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lunes, 1 de noviembre de 2021

El método Catalanotti de Andrea Camilleri

En algún momento la vida puede sorprender ofreciendo oportunidades cuando ya no se esperan. Y esos trenes hay que cogerlos sí o sí; aun sin saber cuánto durará el viaje ni cuál es el destino. Solo una cosa se sabe a ciencia cierta y es que coger ese tren es lo que más se desea en este mundo y si no que le pregunten a Salvo Montalbano inmerso en un caso decisivo para su carrera y su vida.

Hay casos de asesinato que se visten de tragedia y otros de comicidad. Así sucede que una aventura amorosa clandestina pueda acabar con el descubrimiento de un cadáver. Un cadáver móvil para más inri.

Salvo Montalbano se enfrenta al teatro de la vida y de la muerte, en un caso que tiene mucho de representación de farándula.

Carmelo Catalanotti, un exigente director de teatro aficionado y atípico guionista con un particular método, su método, El método Catalanotti, para seleccionar y estimular actrices, ha sido encontrado muerto en su cama, por su asistenta. El cuerpo está completamente vestido, con un abrecartas clavado en el pecho y una actitud no solo beatifica sino de plena satisfacción en el rostro.

Rápidamente la comisaría de Vigàta, con sus, sobradamente conocidos, efectivos, protagonistas habituales en la serie de novelas de Andrea Camilleri con Montalbano a la cabeza, empieza las pesquisas para esclarecer lo que más parece una puesta en escena teatral que la escena de un crimen.

Y va a haber sorpresas. Y no solo en el caso, que, bueno, en realidad son tres los casos a investigar, sino también en el equipo por la temporal colaboración de Antonia Nicoletti, jefa de la científica, que sin querer queriendo, va a tener un papel trascendental.

Por lo demás estamos ante una nueva novela con la impronta característica que Andrea Camilleri ha insuflado en Salvo Montalbano. Una forma de escribir que narra obviando descripciones y que, despreciando circunloquios, busca la línea recta por aquello que es el camino más corto entre dos puntos. Siendo el primero el cadáver, la línea, la investigación, y el segundo punto la identificación del culpable.

En medio: los enredos lingüísticos de Catarella, la eficacia de Fazio, los aportes desconcertantes de Mimì, la ironía del dottor Pasquano y la peculiar relación amorosa con Livia, todo acompañado de café, mucho café, apetitosos platos de comida, interesantes vinos y el color y olor del mar.

Entrega número 31 y antepenúltima de esta serie que por su evolución y su final dejan entrever que Camilleri tenía muy claro hacia dónde dirigirla y como cerrarla.

Una lectura que resulta tan agradecida por saber cómo evolucionarán los protagonistas como por su contenido, aunque este, como carta de restaurante habitual, ofrece pocas sorpresas a nivel policial y sigue gustando por el reencuentro con los sabores y olores de los guisos de Adelina y de la trattoria de Enzo.

Llevamos tanto tiempo al lado de Salvo que no hay que dejarle solo, ahora que se enfrenta a sus sentimientos. Acompáñenlo en esta lectura. Van a disfrutarla. Seguro.

 

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