Goliat es esa serie de género criminal que estaban esperando y no lo sabían. |
Por si no van a leer toda esta reseña, les anticipo el
final: Goliath es esa serie de género criminal que estaban esperando y no lo
sabían. Goliath es esa serie que ya están tardando, y mucho, en ver y
recomendar.
Goliath fue, según reza
la biblia, ese gigante filisteo a quien hicieron creer que era invencible
hasta que alguien, David, con más astucia que fuerza, lo derribó y decapitó. El desequilibrio de fuerzas entre uno y otro contendiente
es lo lo que
lleva al prepotente a despreciar a su rival.
Por eso, en la primera temporada, el gran bufete de
abogados Cooperman & McBride no ve en el solitario abogado deshauciado Billy
McBride un rival a quien tener en cuenta. Ni conociéndolo sobradamente, no en
vano fue socio fundador de la empresa, ven en el más que un acabado y
alcohólico despojo, una esquiva sombra de lo que fue.
Pero es ese desprecio hacia su persona y hacia la justicia,
esa superioridad moral de quien se cree tan por encima de todo y de todos, lo
que estimula a Billy a aceptar un caso en el que parece todo perdido de
antemano y en el que sus oponentes no van a jugar limpio.
Y esa tónica, la de creerse ganador de antemano es la
característica de la serie. El enfrentamiento de un sentido de la justicia
trasnochado y romántico, el de la justicia justa, contra el nepotismo, la
corrupción, la prevaricación y otros males que acechan al sistema judicial
haciendo que confunda la aplicación de la justicia en un regate sobre justiprecio
en un puesto de mercadillo, cuando no peor: escondiendo la bolita en uno de los
tres cubiletes que reposan sobre la caja de cartón plegable de un trilero.
No es una serie sobre un súper héroe sino sobre un humanista. Y esto en series con abogados es una novedad. Una deliciosa y agradecida sorpresa.
En la segunda temporada se repite el patrón pero reproduce una
situación completamente distinta con alto contenido político y vinculación con dinero sucio; en la tercera hay nepotismo rural y enlaza con las dos anteriores.
Habilidosos guiones que sorprenden por su iniciativa en sortear expectativas y
por negarse a la concesión de lo correcto.
El sistema judicial en el candelero. El cargo de juez no
presupone la honestidad de quien lo ostenta. Y todo imperio millonario ha
barrido alguna o más de una vez una o más vergüenzas. Y la serie se empeña en
desenmascarar al primero y en levantar la alfombra al segundo.
Goliath es una serie con mucha personalidad. La que le
confiere el protagonista: el abogado Billy McBride, un Billy Bob Thornton al
que parece que le hayan hecho el papel a medida, probablemente una de las
mejores interpretaciones que se pueda disfrutar en recientes series de género.
Billy Bob Thornton es Billy McBride |
Una serie inconveniente que se aleja de cualquier otra, igual como lo
hace de convencionalismos. No está hecha para esa audiencia fast-food que tiene
prisa por el desenlace ni la que no sabe saborear una exquisita receta. A esta
serie hay que verla dándole su tiempo. Sus silencios, muchos, estallan como mil
palabras y su eco se prolonga dándole nuevos significados.
Tres temporadas de 8 episodios cada una, bastan y sobran
para ofrecer un thriller judicial de gran calidad, intenso y expansivo. La
serie podría haber acabado aquí y nadie podría decir nada, más que felicitar a
todo el equipo que la ha hecho posible. Pero se anuncia 4ª y última temporada y
esto produce una enorme expectación lo que debería preocupar al equipo por el
elevado nivel de presión al que se han de ver sometidos para igualar o superar
no solo las temporadas anteriores sino incluso el final de la 3ª.
Cada temporada presenta un caso judicial autoconclusivo
pero a su vez mantiene una red de enlaces, como los neuronales, que permiten en
todo momento recuperar personajes y aportar músculo al contenido desarrollando
una trama lineal que va resolviéndose mientras seduce con sus engarces y dando
sentido al conjunto.
Los secundarios, de lujo. En especial el peculiar equipo que
colabora con Billy en su habitación de motel habilitada como despacho, oficina o pseudo bufete . Y
también todos los papeles asignados a malos, siempre hambrientos aunque estén saciados, entresacados de una realidad que se demuestra fuente inagotable de inspiración.
Véanla, están ante una de las mejores series de género
criminal, subgénero judicial. Y habrá ansiedad en la espera por la cuarta temporada. Y la espera va
a ser larga y angustiosa, como los silencios de la serie.
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