A quienes los dioses eligen para acceder al Olimpo de la fama deportiva no les ha alcanzado ninguna bendición. El camino para ascender es tan largo, tortuoso, difícil y si te descuidas, mortal, que hay que empezarlo a tierna edad.
Eso significa que los años de su vida ya no son suyos; que
todo aquello que se supone que se corresponde a cada franja de edad no lo van a
vivir. Que se enfrentaran a una madurez sin haber exprimido ni la pubertad ni
la juventud. Que, aunque sean ganadores, en el fondo siempre serán perdedores.
Tanta represión, tanta instrucción, tanto castigo pasa
factura y así a quienes los dioses bendicen, maldicen haberlo sido.
La última partida es un
thriller que se desarrolla sobre un tablero de ajedrez; es un thriller social trascendido
por la situación geopolítica de la época en que transcurre. Es suspense y
tensión que se acrecienta a medida que se suceden unos asesinatos y se acerca
la gran final del campeonato del mundo de ajedrez.
Aunque no se crean que los asesinatos sean el nudo
gordiano, sino todo lo contrario daños colaterales a la liberación del monstruo
que todos llevamos dentro. En este sentido no se llamen a engaño: no es novela
negra, ni policiaca, ni detectivesca.
Vamos a conocer, casi mejor que ellos mismos, a Fiódor
Vasíliev, a Elene Isakadze y a Borislav Miroshnychenko. Vamos a acompañarlos desde
su nacimiento, vamos a participar de sus inquietudes, a vivir sus miedos, a compartir
sus anhelos. Anhelos que no ilusiones ya que los viven como objetivos a cumplir
prácticamente desprovistos de emoción.
Los tres, jugadores de ajedrez. Mentes brillantes capaces
de recordar jugadas y estrategias; de analizar situaciones y posiciones de sus
trebejos y de anticipar jugadas futuras para saber cómo burlarlas o contrarrestarlas.
Los tres con la vista puesta en el horizonte de convertirse en campeones del mundo. Pero este privilegio está reservado solo a una persona. En ajedrez, quien juega es el rey y o gana o pierde y si pierde muere.
El autor, Jorge I. Aguadero Casado, escribe sobre
ajedrez sabiendo de lo que escribe y describe a la perfección como se viven las
emociones cuando deben guardarse en el interior, ya que, ante todo, antes incluso
que uno mismo, está el juego que a medida que avanzan los torneos y las eliminatorias
ya se ha convertido en lucha sin cuartel.
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