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lunes, 20 de junio de 2016

Jazzuela: Jazz y Rayuela. Julio Cortázar y Pilar Peyrats

Jazzuela neologismo que fusiona
Jazz y Rayuela
Jazzuela es un conseguido logro de Pilar Peyrats de aunar el inabarcable universo donde, como dos ríos que mezclan sus aguas, coexisten el simbolismo existencialista, melancólico e introvertido, notas sincopadas y a menudo improvisadas de los textos de Julio Cortázar y las composiciones musicales de libre factura de grandes clásicos del jazz encontradas en Rayuela.

Jazzuela es el neologismo que genera Pilar Peyrats a partir de la fusión de Jazz y Rayuela.

En Rayuela se habla de jazz, se escucha jazz, se respira jazz. En Jazzuela, cd de audio con texto, se escucha jazz y se siente jazz.

Hay otras referencias al jazz en otras narraciones y novelas de Julio Cortázar pero Rayuela es jazz; por su estructura, por su contenido y sobre todo por su swing.

Rayuela merece y necesita mucho espacio solo para comentarla imagínense para analizarla. Da para una tesis. Así que ahí queda la referencia solo para relacionarla con el jazz y a este con la novela policíaca en el universo de Cortázar.

De hecho no solo Rayuela sino toda la literatura de Cortázar es jazz. Julio Cortázar procura escribir lo que se le ocurre en función de lo que le sugiere donde está, improvisa, inventa, se adecua a su estado de ánimo del momento y busca e investiga sin saber qué ni porqué, solo por el placer de entusiasmarse y por sentir la fascinación que produce el descubrir.

Notas musicales, notas de texto: todas suenan; lo importante es que haya armonía y todo tenga sentido, aunque sea difícil de apreciar y no esté al alcance más que de unos pocos cronopios. En el jazz el tiempo lo es todo.

Y los músicos de jazz y Julio Cortázar tienen en común que tratan el tiempo de forma no lineal en sus composiciones artísticas, ya sea música o literatura.

Un cronopio es un reloj de sol en el que suenan notas musicales en lugar de señalar horas.

Julio Cortázar
Julio Cortázar admira a Edgar Allan Poe y hay referencia a la novela policial en su obra. Tal vez porqué en su juventud, de los 18 a los 28, leyó todo lo esencial del género llegando a tal punto de erudición que se atrevió con un artículo que tituló Bibliografía Crítica del Género Policial para una revista cuyo primer número nunca llegó a publicarse. Quien sabe si eso hubiera marcado otra evolución en su literatura.

Pero superada esa etapa abandona la lectura de género aunque mantiene la admiración por Poe y su economía de medios. Esa redondez del cuento policial donde hay que rellenar con substancia y primando la brevedad el espacio entre el inicio y el desenlace.

Hay dos narraciones de Cortázar calificables de policíacas: ‘Continuidad de los parques’ del libro Final del juego (1956) y ‘La noche del Mantequilla’ del libro Alguien que anda por ahí (1977)

En ‘La noche del Mantequilla’ la estructura, más de novela negra, responde a cierto clasicismo tópico, aunque en Cortázar esto es paradoja, al emplear temáticas propia del submundo corrupto que une política y boxeo.

Pero es en ’Continuidad de los parques’ donde se muestra toda su capacidad creativa y su transgresión del convencionalismo al romper la barrera entre realidad y ficción.

'Continuidad en los parques' es una brevísima narración que contiene las reglas y la lógica del cuento policíaco pero que presenta un final donde fusiona ficción y realidad en un mismo plano temporal lo que supone una ruptura del razonamiento racional: el personaje de una novela abandona su realidad de ficción para acceder a una metarealidad.

Escalera de Escher
La narración presenta tres realidades que discurren paralelas: la del lector externo del cuento, la del protagonista lector interno de la novela y la de los protagonistas de la novela leída, y que son solo una realidad común, como la cinta de Möbius.

Julio Cortázar consigue el mismo efecto que Escher al entrelazar los planos espaciales en la escalera de Penrose permitiendo estar subiendo y bajando sin cambiar aparentemente de plano.



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