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domingo, 20 de diciembre de 2020

Cava dos fosas de Félix García Hernán

La venganza es quizás el motivo más nutritivo para el género criminal. La venganza busca equilibrar el daño recibido infringiendo igual o más daño: amores despechados, delincuentes condenados, humillaciones profesionales, diagnósticos médicos erróneos… tantos y tantos motivos, con razón y proporcionalidad o no, buscan en la venganza su compensación que es lógico creer que esta sea inherente a la raza humana probablemente desde antes de que los homínidos anduvieran erguidos.

A finales de los ’70 y principios de los ’80 en la España de la Transición, había pistoleros como los que hubo en los años ’20, que sufragados, alentados y amparados, por poderosos reaccionarios con dinero o con posicionamiento casi o del todo intocable, administraban su justicia que condenaba todo atisbo de libertad que el régimen dictatorial tenía prohibido, a pesar de que este ya no ejercía, pero había quien quería que todo siguiera igual.

Una época convulsa que lamentó números actos violentos contra librerías, persecuciones y palizas a gente que respiraba vientos libertarios, fueran culturales o ideológicos y asesinatos de rivales políticos y sindicales; la depuración en la policía y en el poder judicial se producía en cuentagotas en la primera y aún hoy se sufre la inactividad de renovación del segundo.

De aquella época parte el argumento de Cava dos fosas, como novela negra, que inmediatamente gira a thriller para desaprovechar una buena ocasión crítica y enfoque más social para centrarse en los protagonistas y tomar la deriva más simple de generar y encadenar acción con acción. Un inicio prometedor de buena literatura se convierte en pseudoguión cinematográfico.

Una paliza con fatales consecuencias a una pareja de jóvenes homosexuales en el Parque del Retiro de Madrid por parte de un grupo ultranacionalista, exige a un joven Javier Gallardo a tomarse el caso casi como un tema personal y hacer de su resolución incluso motivo de insubordinación. Se trata de un policía convencido de que el aperturismo en el cuerpo es posible.

Pero todo pasado tiene incidencia en el presente y ahora un Javier Gallardo, que dobla la edad a aquel, se ve obligado a revisitar rincones de su memoria para intentar comprender como ha llegado a la situación actual y aceptar que la tortura psicológica es más difícil que soportar que la física.

Cava dos fosas es una historia de venganza que alterna dos tiempos narrativos, pasado y presente. Ambas estructuras se desarrollan linealmente no exenta de giros y sorpresas inesperadas para cumplir su función de thriller hasta que se resuelva el caso si es que lo consigue una investigación, ingeniosa y bien argumentada, lo mejor de la novela, que mantiene por si sola el interés ante los hechos consumados del pasado y los previsibles del presente.

Una narración sin concesiones a las florituras; que busca con un lenguaje directo provocar una sensación de claustrofobia, angustia y temor, sustentada por unos personajes muy carismáticos y entre quienes no ofrece muestras de predilección aunque haya quien se erija como líder.

Lo peor de la novela es la moraleja que se extrae de ver que a pesar de los años transcurrido estamos igual: palizas a colectivo LGTBI, rechazo de la democracia, poderes fácticos por encima de los legalmente constituidos, abuso de fuerza policial, prevaricación judicial, violencia de género, machismo…

Félix García Hernán ha escrito una obra dramática que gustará a crítica y público, que entusiasmará por su tensión pero que no dará satisfacción a quienes le pidan a la lectura un plus en trascendencia y denuncia.

Habrá que esperar a su siguiente publicación, Pastores del mal, ya anunciada, para ver hacia donde se inclina.

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