Y más aún si el oficio
conlleva horarios dispares, tensión, riesgo, desplazamientos; disponibilidad
total a cualquier hora y cualquier día sin respetar ni sábados, ni domingos ni
fiestas de guardar.
Como el oficio de los miembros
de las fuerzas del orden. Por eso no extraña que Saúl Sanz y Silvia Mercado del
Grupo de Robos Violentos de la UTI Metropolitana Sur sean pareja y aunque a las
ordenanzas no les guste, su jefe, el sargento Román Castro, hace la vista gorda
habida cuenta de la escasez de personal y la indudable calidad de ambos
investigadores.
Un sargento que bien sea por
ser pelota, o lameculos o tonto del ídem, le endilgan todos los marrones,
aunque no sean de su estricta competencia, como el que les acaba de caer ahora:
un atraco a un banco que ha salido mal.
Tenía que ser un trabajo
limpio pero un imprevisto, de los que ni por ley de probabilidades se podía
contemplar, ha hecho que se torciera y dejara víctimas. Identificar a los culpables y sus intenciones va a pasar de ser un marrón a un desastre.
Un trabajo limpio es
una novela negra procedimental, de las que la comisaría y sus agentes, como en
la realidad, sostienen el sistema para que no decaiga y se sostienen unos a
otros para no decaer.
Muchas son las novelas con
policías o mossos de protagonistas, pero generalmente se les observa como
tercera persona desde la ventana de la lectura.
Xus González, el autor, y mosso d’esquadra en investigación criminal, en esta obra, sin embargo, nos sienta en una silla de la comisaría o en el asiento trasero del vehículo para que podamos compartir sus vicisitudes a lo largo de la investigación.
El autor instala el delito
donde no debería haberlo y alimenta el argumento con una realidad que cada día
nos golpea desde las páginas de los periódicos o la verbalizan quienes informan
desde los noticieros.
El argumento no es original ni
mucho menos; material más que trillado principalmente en series de televisión
americanas vistas en nuestro país, pero el tema sigue interesando y enojando
por la proximidad con la que nos envuelve y su planteamiento de thriller bien
asesorado consigue mantener el libro pegado a las manos hasta el desenlace
final.
Una obra de personajes, muchos
y bien perfilados sin estridencias, lo que supone un gran placer lector. Una
denuncia hacia el exceso de control policial de puertas afuera y hacia el
despliegue de los circuitos de producción y distribución de drogas, por quienes
parecen ser los amos del mundo que solo temen que el cielo caiga sobre sus
cabezas, porqué por lo demás está todo atado y bien atado.
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