Páginas

domingo, 2 de febrero de 2020

El rastro de la libélula de Giordano Merisi

Gol anulado por clarísimo
fuera de juego.

Una novela negra que relata el día a día de un periodista reconvertido a escritor y que trabaja desde casa y en casa.

Casado, tres hijos, una mujer que marcha por la mañana y regresa tarde, si no está de viaje, debe lidiar con sus hijos, hacer la compra y cocinar: generalmente pasta (no busquen recetas), no en vano es italiano, además de escribir si es que consigue centrar la atención.

Giordano Merisi está escribiendo la biografía del actual entrenador del Real Madrid Club de Futbol y durante el proceso que incluye entrevistas a familiares y charlas con el susodicho, desaparece la estrella del equipo: Jerónimo Jero Contreras, un joven jugador colombiano de gran proyección.

Mil y una hipótesis llenan los medios oficiales y los privados: prensa, televisión, radio y redes sociales, mientras dura su alarmante ausencia. Cuando se descubre el cadáver, Giordano recibe, por un lado, el encargo para escribir sobre el caso y, por otro una petición privada para intentar esclarecer lo sucedido ya que la conclusión policial no resulta del todo convincente.

La novela tarda bastante en abordar la trama criminal, inherente a toda novela negra, como se le supone. Y en ese largo acercamiento, entre dudas y excesivo caracoleo, toca y toca la pelota sin peligro con lo que es fácil desengancharse de la lectura.

Giordano Merisi, un seudónimo, el escritor de esta novela, escribe sobre sí mismo, ya que es el protagonista. Todo es ficción pero en toda ficción hay siempre una dosis de realidad y es que el autor (es) conoce el mundillo futbolístico al dedillo.

La información vertida, una recopilación de sospechas, sucesos, denuncias, acusaciones y sentencias, son localizables en periódicos ergo también por internet, por lo que convierten a la novela en un publirreportaje parecido a las charlas acodadas en barras de bares por hinchas futbolísticos que saben de alineaciones lo que no está escrito y de tácticas, que aún falta por escribir.

La trama mezcla personas reales con ficticias, aunque de algunas de las ficticias se llegue a desprender son reales con el nombre cambiado, pero no se compromete en nada respecto a la veracidad de hechos descritos lo que deja el mismo regusto ambiguo que sucede a una situación de casi pero no, como cuando se falla un penalti en tiempo de descuento y la grada volcada.

El rastro de la libélula pretende abrir tantos y tan distintos focos de interés que no logra que ninguno quede enfocado.

La forma de plantear el desarrollo tampoco ayuda y confunde; todo ese exceso de ruido blanco que supone los pensamientos del protagonista, sus preocupaciones domésticas y sus relaciones familiares y que en otro género serían deseables, suenan a escapatoria de lo que parece ser la única salida a una idea que no consigue constituirse en argumento noir y menos desarrollarse en una trama plausible y verosímil. Un partido mal planteado desde el inicio.

Si pretendían hacer un thriller acaban de hacerse un gol en propia puerta.

La promoción en la faja (entes directamente mentirosas o exageradas o cuando menos distorsionadoras del mensaje) de un pope de la novela negra española contemporánea me influyó a la hora de elegir este título, suponiendo que nadie presta su nombre en vano.

Pero probablemente su oficio le otorgue unas habilidades, de las que yo obviamente carezco y que le han permitido encontrar en esta lectura algo que yo no he logrado. Tal vez me sienten en el banquillo por no haber entendido las instrucciones del entrenador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario