Oscuridad y de repente un flash de luz
que dura unos pocos segundos permite entrever una escena y unos personajes. Fundido
en negro y un nuevo flash ilumina ahora otra escena distinta con distintos
personajes. Otro fundido y otro flash. Y así va avanzando la novela.
Dime algo sucio es una novela negra que no responde a los
cánones tradicionales; no tiene investigación policial aunque tenga sicario,
aunque haya habido violación y haya cadáveres.
Los hechos son narrados y expuestos al
estilo de la novela negra japonesa y como mucho algunos se explican y otros se dejan
a la interpretación.
Una novela negra que lo es por lo que en
ella acontece; por sus desmadejados protagonistas, sus ansiedades y sus deseos;
por el entorno y el desarraigo. No busca justicia, no persigue denuncia y solo
se limita a exponer un fresco social.
Cada capítulo va desarrollando unas
vivencias de forma inconexa; breves apuntes que iluminan con mortecina luz
vidas que transcurren en paralelo. Cada vida es un mundo y cada vida tiene su
propia historia.
Y esas historias simultáneas poco a poco
se van entrecruzando para configurar un gran mosaico que al final ofrece una
visión completa y por ello una perspectiva distinta de lo que se ha ido
contando.
Los personajes viven sus anodinas vidas
con intensidad y todos comparten el sueño de remontar ¿no es acaso ese deseo
inherente a la condición humana? Cada cual, con su propia escala de valores,
determina sus prioridades: sexo, amor, dinero, libertad; todo lo que mueve el
mundo y que algunos gozan y otros sufren.
Un vendedor de una tienda de armas con pareja
estable que desea alguien más joven para una aventura, una preadolescente que busca una relación con
suspense, un taxista ético, unos jóvenes que viven su amor con intensidad, una
abuela deliciosamente senil, una joven despechada por el amor de su vida, un
fotógrafo casi retirado, un africano que arrastra su manta y el material
falsificado como quien arrastra kilos y kilos de frustración y rabia a partes
iguales…
Para algunos de ellos la suerte final ya
ha sido echada y les ha salido cruz y moriran; los otros han tenido suerte y
seguirán vivos ¿o la suerte la han tenido los muertos?
Diego Ameixeiras, el autor, ha decidido
quienes deben vivir y quienes no y lo ha contado de tal modo para que sepamos
que el desenlace podría haber sido cualquier otro y que incluso nosotros,
ajenos al argumento, no estamos exentos de sufrirlo.
El autor ha plasmado realidad en un
mosaico costumbrista y le ha salido crudo no por provocar sino porqué la vida,
y más en los arrabales de una ciudad, sea esa Oregón que no es otra que Ourense
o cualquier otra, es así.
Y lo cuenta con economía de medios, sin
palabrería y con los adjetivos precisos que por si mismos contienen frases
enteras tal como funciona la poesía y tal como sería si ésta estuviese escrita
en prosa.
Es un sentido y hermoso blues urbano.
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