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viernes, 19 de noviembre de 2010

Con sotana y a lo loco

La reciente visita papal no ha traído milagro, para desesperación de sus fansligreses, pero a nosotros nos ha despertado muertos y aunque no sea el caso de Lázaro que va a seguir durmiendo El sueño eterno, habrá que aplicar lo de que no hay mal que por bien no venga.

Nos ha devuelto a la vida a aquellos religiosos y religiosas de ficción que han simultaneado lo de ser siervos del Señor con ejercer de detectives, no como pluriempleo remunerado sino como una extensión del oficio evangelizador. Ya saben que todos los caminos conducen a Roma y los del Señor son inescrutables.

Cara a cara con el malhechor le intentan persuadir de las ventajas del arrepentimiento, de los beneficios de la bondad y el sacrificio, aunque al final la justicia divina ceda siempre antes las leyes humanas, aún no estamos en el cielo, y se le acabe entregando a la policía. Con una mano se denuncia el crimen y con la otra se intenta salvar un alma.

Que Dios dijo hermanos pero no primos.

Como de todo hay en la viña del señor (no confundir con La viña del señor, restaurante teta de novicia barcelonés) el género interrobang no podía obviar a este peculiar tipo de detectives con sotana y aunque muchos fueron los llamados muy pocos son los elegidos que permanecen en la memoria puesto que poco juego ha dado esta sección.

Será que con lo que les ha caído y sigue cayendo sobre el Vaticano, no tienen el horno para torrijas de Santa Teresa y así los tímidos intentos que lograron despuntar tiempo ha, no parece que vayan a tener continuidad. Aunque salga alguien como Pérez Reverte y lo traiga a colación con su novela La piel del tambor.


Sin duda alguna al personaje católico Padre Brown le cabe el honor de ser el primero de la fila. Concebido por Gilbert Keith Chesterton en 1911 está a punto de cumplir cien años y aun sigue dando guerra. Poca, eso si, ¿quién va a preferir hoy en día un cura bajito, rechoncho con cara de luna y que se acompaña de un enorme paraguas negro a juego con la sotana, empeñado en redimir criminales, anarquistas y comunistas, o sea ateos todos, pudiendo elegir las movidas de una anticonvencional, inconformista, iconoclasta, hacker y psicótica Lisbeth Salander?.

Y es que los valores y el Candor del Padre Brown han quedado, hace tiempo, vistos para sentencia.

Ellis Peters lo intentó en 1977 con un monje benedictino del siglo XII, Fray Cadfael con tonsura total, que tiene conocimientos del arte de la espada, fue cruzado antes que fraile, y también de plantas medicinales. A la vuelta de Tierra Santa recala en una abadía galesa donde aplica sus conocimientos mundanos junto con brillantes deducciones para la resolución de cuantos crimenes le salen al paso (que por cierto para la época y el recóndito lugar son bastantes).

Hay quien dice que en él se inspiró, en 1980, Umberto Eco para crear su Guillermo de Baskerville y meterlo de lleno en El nombre de la rosa, novela que sin ser explícitamente del género se ha convertido en toda una institución de culto. Claro que Eco es mucho más que un novelista de género y en eso juega con ventaja para darle al argumento un magnífico entretejido de ciencia, filosofía y humanidades que le dan a su lectura una riqueza suficiente tanto para contentar al lector accidental como al lector más exigente.

Lectores más avezados podrán profundizar en segunda lectura y encontrar el habitual doblez narrativo de Eco viendo intenciones de reinvidicación herética y de análisis sociológico del poderoso papel eclesiástico en la época. Claro que escuchando al actual papa, se podría pensar que la iglesia sigue en aquella época. Y sin escucharlo, también. Si les da pereza leer, vean la película: bien interpretada y bien dirigida. Es mejor que ver una misa en TV2.

Ya en 1987 la televisión se lanza a ganar audiencia con la serie Los misterios del Padre Downing, con guiones originales sin novela que adaptar, en donde un reaprovechado actor, Tom Bosley hace las veces de párroco detective después de haber ejercido en una cadena de la competéncia como sheriff en otra serie de culto Se ha escrito un crimen. Pero como Jessica Fletcher no viste sotana la trataremos en otra ocasión.

El padre Downing es como el padre Brown pero en moderno y en lugar de apoyarse en un redimido ex-delincuente francés, Flambeau, lo hace en la hermana Steve, alter ego de Watson pero con la ventaja de no ser tan mojigata ni britanica como el doctor; la díscola monjita le pone el toque de pimienta a la serie ya que no en vano, antes de su renuncia mundana, ha vivido lo suyo y no tiene reparos en moverse donde fuera y hacer lo que viera, aunque eso signifique en alguna que otra ocasión colgar los hábitos y los preceptos en el perchero.

En general son novelas sencillas que se dejan leer sin gastar neuronas, pruebenlo y verán como no les afecta pero tampoco esperen con ello ganar el cielo.

Uno no puede dejar de pensar que Don Camilo, de detective, lo habría hecho mejor.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo contigo. Si bién ninguno de los curas mencionados, ha Sido tan nefasto como los que suelen ejercer, sobre todo los que vienen a poner perdida de allioli la Sagrada Familia, creo que Don Camilo, con su Pepone y su pragmático y amistoso Cristo, hubiera dado mucho juego.

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