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domingo, 17 de julio de 2016

Un hombre muerto de Ngaio Marsh

El juego del asesino
puede tener consecuencias funestas
El Juego del Asesino es un clásico que tuvo su momento de gloria antes de verse relegado por la múltiple y variada oferta de entretenimiento audiovisual pero que resurgió hace poco en versión juego de rol y más recientemente en vivo auspiciado por diversas iniciativas que ofrecen cenas y estancias en casas rurales donde practicarlo.

En síntesis consiste en seleccionar a un asesino entre los asistentes, sin que nadie más que el elegido lo sepa, y una vez cometido el crimen, de mentira, simular una investigación y/o una sesión judicial con interrogatorios que lleven al descubrimiento del culpable.

Se patentó como juego de sobremesa en 1944 por Anthony E. Pratt (comercializandose en 1948) con el nombre de Cluedo (del inglés clue pista y del latín ludo yo juego) y aún hoy se sigue vendiendo en este formato, y consiste en gestionar diversos personajes con nombre de color (¿no les viene a la cabeza Reservoir dogs?) hasta descubrir al asesino.

Y para jugar al Juego del Asesino es la razón por la que coinciden en una mansión inglesa el propietario y su sobrina y seis conocidos, invitados a un fin de semana de diversión y suspense cuando lo imprevisto sobresalta y alarma por igual: el muerto lo es de verdad. El juego ha derivado a delito. El crimen ficticio se ha materializado en el asesinato sangriento de uno de los invitados.

Un hombre muerto es el resultado inesperado de un juego de sociedad macabro.

El inspector de Scotland Yard Roderick Alleyn, que en esta novela se presenta y que será el protagonista habitual en las siguientes de la misma autora, emplea el método de la reiteración en las conversaciones con los sospechosos y la escenificación de los hechos ya que parte de la premisa de que todos siempre ocultamos algo, voluntaria o involuntariamente, y que la precisión con los pequeños detalles es la clave para desentrañar los misterios.

La autora Ngaio Marsh
Ngaio Marsh construye una novela policíaca en la época dorada de este género. Una atractiva oferta literaria hoy relegada, como el juego que da el pie al argumento, por parecer demasiado naïve ante la violencia desatada y la crítica implícita en la novela negra actual que ocupa mayoritariamente las preferencias editoriales y lectoras.

Novela enigma por excelencia con todos los guiños que le son afines a la clasificación del género escrita por la desconocida pero gran Ngaio Marsh que no se debería dejar de leer.

Es recomendable realizar un ejercicio previo de mimetización con la época en que fue escrita, recuerden 1932 y publicada en 1934, para entrar en ambiente y adecuar las expectativas.

La autora fue componente del cuarteto conocido como ‘Reinas del crimen’ junto a Agatha Christie, Dorothy L. Sayers y Margery Allingham y publicó un total de 32 novelas entre 1932 y 1982, año de su muerte.

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