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sábado, 4 de enero de 2014

El ladrón de Fuminori Nakamura

El ladrón es una novela negra corta, en la que se recorre la vida entre trenes, metros y calles de Tokio viviendo las vicisitudes de un joven carterista que ve como su existencia se complica cuando se ve involucrado en un trabajo para una organización delictiva de gran calado de la que Kizaki, un hombre frío y acerado, parece ser uno de sus dirigentes.

En el mundo del ilusionismo y la magia hay un axioma que explica que cuando dos acciones se desarrollan casi simultáneamente, la atención se centra en la que ha empezado primero. En el mundo del carterismo existe uno parecido que dice que cuando los nervios de una persona detectan a la vez estímulos grandes y pequeños, el más pequeño es desechado.

Así, en un viaje en metro, ante el balanceo brusco de un vagón al tomar una curva, el contacto con el cuerpo más cercano resulta inapreciable ante la voluntad de aguantar el equilibrio. Y s el vagón va muy lleno incluso se ecuentra lógico y acceptable el contacto. Justo el momento que espera el carterista para actuar.

Nishimura es el carterista, protagonista de la novela El ladrón. Viste ropa discreta, nada que llame la atención, y calza zapatillas de deporte para tener mejor arranque si precisa una salida urgente. Arrastra un pasado delictivo que recuerda afectivamente por ir parejo al recuerdo de amigos y de Saeko, su amiga especial.

Anhela una vida estable sin delinquir pero no sabe como adquirirla, es consciente de que al elegir robar se ha convertido en alguien antisocial, alguien que ha repudiado la honestidad. Y quiere recuperarla aunque no sabe como y piensa que si no puede conseguirla por las buenas tal vez, trabajando para Kizaki, consiga dinero para comprarla.

No tiene ni idea, aunque sus sentidos y su intuición no hayan parado de repetírselo y no ha hecho caso, de lo insensible que puede llegar a ser Kizaki. Kizaki, un mafioso que juega a ser Dios y tiene un cuaderno del destino donde escribe el futuro de las vidas de los demás.

Kizaki manipula a su antojo a las personas encargándoles trabajos y amenazándoles con terribles repercusiones en personas queridas si fracasan. Con lo que tensiona y responsabiliza culpabilizando.

Nishimura, el carterista, pasa de ser unos de sus empleados a ser una de sus víctimas y recibe un triple encargo a realizar en un plazo límite. El fracaso se pagará con la muerte; su habilidad, su pericia y su experiencia deberían bastar, pero con la tensión no todo está bajo control y cualquier pequeño fallo puede ser el último.

Octava novela de Fuminori Nakamura (al parecer la única traducida al castellano) que confiesa poner siempre mucho de él en sus protagonistas. Es una novela negra que transcurre de forma lenta y sinuosa; con un ritmo narrativo sosegado, para nada estridente, y con un final inmisericorde pero totalmente acorde con el transcurso de la trama.

Con esos conceptos de la ética y de la moral orientales que suelen tropezar con el entendimiento del mundo occidental.

De esas novelas que dan que pensar. Novela negra japonesa: ya saben, siempre distintas a las que tenemos más a mano. Siempre interesantes. Puro género interrobang.


4 comentarios:

  1. Los orientales tienen una manera diferente de contar, mucha más reposada, pero no por ello deja, a veces, de ser ominosa. No leí esta novela, pero no tiene mala pinta. Feliz año, Jordi.

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  2. Hola Jordi, lo primero, felicitarte y desearte un buen 2014.
    Por lo demás, creo que nunca leí este tipo de escritura oriental, si es como las pelis japonesas, tan exageradas la mayoría de las veces, me asustaré un poco, jejeje, aunque la reseña, aparte de recalcar que es oriental, habla de unos ingredientes que pueden llegar a gustarme.
    Tal vez sea ya la hora de que le eche un ojo a este escritor, aunque cuando vi su foto no sabía si era él o ella, vaya ojo tengo.
    Un saludo.

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    1. Ya sabes: todo lo oriental es distinto y, o te gusta a rabiar o no te dice nada.
      Saludos!

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