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domingo, 7 de julio de 2024

Viaje a la oscuridad de Lou Berney

A Lou Berney lo conocimos en Carreteras de Otoño (reseñada en este blog) y descubrimos su capacidad para armar relatos a escala humana donde las personas tienen toda la importancia y la trama no es más que su circunstancia.

Y si esta era una suerte de road novel, con carreteras y caminos polvorientos, en la actual, Viaje a la oscuridad, también está presente el viaje, pero en este caso es el viaje interior que realiza el protagonista desde una vida anodina y sin expectativas claras hacia un crecimiento personal y un objetivo muy definido.

Hardy Hardly Reed tiene 21 años, vive solo, no tiene familia, salvo a Preston, un medio hermano de cuando coincidieron en una familia de acogida. Le gusta colocarse con marihuana, jugar a videojuegos y sobrevive gracias al mísero salario mínimo que cobra por hacer de actor en el pasaje del terror de un parque de atracciones que recrea el viejo oeste.

Una tarde, mientras hace cola en una dependencia judicial para solicitar el aplazamiento del pago de una multa de aparcamiento, se fija en dos críos, una niña y un niño que parecen hermanos y que están modosamente sentados en la sala de espera. Tan quietos que resulta impropio en niños de esa edad y tal vez por eso atrae su atención y su mirada que, sin querer, resbala por esos cuerpecitos para fijarse en unas marcas que identifica como quemaduras de cigarrillos.

Esa visión produce un chispazo neuronal y activa un mecanismo de protección que le conduce a tomar decisiones e iniciar acciones que unos minutos antes nunca hubiera imaginado.

Lou Berney relata con parsimonia para entender el proceso mental que realiza el protagonista para poder llevar a cabo ese viaje en el que se encuentra a si mismo lo que le permite identificarse con una misión en la vida.

Es una trama contenida en todo momento, pese al gran esfuerzo que supone no abrir compuertas, pero es el tiempo que necesita Hardly para asimilarse, a si mismo, en su nueva faceta personal. Por eso la lentitud en el avance de la historia describe ese ejercicio de crecimiento personal.

Los personajes secundarios, todos sin excepción, son pilares imprescindibles para levantar esta construcción que va a permanecer durante mucho tiempo en la mente del lector

Hay mucha belleza en tanta tragedia y mucha humanidad entre tanto individualismo. Es una novela desgarradora por la maldad impune y por los pocos medios de los servicios administrativos, pero esperanzadora a la vez ante la presencia de héroes anónimos capaces de actuar por conciencia.

Viaje a la oscuridad es tan estremecedora, tan negra, tan tierna, tan humana, que no puedo dejar de recomendarla.

lunes, 1 de julio de 2024

Se ha horneado un crimen de John Allison y Max Sarin

Estamos ante un cómic del género Whodunit, ya saben, esa trama policiaca donde conocemos los sospechosos y tenemos que descubrir quién ha cometido el crimen.

Un Whodunit que transcurre entre bambalinas de un reality show televisivo que premia la mejor creatividad pastelera.

Efectivamente, en el programa La Carpa de los Pasteles, el concurso de repostería más famoso del Reino Unido, se dan cita 12 concursantes y tienen que ir superando pruebas y semanas para alcanzar el premio final.

Pero nada más empezar uno de ellos cae envenenado y, la también concursante, Shauna Wickle, que se considera a sí misma una experimentada solucionadora de misterios, se ofrece a la dirección del programa para descubrir al culpable y evitar el fracaso del concurso.

Así entre recetas y pasteles y creatividad y apetito, va amasándose la trama de Se ha horneado un crimen. Un pastel que espera superar la cocción cogiendo volumen sin deshincharse.

La sintaxis del título recuerda demasiado a la serie televisiva Se ha escrito un crimen (el título original es bien distinto: The Great British Bump-Off) para no notar el parecido con el que la editorial ha pretendido activar nuestra cultura popular que aúna televisión y misterio criminal.

La historia es de corto recorrido argumental, ya que, lamentablemente, el guionista John Allison ni ha querido ampliar el número de víctimas ni rascar el maquillaje que esconde las miserias de este tipo de reality, y se ha quedado en la parte más anecdótica consiguiendo un relato repleto de humor, que demuestra ser su zona de confort.

Aún y así la trama refleja a la perfección las envidias y las estrategias de los concursantes, el punto estimulante y a la vez corrosivo de las entrevistas que va intercalando la presentadora y la superioridad moral que ejercen los miembros del jurado, que resultan sumamente desagradables, en lo que son los rasgos característicos de un reality televisivo para todo tipo de público.

Los personajes están suficientemente caracterizados de forma diferenciada para explotar al máximo el carácter de cada cual, que se refuerza con diálogos cortos de palabras pero largos de significado irónico.

El estilo cartoon, muy acorde al requerimiento televisivo de este tipo de concursos, en el dibujo de Max Sarin potencia las expresiones faciales y gestuales hasta un nivel de histrionismo aceptable y la paleta de colores planos y saturados, aunque demasiado corta, de Sammy Boras, consigue secuestrar la mirada para que no echemos en falta la, prácticamente, ausencia de decorados. Pero, si que hacen falta.

El resultado es un pastelito endulzado que leído entre lecturas más densas y tenebroso calado aporta frescura y divertimento. Además, a nadie le amarga un dulce.