Novela policiaca con la suficiente carga de denuncia social para que se tiña de novela negra. |
Salir del
nido literal y metafóricamente significa afrontar de forma autónoma el inicio
de la madurez. Regresar a él significaría, en cambio, un retroceso, un buscar
refugio en un entorno asumido como protector.
Toda
decisión importante en la vida supone un salto al vacío como el que se precisa
para abandonar el nido. Hay incertidumbre, habrá inconvenientes, incluso
problemas serios y se pondrá en riesgo la vida pero dado el primer paso ya solo
falta avanzar sin detenerse.
En esta
novela hay muchos abandonos de nido, los protagonistas se enfrentan a
situaciones y decisiones que sobrepasan las fuerzas pero que no admiten
esquivo, afrontarlas es la única solución. Y seguir adelante el único camino.
Un nido
también puede convertirse en un féretro, como ha sucedido con la chica cuyo
cadáver ha sido encontrado en uno en medio del bosque. La sargento Ivet
Portabella y el cabo Xavier Tarrós, que en otra vida fuera Eva, van a tener un
caso cuyo avance sugiere, evidencia y despista de una forma limpia y sin trampa
para quien lea la novela; el despiste viene dado por los mismos protagonistas
que, siendo humanos, se equivocan y deducen erróneamente.
Edgar Brossa,
a quien la crisis le golpeó y aprovechó que estaba sin norte para arrebatarle
todo lo material que tenía, dedica sus escasas fuerzas a la supervivencia. No
dan para más y lo de reinventarse lo ve tan lejano como la línea del horizonte
del mar vista desde la Barceloneta.
Sin dinero
para pagar su habitación en piso compartido, se alimenta en comedores sociales
tragando amargamente su desgracia. El realismo de la situación magníficamente
descrita por el autor es piel con piel.
Edgar descubre
porqué la amistad sigue siendo palanca que mueve el mundo y ante la perspectiva
de una investigación, que para el periodista que lleva dentro es aire puro en
los pulmones, acepta presintiendo que ya nada más malo puede suceder.
Ivet y Edgar
van a cruzar sus caminos por culpa o gracias a sus respectivas investigaciones
y la suma de esfuerzos les va a ayudar a avanzar en ellas y mejorar su
respectiva autoestima que, de tan certeramente tocada por circunstancias dispares, estaba a punto de hundirse.
Ángel Gil Cheza |
Ángel Gil
Cheza ha completado una novela que se mueve por muchos frentes y consigue
hacerla verosímil cuando no se revela directamente veraz. La transitan
múltiples personajes como los que recorren cualquier calle, representantes de
un amplio rango de culturas y clases distintas, moviéndose como pez en el agua
en sus ambientes y como tortuga en pista de esquí cuando los sacas.
Emociones
exteriorizadas por desbordamiento de tanto sentimiento imposible de seguir
conteniendo y un argumento que se entreteje en una trama donde cada subtrama es
de distinto color. En tono apagado, no hay alegría en ninguna casa, pero de
variados matices según el momento y la hora del día.
Otoño lejos
del nido es una novela policial con la suficiente carga de denuncia social para
que se tiña de negro y suministra una lectura poderosa y emotiva a escala
humana 1:1. Sin artificio, solo personas y con sus ideales, sus deseos,
necesidades y su lucha diaria para evitar ser devoradas. No dejen de leerla.
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