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viernes, 18 de octubre de 2013

Museo Hergé, Tintín y Las Joyas de la Castafiore

En Louvain-la-Neuve, en la Rue du Labrador, 26, (¿les suena esta calle?) a poco más de treinta minutos en tren de Bruselas, se encuentra el Museo Hergé dedicado a la persona y la obra del famoso creador del personaje más atemporal de la historia del cómic: Tintín.

El museo presenta una arquitectura exterior e interior de línea clara pintado con colores planos de tono pastel, como no podía ser de otra manera. Su interior combina ángulos rectos y líneas ondulantespero todas de un solo trazo. Entrar en el es lo más parecido a penetrar en el interior de las viñetas de un cómic. Recorrerlo es vivir una aventura. De Tintín, claro.

La visita está perfectamente guiada por auriculares incluidos en la entrada lo que permite, gracias a una muy bien modulada, didáctica y amena locución una comprensión total con todo detalle de interesantes aspectos del autor, de la época, de los personajes y de sus aventuras. Una visita con triunfo garantizado.

La obra expuesta es completísima tanto en originales, materiales y objetos particulares de Hergé y su equipo, y también otros recogidos como inspiración para los dibujos, como en documentación en múltiples soportes: papel, audio, video.

Tintín es un aventurero en el sentido nostálgico y romántico de la expresión; de cuando hacer un recorrido de 200 kilómetros era todo una odisea y cambiar de continente tan inusual e inaccesible como un viaje a la luna, un choque ambiental y cultural tan espectacular como cruzarse con un tiburón andando por la calle con gafas de sol.

Las aventuras de Tintín están recogidas en 23 álbumes (más uno adaptación de una película y otro inacabado) poblados de timadores, estafadores, espías, gángsteres, agentes secretos, traficantes de armas, contrabandistas... que componen una larga lista de malos malísimos, capaces de perpetrar robos, secuestros, atentados, crímenes,
provocar enfermedades, guerras, golpes de estado y más que pueda pasarse por la imaginación.

Aventura y thriller de la época expuestos con ingenuidad infantil aunque mantiene una segunda lectura para público mayor en donde la crítica a las dictaduras, a la ambición, a la soberbia, a la prepotencia y a la maldad está perfectamente presente en un pensamiento a lo Rosseau, de que la sociedad es la que corrompe a la persona, que apunta claramente a maneras de novela negra.

De entre los álbumes que constituyen la colección de Las aventuras de Tintín, destaca uno para ser comentado en este blog, por su claro argumento de desarrollo detectivesco con dosis de enigma: Las joyas de la Castafiore.

Un cómic que es un vehículo para lucimiento de esa diva del bel canto, Bianca Castafiore, a la que Hergé le otorga papel plenipotenciario para tomar decisiones y dar órdenes a quien se le cruce por delante. A la que Hergé le hace lucir vestidos diferentes para cada ocasión (explica el enorme equipaje con el que se presenta) y a la única que salva, por decoro y galantería, de tropezar por culpa del peldaño.

Es el único álbum de la serie en donde luna mujer roba el protagonismo a los demás e incluso a la misma trama. En ninguna otra de las aventuras de Tintín se da esta circunstancia. Y no por misoginia del autor sino por no darse el entorno adecuado para ello.

Pero además, Las joyas de la Castafiore es una comedia interrobang trepidante, un vodevil lleno de equívocos y pistas falsas, de entradas y salidas, de puertas y ventanas y escaleras, sobre todo escaleras, de sustos, confusiones, sorpresas, gritos y caídas.

Una comedia negra que celebra sus 50 años y sigue tan joven y fresca como en el año de su publicación como álbum en 1963 (aunque empezara seriada en 1961). Se ha convertido en un clásico y se cumple el tópico de que los clásicos, los de verdad, los de calidad, mejoran con el tiempo.

Es el misterio del cuarto cerrado ampliado al castillo de Moulinsart y sus jardines, donde lo más importante no es la resolución del caso, que prácticamente queda explicada en la segunda página, sino la evolución de la trama en si y el juego psicológico de cada personaje y su rol en la obra.

Incluso el título es en si un McGuffin que justifica el pasacalle, el desfile de situaciones que se viven en el cómic. Las joyas de la portada, por cierto en algunas traducciones el título aparece sin joya por impedimento obvio, en otras una esmeralda y un rubí y en otras solo una esmeralda, esta es la versión más fiel a la historia, son solo el señuelo. El elemento susceptible de despertar codicia y por tanto de propiciar el delito.


Tintin, Haddock y Tornasol se encuentran tan felices en su residencia de Moulinsart, cuando reciben un telegrama en él que la diva Bianca Castafiore, el ruiseñor milanés, vieja conocida de varios álbumes anteriores, anuncia su inminente llegada para obsequiarles con su presencia durante unos días. Busca sosiego y paz lejos de los paparazzi que no la dejan ni a sol ni a sombra. Y con ello deshace la paz y el sosiego de los habitantes del castillo.

Este hecho anodino, una gentil visita amigable, tiene la virtud de desatar todo un alarde de situaciones disparatadas y poner a sus protagonistas al borde del colapso de un modo tal que entreteje una redonda historia al más puro género enigma con exagerada bis cómica.

Se ha dicho de esta obra que es la anti aventura porque por primera vez los personajes que pululan por los álbumes de Tintín no van a ninguna parte ni se enfrentan a situaciones límite; ni tan solo aparece arma de fuego alguna. Se diría esta vez que la aventura viene a ellos y una vez instalada en el castillo desiste de irse a ninguna parte. Lo cotidiano se convierte así en la mejor aventura posible.

