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jueves, 28 de septiembre de 2023

La cárcel de aire de Aurora Guerra

A Carlota la recluta Armando como pupila, como alumna, como compinche para perpetrar robos. Pero nada de robos al descuido de carteras o bolsos, no, robos de obras de arte protegidas por los 6 costados.

Pero primero Carlota debe aprender. De todo. Especialmente arte, pero también a vestirse, a utilizar los cubiertos, a entender la carta de un restaurante de muchos tenedores y a hablar. Hay que dejar de lado su parte choni y su hablar barriobajero y debe evolucionar para mezclarse con quienes tienen mucho dinero y, lo principal, no desentonar.

El punto de partida evoca inevitablemente al mito de Pigmalión, en una combinación de sus versiones cinematográficas de My Fair Lady, Pretty Woman y La Trampa.

Pero no se lleven a engaño, porque esa evocación solo está en su mente lectora; la autora tiene otros propósitos aunque no suelte prenda.

Hay una cierta tendencia a empatizar con quien realiza robos extraordinarios, prodigiosos y sobre todo sin violencia. Por eso este tipo de lecturas son amables, interesantes y divertidas.

Robos a museos, galerías de arte, coleccionistas, supone la revisión del mito de robar al rico, aunque, en esta ocasión, no sea para darle al pobre. Aún y así, el tema tiene ese punto romántico que supone la audacia. Ese punto novelesco al que es inevitable sustraerse y por eso se plasma en libro recurriendo a la ficción, porqué en la realidad sería poco menos que imposible.

Aurora Guerra que antes que literata es guionista, al menos en esta obra, aplica los recursos de las series de ficción televisiva para captar la atención, pero no suelta prenda de hacia dónde nos conduce.

Y hay misterio y suspense y romance y su justa dosis de sexo. Estamos ante un thriller muy bien trazado del que vamos suponiendo su intención a partir de tres voces narrativas y dos espacios temporales que van ajustando las piezas para sorprendernos con la imagen final que nada tiene que ver con la imaginada y muchísimo menos con la supuesta.

La cárcel de aire es un trampantojo de principio a final. La autora juega con los personajes y con los lectores, de buena fe, para que se diviertan tanto como ella al escribir la novela. Da para una brillante serie televisiva, incluso, ¿por qué no? para una película.

Los personajes son tan distintos que su contraste da nuevos sabores: la agorafobia, el control y el desparpajo son elementos distintivos de cada uno y que suponen su debilidad y su fortaleza a partes iguales.

Y Carlota, que no calla nunca, que siempre tiene que decir la última palabra, que pincha y pincha hasta hacer sangrar, resulta, de entre todos, el personaje más emotivo y por eso es inevitable tomarle cariño.

Léanla. Es una lectura aérea, fresca y muy entretenida de esas que no se caen de las manos y además de pasárselo bien, no les importe poner cara boba a cada nueva sorpresa. Forma parte del entretenimiento.

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