En esta ocasión Berta y Blanca deben lidiar con
el mal carácter y desfachatez de su empleada doméstica, Rosa Papier. Con lo que
ha costado encontrar una no van a despedirla sin más, aunque esto sea lo que
les pide el cuerpo y les ordena la razón; al tiempo que su doméstica cotidianeidad se
ve alterada por la incorporación a su convivencia de la joven de 16 años Dafne
Feuillas, hija de un primo.
No solo deben darle techo y comida, sino que
deben tutelar su rebelde adolescencia que para nada se corresponde con la que
ellas vivieron, hace ya muchos años, y para la que no están preparadas, aunque muestren comprensión y tolerancia.
Y por si fuera poco, ahora hay una invitada
puntual, la joven parisina de 28 años, Corinne, prometida del doctor Favier,
quien ha solicitado le concedan hospitalidad durante los preparativos de la
boda.
A este sobredimensionamiento de habitantes en
el piso de Orleans, hay que añadir las constantes visitas de Gabriela
Piqué, conocida como La Coronela, y su señorita de compañía, Angélica
Roussillon.
Y una vez todo el elenco presentado se produce
el crimen y el cadáver, de una de las mencionadas, es encontrado tumbado en el
canapé, y las hermanas Bodin tienen ocasión, una vez más, de poner en práctica
su capacidad deductiva y lucirse ante un confuso y sorprendido Jerónimo Leduc,
inspector de policía recién llegado de Niza por lo que ni conoce a las hermanas
ni las costumbres de la localidad, que asocia con la tristeza por la frecuencia
con la que la lluvia visita Orleans.
Jean-Pierre Ferrière es un guionista, escritor y dialoguista francés que no solo escribe novela policiaca, pero que en esta demuestra toda su capacidad para construir historias y personajes con un estilo narrativo muy propio, con el que consigue inquietar sin aterrorizar, y esto se debe a la inclusión de constantes cuñas cómicas y muestras de humor negro.
Cadáveres en canapés es de
1958 y contiene una trama policial, claro homenaje académico a los argumentos
que hicieron famoso al género, que, de manera irónica cuando no mordaz,
aprovecha para criticar los comportamientos hipócritas de las distintas clases
sociales representados por comportamientos de marioneta: mucha apariencia y nada de cerebro.
Cadáveres en canapés es suspense policial, humor negro, crítica social
y personajes entrañables.
Una novela de otros tiempos del género policiaco, cuando los clichés no uniformaban y cuya
revisión actual permite apreciar, con perspectiva, la dirección que el género ha
tomado desde entonces, y uno no puede por menos que lamentarse de ello.


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