Pululan personajes decíamos de la más variada condición y oficio y presencia determinante y pululan animales todos con papel protagonista, desde el omnipresente Milú, al gato siamés que nunca sabremos como se instaló en el castillo, al búho, la urraca, el loro y el ruiseñor, representado en el sobrenombre artístico, el ruiseñor milanés, de la dama Castafiore que también encarna un loro en una pesadilla, y sin olvidar las abejas y sus aguijones.

Los juegos de palabras, los equívocos citábamos, las confusiones, sobre todo las telefónicas con la Carnicería Sanzot, la sordera de Tornasol que alcanza proporciones épicas, todo en un desatado torbellino que arrastra al lector a mezclarse en una trama desmesurada y participar como un personaje más como lo demuestra que Tintín se nos dirija directamente desde la portada haciéndonos el signo internacional de silencio. Nos convierte en cómplices. Silencio que esto está a punto de empezar.

Confusiones que alcanzan el clímax en la escala abierta para medir carcajadas con las distintas versiones del apellido Haddock con que Bianca Castafiore se dirige al capitán.

Aunque para ser coherentes no toda la culpa es de la diva, ya Haddock la primera vez que se encontraron (El asunto Tornasol) y nervioso como un colegial no atinó a presentarse debidamente: Hoddack, y al intentarlo arreglar lo complicó más: Haddada.

No es de extrañar pues que en su siguiente encuentro en el yate del marqués de Gorgonzola (Stoc de coque) Bianca lo salude efusivamente con un Bardock, para pasar a Karbock y terminar con un Harrock que el capitán redondea sarcasticamente con un Harrock en roll.

Y con estos antecedentes es de cajón lo que sucede en Moulinsart (Las joyas de la Castafiore) donde, por orden de aparición, la diva se dirige al capitán del siguiente modo: Bartok, Kapoc, Kodak, Mastoc, Kosac, Haddack, Hamoc, Kolbac, Karboc, Karnak, Hocloc, Kornac, Habloc, Magok, Medoc y Kapstok; nada menos que 16 divertidísimas variantes de un mismo apellido! (Bianca redondearía en el último álbum Tintín y los Pícaros su dotes creativas añadiendo la forma Karbock).

Las joyas de la Castafiore es la aventura por la aventura, en donde sin pasar apenas nada extraordinario, ya que todo entra dentro de una posible normalidad doméstica, un poco accidentada eso sí, pero factible, se alcanza un nivel tan desproporcionadamente disparatado que consigue plasmar el significado del vocablo hilarante en dibujo.

Hergé juega a confundir al lector y a atrapar su atención finalizando cada página con una viñeta que incita a continuar, una viñeta trampa que se agradece por su simpatía y porque permite coger aire antes de girar página y enfrentarse a un nuevo puñado de sorpresas que ponen a prueba la tensión sanguínea de los protagonistas y del lector.

Hergé desarrolla un trabajo a lápiz que exprime al máximo los ángulos para propiciar ese ritmo narrativo que no otorga descanso y que nutre de acertados, afilados y críticos diálogos. Y lo hace además en su línea más clara y realista para darle más vigorosidad a la trama y más credibilidad a los personajes.

Sin duda alguna una verdadera obra maestra, tal vez la mejor de la serie, digna de ser expuesta en un museo y de formar parte del temario de cualquier facultad al ofrecer la posibilidad de análisis multidisciplinar, ya sea la de bellas artes, la de comunicación audiovisual, la de sociología, la de psicología, e incluso alguna otra.

Si ya conocen el cómic Las joyas de la Castafiore reléanlo saboreándolo y disfrútenlo una y otra vez más. Si aún no lo conocen ¿a que esperan? Y si están en un grupo de lectura propónganlo para una lectura compartida y comentada.

Les propongo un juego: en sus páginas se encuentra un guiño del tipo aparecido en Blacksad (recuérdenlos: aquí el primero y aquí el segundo), una mini subtrama con comienzo y final en una misma página. A ver si lo descubren y disfrutan. En un próximo post se lo presentaré.

Todo va bien si acaba bien!

Post scriptum:
El guiño en las páginas de Las joyas de la Castafiore está aquí.




8 comentarios:

  1. Aquí un tintinófilo (palabro!) con toda la colección, leída mil y una veces. Ganas de ver el museo.
    Las Joyas de la Castafiore es quizás el comic más abstracto de Hergé. Como bien dices es un desfilar de personajes en la anti-aventura, un divertimento si se quiere del propio Hergé y una crítica al mundo de la televisión, a las revistas del corazón, que parece adelantado a su tiempo.
    Un abrazo y gracias por recordarnos a Tintín.

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    1. No te pierdas el Museo, ni Bruselas, ni su museo del cómic, ni dejes de hacer andando la ruta del cómic: una gozada!

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    2. Bruselas sí lo conozco, no sé cómo no fui al museo. La próxima vez.

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    3. Planifícalo para que te de tiempo a comer en Le Petit Vingtieme, el restaurante del museo; no es haute cuisine pero a quien le importa con ese nombre
      xD

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  2. Algo sabía de Tintín pero nunca lo seguí de cerca, últimamente, lo que he visto ha sido la película.
    Creo que aún tengo algún TBO de él.

    Saludos.

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    1. Bueno ya sabemos lo que pasa con las adaptaciones al cine: pueden gustar más o menos, pero dificilmente recogen el impacto emocional del original.´
      Todo tiene su edad para ser conocido pero aún y así animate a leerlo y nos cuentas.
      Saludos!

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  3. Tintin es un clásico para los de mi generación, junto con Asterix claro. Así que a pesar de que hace mucho que no leo nada del personaje (tan siquiera he visto la película) siempre me trae buenos recuerdos.

    ¡Un saludo!

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    1. Reléete 'Las joyas de la Castafiore' es terapia anti-estrés con resultado garantizado.
      Un abrazo Roberto!

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