En esta novela hay muertes, varias; y hay homicidas, varios;
y asesinos, varios y todo responde a una búsqueda de la identidad perdida y a
un reflejo de la angustia que se padece cuando se busca y no se encuentra.
Busca Libia, busca Gabriel, busca Arturo, cada cual se busca a sí mismo y a otros, investigar para encontrar no es lo mismo que investigar para encontrarse; buscan todos y cada uno de los personajes secundarios que pueblan esta novela con la ansiedad propia de zombis necesitados de alimento.
Lo que
no dicen los muertos es una novela negra de realismo social de
actualidad; no recurre a artificios improbables con inteligencias de rango
superior ni asesinos hollywoodianos, solo necesita elegir un elenco de personas
existentes y coger sus vidas para convertirlas en protagonistas de una obra que
se adecúa a su perfil psicológico en su forma de ser, ajustada como un guante.
Es una novela donde abunda la brutalidad, no entendida como
grosera y cruel, que también, sino en su acepción de excesivo desorden de
afectos y pasiones.
Porque eso es lo que muestran los personajes: un
desconcierto de emociones, algunas debido a enfermedad otras a carácter
enfermizo. Los protagonistas principales, Libia y Gabriel, las exudan por los
poros de sus pieles, enfermas y maltrechas, que de por sí ya indican el origen
y la consecuencia de su desajuste emocional.
Al empezar la lectura se tiene la sensación de entrar en el cine con la película ya comenzada
Y así es porque así lo quiere su autor, José Manuel Fuentes
Muñoz: quiere que nos montemos en marcha para que participemos del vértigo del
viaje, del desconcierto que impregna el ambiente y lo vivamos en propia carne, como
uno más de los protagonistas y no seamos solo simples espectadores.
Una novela carente de paisajismo, ni interiores ni
exteriores; carente de pausas ¿para qué?, carente de descripciones más allá de
las imprescindibles para situar la acción en contexto; y por el contrario
pletórica de diálogos sordos o gritados y movimientos asociados a desplazamientos,
gestos y actos: un travelling permanente.
Léanla y experimenten su vértigo emocional, no se
arrepentirán.
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