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domingo, 29 de mayo de 2022

La ladrona de huesos de Manel Loureiro

La ladrona de huesos es un thriller que, cual peregrino más, recorre una parte del Camino de Santiago con una finalidad nada santa y si en cambio más bien ominosa.

Laura sufre estrés postraumático, resultado de una milagrosa salvación en un atentado que la victimizó mientras estaba en México. Y entre sus secuelas se cuenta una pérdida de memoria que su terapeuta, y ahora novio, Carlos, está tratando sin avances vistosos.

La cena romántica de Laura y Carlos se ve interrumpida por una llamada al móvil de ella. La voz telefonica, que no le resulta del todo desconocida pero que no consigue ubicar ni ponerle cara, le pide, le ordena, le exige, que robe los huesos, las reliquias, del apóstol Santiago que se custodian en la Catedral de Santiago de Compostela. Un lugar que, por alerta antiterrorista, resulta actualmente casi inaccesible.

Cuando regresa a la mesa, su mundo se ha puesto cabeza para abajo.  No sabe ni entiende que ha sucedido, pero si sabe lo que tiene que hacer aunque no sepa cómo hacerlo; sabe también que tiene de plazo una semana y que si no cumple, Carlos y ella morirán.

En el relato evolucionan simultáneamente dos lapsos temporales. Uno que va desde un pasado lejano hasta el momento en que empieza la novela; y el otro desde ese momento, y ya en tiempo presente, hasta su conclusión.

En el primero una Laura debe sobrevivir a una situación de extrema dureza y en el segundo esa Laura descubrirá que el cuerpo, los músculos y el cerebro tienen memoria y que solo falta accionar el interruptor adecuado para activarla.

Manel Loureiro nos conduce por diversos lugares y ciudades del planeta cuya relación establece un dibujo; como esos hilos rojos que enlazan distintas chinchetas sobre un plafón de corcho.

El argumento de La ladrona de huesos se sustenta en dos tópicos de solvencia contrastada: la elección de críos para convertirlos en súper agentes altamente cualificados y los robos imposibles ejecutados solo por especialistas sobradamente entrenados.

La trama sustentada por esas dos sólidas columnas transcurre con ese apresurado ritmo que imponen los thrillers y que el autor gestiona con acierto, dosificando el tiempo pasado para que la información llegue al lector cuando convenga para entender el momento presente elegido.

Un relato donde pasa lo que tiene que pasar y muere quien tiene que morir, para completar esa pretensión de intrigar y entretener.


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