Encerrados es un thriller noir, un juego escape room dentro de un ascensor donde el premio puede ser salir con vida. |
Una trama que se va cociendo a
fuego lento, y nunca tan bien dicho habida cuenta del calor que hace en un
ascensor cerrado con cuatro personas en su interior.
Y en capítulos alternos, otra
trama, la que resulta determinante para explicar la anterior.
Un thriller de suspense muy
bien dosificado que va traspasando la angustia, el sudor, la impotencia y la
rabia que exuda cada una de las personas encerradas en esa diminuta cabina metálica
a los lectores que pueden experimentar la misma claustrofobia y la misma
necesidad de salir.
Citados por un mensaje de
móvil sin especificar el motivo del encuentro, los cuatro trabajadores de una
empresa neoyorkina de inversiones suponen que se trata de algún tipo de
actividad team-building, de esas
pensadas para fortalecer los lazos entre miembros de un mismo departamento o
equipo y también para comprobar la capacidad de reacción ante situaciones
complejas.
Claro que la Dirección podría
haber elegido otro día y no un viernes noche para el que, cada cual, tenía
planes. Y entre estos no estaban jugar a un escape room tan surrealista como el que se les plantea a poco de cerrarse el ascensor.
Encerrados es
una consecuencia y es que en el depredador mundo de negocios que mueven mucho
dinero no hay amigos, solo socios de conveniencia.
Megan Goldin |
Megan Goldin maniobra
con habilidad esas actuaciones egoístas para retratar unos personajes
estereotipos de los que abundan en Wall Street. Y a partir de esas actitudes
siempre interesadas construye una historia, de la que nada se puede contar, que
lamenta como se toman decisiones arbitrarias con absoluto desprecio por todo
aquello que no sea llenar la cuenta bancaria y como esto afecta a quienes las
toman, hasta posicionar la deshumanización en lo alto de la escala donde rigen
unas reglas propias que no distinguen entre el bien y el mal.
Una novela con hechuras de
best-seller lo que implica necesariamente que sea ligera y ágil, que contenga
crítica social, pero superficial, sin embarrarse y que aporte un final
moralizante: todo acto tiene sus consecuencias.
Un thriller que permite al
lector ir unos pasos por delante y anticipar, sin poder intervenir, lo que va a
ir sucediendo. Más tensión imposible.
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