Solo las bestias. Sin distinción: bestias animales y bestias humanas. |
Évelyne Ducat, la joven esposa de un rico empresario
desaparece en lo que parece uno de sus habituales paseos por la montaña. Su
coche vacío ha sido encontrado y no hay rastro alguno de ella por lo que la
policía inicia una investigación a ciegas que a medida que pasa el tiempo
acentúa los peores presagios.
El pueblo, ganadero, en el macizo central del Causse francés,
es pequeño y desconectado; el clima en invierno es destemplado y poco
hospitalario y quienes aún viven en esas cuatro callejas se saben más unidos
por el infortunio que por un deseo expreso. Las relaciones interpersonales son tan
peculiares como caprichoso es el diseño de la naturaleza que alterna llanuras
de pasto con afiladas rocas y profundas simas.
Y si algo se aprende de una comunidad cerrada es que las personas
son las que se cierran en sí mismas convirtiéndose en habitantes austeros,
desilusionados, ausentes y depresivos. Incomunicación, y por tanto
incomprensión, marcan esas vidas.
Unas vidas acostumbradas a pasar largas horas a solas con
el ganado; a hacer de éste algo más importante que la familia; a entender que
todos somos bestias, solo que unas son animales y las otras son humanas.
Solo
las bestias es una ambiciosa novela de personajes, una gran
y trágica novela negra pero ante todo y sobre todo es una gran, gran novela de
amor; de amores para ser más exacto. Ese motor que mueve el mundo, menos
explosivo que el de gasolina y más longevo que el diésel. El amor rige los
actos de todos los actores de este country noir, incluso los más malévolos.
Un planteamiento a cinco voces en la que cada cual aporta
su visión de los hechos y su participación en los mismos (¿por qué no en
primera persona cada uno?) que si bien acierta en evitar repeticiones directas
no puede obviar reiteraciones continuas y eso no resulta adecuado para el ritmo
que sufre los consabidos altibajos asociados a este particular tipo de
narración.
Si sirve para conocer mejor cada personaje y como siente
cada cual. Y ahí es donde el sentimiento de amor, por falta de, por necesidad
de, por exceso de, por su forma de, se expande y adquiere un tono rojo que da
vida que es el contrapunto perfecto al neutro blanco de la nieve y al negro de
la maldad y de la muerte.
La lenta evolución de la trama se ve sacudida con unos
giros que suponen descubrimientos que arrojan luz sobre acciones y motivos que
recogen a lectores despistados como si fueran ovejas descarriadas.
Colin Niel, autor de Solo las bestias. |
Colin
Niel
se instaló durante dos meses en un pueblo de la zona para captar la atmósfera
humana y climatológica y poder transmitir mejor las emociones y las sensaciones
de quienes la habitan y la percepción de los fenómenos atmosféricos y sus
consecuencias en el estado anímico.
Tal inmersión se nota en la lectura; sobrepasa la que pueda
aportar cualquier documentación exógena y supone añadir una verosimilitud
cercana al documental, algo que también lo propicia el hecho de que al lector se le de todo hecho sin investigación policial.
Una vuelta de tuerca al country noir, cercano al true crime por la forma de ser narrado.
Eso si, una traducción más que mejorable ya que penaliza a lo largo
de toda la lectura y en algunas ocasiones facilita directamente la
incomprensión.
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