A Lou Berney lo conocimos en Carreteras de Otoño (reseñada en este blog) y descubrimos su capacidad para armar relatos a escala humana donde las personas tienen toda la importancia y la trama no es más que su circunstancia.
Y si esta era una suerte
de road novel, con carreteras y caminos polvorientos, en la actual, Viaje
a la oscuridad, también está presente el viaje, pero en este caso es el
viaje interior que realiza el protagonista desde una vida anodina y sin
expectativas claras hacia un crecimiento personal y un objetivo muy definido.
Hardy Hardly Reed
tiene 21 años, vive solo, no tiene familia, salvo a Preston, un medio hermano
de cuando coincidieron en una familia de acogida. Le gusta colocarse con
marihuana, jugar a videojuegos y sobrevive gracias al mísero salario mínimo que
cobra por hacer de actor en el pasaje del terror de un parque de atracciones
que recrea el viejo oeste.
Una tarde, mientras hace
cola en una dependencia judicial para solicitar el aplazamiento del pago de una
multa de aparcamiento, se fija en dos críos, una niña y un niño que parecen
hermanos y que están modosamente sentados en la sala de espera. Tan quietos que
resulta impropio en niños de esa edad y tal vez por eso atrae su atención y su
mirada que, sin querer, resbala por esos cuerpecitos para fijarse en unas
marcas que identifica como quemaduras de cigarrillos.
Esa visión produce un
chispazo neuronal y activa un mecanismo de protección que le conduce a tomar
decisiones e iniciar acciones que unos minutos antes nunca hubiera imaginado.
Lou Berney relata con parsimonia para entender el proceso mental que realiza el protagonista para poder llevar a cabo ese viaje en el que se encuentra a si mismo lo que le permite identificarse con una misión en la vida.
Es una trama contenida en
todo momento, pese al gran esfuerzo que supone no abrir compuertas, pero es el tiempo que necesita Hardly para asimilarse, a si mismo, en su nueva faceta personal. Por eso la lentitud en el avance de la historia describe ese ejercicio de crecimiento personal.
Los personajes
secundarios, todos sin excepción, son pilares imprescindibles para levantar
esta construcción que va a permanecer durante mucho tiempo en la mente del
lector
Hay mucha belleza en tanta
tragedia y mucha humanidad entre tanto individualismo. Es una novela
desgarradora por la maldad impune y por los pocos medios de los servicios
administrativos, pero esperanzadora a la vez ante la presencia de héroes
anónimos capaces de actuar por conciencia.
Viaje a la oscuridad es tan estremecedora, tan negra, tan tierna, tan humana, que
no puedo dejar de recomendarla.
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