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jueves, 12 de septiembre de 2019

Karroña de Gonzalo Palacios Goikolea

El buitre leonado es el mejor testigo.
Los turistas ornitólogos son una rara avis, tanto como las aves que observan embelesados y a las que procuran no alterar en lo más mínimo no sea que perturben su rutina y enturbien su hábitat.

Lo que los ornitólogos persiguen es admirar a las aves realizando sus tareas cotidianas: preparando nidos, alimentando polluelos, cazando e incluso comiendo, claro que si la comida es una víctima humana, una joven por más señas, no es plato de buen gusto para la vista de nadie ni buen recuerdo para la mente.

El festín es con un cadáver que evidencia muerte intencionada y que ocupa a la Guardia Civil de la zona que inicia unas pesquisas con poca información aunque tenga un golpe de suerte con la ayuda inesperada de unos amateurs.

La novela la protagoniza una pareja investigadora atípica en la novela negra convencional como son un guía ornitólogo y una activa ecologista. Y es que su temática también es atípica.

Un noir rural ecológico que se mezcla con uno de los temas noir más despreciable como es la trata de mujeres. Dos tramas que, como trochas en el monte, se acercan y se alejan y se entrecruzan para hermanar las favelas de Río de Janeiro con los bosques de Soria.

Unas pocas horas acercan dos continentes. Unos simples hechos consiguen hacer cruzar líneas rojas en un gesto que nunca se hubiera creído y es que el odio es fuerte pero el amor lo es más. Y en esta novela hay de ambos.

Gonzalo Palacios Goikolea
Gonzalo Palacios Goikolea sabe de lo que escribe y consigue dar no solo verosimilitud sino credibilidad a los hechos descritos, tanto que la novela negra, una trocha, se acerca al docudrama, otra trocha y en esta entremezcla de géneros y en su particular modo de resolución final ofrece un tratamiento literario que se aparta de los cánones.

Hay denuncia social en ambas trochas, hay rabia e impotencia también en ambas y hay crudeza en la violencia ¿acaso la violencia no es así?

Esta novela negra apunta maneras aunque por el camino el entusiasmo por contagiar el ansia de denuncia diluya la parte de ficción literaria: un poco más y es true crime; pero les va a satisfacer por igual ya que aporta un punto de vista poco habitual sobre un delito tan deleznable como el descrito, va al origen, y sobre el otro del que no he anticipado nada para no desvelar ni un ápice.

Hay que seguir este autor. Aún no ha dado ni de lejos todo lo que puede.


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