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lunes, 17 de agosto de 2015

El filo azul de la medianoche de Jonathon King

El filo azul de la medianoche
tiene una luz muy especial en
Los Everglades
Por mucho que nos alejemos de la zona donde se generó el conflicto que nos reconcome, si éste lo llevamos en nuestro interior no solo no conseguimos deshacernos de él sino que por el contrario se enraíza tan profundamente que su superación se torna cada vez más difícil. Y al arrancarlo, inevitablemente se llevará un trozo de nosotros. Y cuanto más tardemos más doloroso y mayor será el estropicio.

Los Everglades, en Florida, esa zona de vida animal salvaje y esa zona de vida humana discontinuada. Donde las relaciones son escasas, hurañas y casi huérfanas de sentimientos. Donde la supervivencia es la única verdad; para todas las especies que los habitan ya sean seres racionales e irracionales, pequeños o grandes.

A todas horas la luz escasea filtrada y retenida por las hojas y las ramas de una vegetación exuberante y dominadora que provoca un ambiente sombrío; lúgubre en muchos sitios y tenebroso y aterrador en otros.

En el interior de ese micro cosmos el aire es pura humedad y los mosquitos unos de sus más felices habitantes. Los caimanes también pero por otras razones.

En los Everglades se vive aislado del resto del mundo, e incluso de los propios vecinos. Sus precarios residentes malviven en cabañas de maderas viejas y estriadas. Higiene, comodidad y placer son palabras que cobran muy distinto significado al convencional.

Max Freeman metro noventa, noventa kilos de peso ex jugador de fútbol americano y ex sparring de boxeo, es ahora también un ex policía que lleva una vida ascética en ese escondrijo.

Canoa Voyager en una zona abierta de Los Everglades
Con el aislamiento busca reencontrarse a si mismo y con el ejercicio en su canoa Voyager, el cansancio físico que le ayude a aquietar sus pensamientos e impida a su mente recordar porque está aquí: un homicidio en defensa propia. La víctima: un niño.

Huyó de la zona de conflicto y el conflicto lo lleva en su interior.

Pero cuando en una de sus sesiones de remo descubre el cuerpo de una niña muerta en un brazo de río, su instinto policial aflora a la superficie como ese cuerpo inocente y participa de una investigación cuyas pautas le son conocidas.

Y por si tuviera dudas de haber elegido participar o le faltaran razones algo sucede que le supone el empujón definitivo a caer en el horror.

La trama de la novela es angustiosa y asfixiante más por mérito del particular habitat donde transcurre que por su propio argumento que no deja de ser recurrente en el género y arquetípico en sus protagonistas y situaciones.

La trama se nutre de esa humedad y de ese hosco entorno para presentar unos personajes duros, desconfiados y hostiles y avanza, desaprovechando mimetizarse con la sinuosidad del terreno donde transcurre, de forma demasiado lineal lo que hace previsible su evolución.

Jonathon King ha escrito una novela negra que se lee en formato thriller; consigue que veamos los Everglades como un ser vivo, un protagonista más. De hecho, el protagonista principal que se come el protagonismo tanto de Max Freeman como de su abogado Billy Manchester, un secundario de lujo poco aprovechado (habrá que ver su continuidad en la serie).

Con esta novela ganó el premio Edgar.

Como guiño, nótese que a Max Freeman le gusta el pintor flamenco llamado El Bosco.

2 comentarios:

  1. La elección de un buen escenario para contar tu historia siempre es un punto a favor del que lo escribe, aunque luego no le sepa sacar todo el partido como parece que es el caso, ¿no?
    ¡Un placer leerte como siempre, Jordi!

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    1. Los tópicos siempre son un lastre y si te mueves por el agua pueden vararte cuando no hundirte ;-)

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