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martes, 4 de agosto de 2015

El juego de Ripper de Isabel Allende

Para un autor, por muy consagrado que sea, tocar un género distinto al habitual es entrar siempre en terreno desconocido y hostil. No es lo mismo tocar el saxo barítono que la trompeta aunque ambos sean instrumentos musicales y de viento metal para más añadidura.

Como también es distinto tocar en un cuarteto de jazz que en una orquesta sinfónica. Aunque el instrumento, el piano pongamos por caso, sea el mismo.

La capacidad creativa y el arte de la narración suelen envejecer junto al autor y, como todo en la vida, hay quien envejece bien y hay quien solo regular.

Tal vez mal aconsejada, tal vez para reírse de unas pautas de redacción, quizás en un arrebato de demostración particular de que si se puede o simplemente para engrosar ingresos, Isabel Allende ha abandonado su umbral de confort para intentar una aventura cuyo resultado no ha obtenido, para los lectores avezados en el género, más que un simple aprobado.

Ya el descansar el peso de la investigación en jóvenes adolescentes resta tensión a la trama o la equipara a la que podría ofrecernos una aventura de Los Cinco. Unos cinco modernizados ya que ahora hay ordenadores e internet por medio.

El juego de Ripper hace honor al famoso asesino que encumbró Whitechapel y lo puso en el mapa del interrobang. Aunque solo es el juego al que juegan los adolescentes por ordenador y que acabaran saliendo de lo imaginativo y entraran en el mundo del asesinato real.

Hay algo en esa novela de aquella Isabel Allende de La casa de los espíritus, hay resquicios de ingenio pero hay que buscarlos agazapados entre cortinas de insustancial verborrea que llena páginas sin saber muy bien para que o para quien.

Isabel Allende ha escrito una de sus novelas, más de sus últimas que de sus primeras, para público más juvenil y menos adulto. Ha empezado como una novela costumbrista que gira a novela negra y que gira a thriller y entre tantas tramas subordinadas se pierde el norte.

Como novela negra y por sí sola, la trama policial podría haber dado juego pero queda tan enmascarada por el entorno que se diluye y apenas sabe a nada. Como diluir una aspirina en el Océano Pacífico y tomar luego quince gotas esperando que haga efecto.

Terrible esta moda de apuntarse a escribir novela negra. Deja en evidencia las puntadas de quien no sirve para un roto igual que para un descosido. A Isabel Allende la recordaremos siempre por sus primeras obras y aquí paz y después gloria.

4 comentarios:

  1. ¡Lo negro está de moda! :D En fin, me da que esta no va a caer en mis manos por lo que comentas.
    ¡Un placer leerte como siempre, Jordi!

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  2. Ya tenía decidido que no la iba a leer y se confirma con tu reseña.
    Saludos

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    1. Es una muy buena escritora pero aqui no luce nada.
      Saludos!

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