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lunes, 20 de julio de 2015

Tres abuelas y un cocinero muerto de Minna Lindgren

¡Que magnífica novela policiaca
hubiera podido ser!
Estamos ante una novela melodramática con tratamiento costumbrista desde un punto de vista cómico del que resulta un humor negro muy destacable y muy inteligente. La autora hace un trabajo encomiable al recoger conversaciones que van desde la ironía más mordaz al ingenio más naïf.

El título Tres abuelas y un cocinero muerto, la cubierta con sangre y la coletilla ‘De Finlandia llega la Agatha Christie del norte” es una hábil trampa para incautos, como yo, cuyo cerebro asocia los tres imputs y ve lo que querían que viera: una novela policiaca estilo Agatha Christie donde tres viejecitas tipo Miss Marple van a investigar el asesinato de un cocinero.

¡Interesante supuesto planteamiento!

Nada más lejos de la realidad. Todo un engañabobos bien orquestado. Lamentable el recurrir a estos artificios amañados para vender. Ni es una novela negra, ni policiaca, ni tampoco enigma. Ni tan solo es una novela de suspense. Aunque en algún momento apunte maneras no sigue ninguno de los caminos trazados que pudieran conducirla  a ser considerada una novela de género interrobang.

Y una vez más constatar que la mayoría de blogs no reseñan. Ni tan solo leen la novela. Se limitan a escribir lo que les llega sin contrastar veracidad o a copiar de otro y listo. Penoso.

Por lo demás y ya que la leído toda (solo faltaría que la trama criminal surgiese hacia el final, como ha hecho Isabel Allende en su Juego de Ripper, otra que tal) decir que resulta una novela entretenida, divertida y deprimente; aunque parezca contradictorio.

Y si bien al principio de la novela se creería que al final de nuestras vidas uno quisiera pasarlo con tan grata compañía en una residencia estación terminal como el Centro Residencial Geriátrico El Bosque del Crepúsculo, a medida que se avanza en su lectura se acaba conviniendo que casi mejor arrojarse al tren en dicha estación y acabar con dignidad antes que vilipendiado por intereses egoístas de cuidadores sin escrúpulos.

Efectivamente el cocinero Tero Lehtinen está muerto y eso es todo lo que vamos a saber, por lo que sin cocinero no vamos a cenar y sin intriga tampoco estaremos leyendo una novela policial. Si acaso una novela de patético costumbrismo y con una moraleja: que no falte la alegría ni las ganas de vivir.

Irma Lännenieimu de  92 años, Siiri  Kettunen de 94 años y Anna-Liisa de 93 años, son las tres ancianas (que no abuelas) protagonistas. Con una movilidad envidiable, por su edad, y una lucidez mental que ya quisieran para si muchos miembros, mucho más jóvenes, de gobiernos occidentales, sobreviven con habilidad a las aviesas y malosas maniobras a las que se ven sometidas en su centro de apartamentos alquilados donde no están internadas sino que viven libremente en una prisión.

¡Quiquiriqui! es su grito de saludo comprensiblemente oído por mucho ruido ambiente que las envuelva.

Minna Lindgren la autora
Y Döden, döden, döden (la muerte, la muerte, la muerte) su mantra para alejar penas y desdichas aunque se hable de difuntos y claro está, de muerte y aunque siendo finlandesas lo mencionen en sueco. Paradojas del bilingüismo que de eso en Catalunya sabemos un rato largo.

Ah! y si como invitados a merendar les ofrecen café y sexo, es en realidad un juego de palabras y lo que realmente le están ofreciendo es café y galletas.

Lo dicho: divertido canto a la vida, que tal como está de achuchada ya es mucho. Con enigma policial hubiera sido un 10.


Tres abuelas y un cocinero muerto es la primera novela de lo que su autora Minna Lindgren ha venido a llamar la Trilogía de Helsinki. Ni idea de que van a tratar las otras dos novelas, a lo mejor nos sorprende agradablemente y se ponen a investigar el asesinato del cocinero y se convierte en una apasionante novela policiaca.

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