El asesino del tarot es una incipiente flor.
Debería dejar la reseña aquí; cualquier cosa a añadir sería
no solo redundante sino pernicioso. Pero para quien quiera sacar sus propias
conclusiones, diré que El asesino del tarot es una novela que narra un caso de
posible asesino en serie ya que deja unas señas de identidad en los cadáveres
muy peculiares.
La trama avanza de forma previsible no solo en los
sucesivos asesinatos sino en su final y no acaba de profundizar en aquellos
aspectos que se supone pretende denunciar como son el machismo y la corrupción.
Incluso el comportamiento en la comisaría resulta cuando menos desconcertante
por impropio y carente de la rigurosidad que entrañaría.
Pero la obra resulta inmadura. Poco o nada reposada; no ha
gozado del privilegio de pasar por unas manos que corrijan, adecúen el tono,
normalicen el redactado, pulan las expresiones, supriman las reiteraciones y regulen
su tempo.
La revisión de los párrafos fruto del conocimiento personal
o extraídos de material de consulta con la finalidad de integrarlos en el
contexto narrativo sin que denoten su condición, es algo que también se echa en
falta.
No desesperen, por suerte todo es mejorable. Y mientras
tanto, hay más lecturas.
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