leído a Sade ni oído hablar de Justine; y sádico: no todo el mundo busca el placer infringiendo dolor ni forzando el sexo.

La joven agente Diana Dávila, en su segunda novela, y su jefa Arancha Arenzana van a llevar el peso de esa investigación a pesar de que ciertas reminiscencias machistas entre sus compañeros, incluso jefes, intenten dinamitarlo La discriminación presente en todos los estamentos.

En la novela se entremezclan hábilmente no solo estos asesinatos sino el empleo de las redes sociales y el uso y acceso creativo a otros medios, que requerirían de permiso judicial, para fines policiales y no se esconden tampoco actividades corruptas entre los miembros de las fuerzas del orden. Todo un compendio de sub tramas que enriquecen el argumento y lo llenan de contenido.

El pero está en la repetición de conceptos, situaciones, función de los protagonistas... tan innecesaria que resulta molesta. Tan notoria que se diría que se concibió como una novela por entregas y que con la reiteración se pretende a ayudar al lector a no perder el hilo. Una lástima que la lectura de revisión lo pasara por alto y que no puliera estos aspectos y mejorara así su legibilidad que no sufre pero no corre lo que debiera.

Es como servir una elaborada sopa y ofrecer un tenedor para degustarla: una parte se pierde por el camino y desdibuja su finalidad.

También debe apuntarse en el debe que recordemos más a las dos protagonistas femeninas de la novela por su connotación y atractivo sexual y sus deseos no siempre contenidos que por su profesionalidad, inteligencia y valentía. Cualidades que se les imputan pero que no se desarrollan y no se reflejan. El cliché empleado para definirlas debería de haber permanecido cerrado en el cajón del olvido (por no hablar de la selección de la imagen de la cubierta).

Esteban Navarro no exprime del argumento todo su potencial, que lo tiene, y relaja su capacidad narrativa al escribir permitiendo que se le cuelen tics impropios de su experiencia.

Soslayando estos aspectos, la trama resulta interesante porque juega al despiste, porque enfrenta al lector, a la par que a todo el equipo policial, a una mente juguetona solo que abocada al lado oscuro y porque consigue mantener el interés hasta el mismo punto final.

Del mismo autor, Esteban Navarro y en este mismo blog la reseña de Los fresones rojos



2 comentarios:

  1. Deduzco de tus palabras que es mejor buscar en otros pastos ;D
    ¡Como siempre un placer leerte, Jordi!

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