Páginas

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Las agujas de la noche de Fernando Repiso

La perfección es subjetiva y por tanto no existe, ni quienes ejercen de policías la ostentan, por eso no hay que sobrevalorar esa condición y si, en cambio, meritar quienes sin aspirar a ella, incluso rechazándola, se comprometen con su responsabilidad hasta el final. Como si, sin saberlo, la persiguieran.

Iván de Pablos, inspector de policía, es un vivo ejemplo de esa dicotomía: es lo más alejado a lo que se podría entender académicamente como perfecto, lo más politicamente incorrecto, y sin embargo es un perfeccionista en su trabajo.

Adicto a diversas substancias legales e ilegales, y al sexo satisfactorio y compensatorio alejado de compromisos, debe resolver un caso que le toca de cerca ya que la víctima es un joven con cuyo marido, Iván había mantenido una relación sentimental que solo necesita una ligera chispa para prender de nuevo.

El cadáver se ha encontrado en un reservado de una sauna muy frecuentada, incluso por el mismo Iván, con la puerta cerrada por dentro. El asunto se presenta confuso y turbio y aún va a ir a más.

Pero para nada estamos ante una novela policiaca del género enigma con habitación cerrada. Las agujas de la noche es una novela negra atrevida, descarada y, si me permiten, muy necesaria en el panorama editorial actual, al que parece costarle salir de su zona de confort y apostar por iniciativas, como ésta, más arriesgadas y transgresoras.

Y es que el inspector Iván de Pablos, por si fuera poco su estilo de vida exageradamente desordenado y cortoplacista, es homosexual. Y el coctel resultante dibujan una personalidad que no acaba de ser bien vista entre sus compañeros, que si bastante hay con aceptar mujeres en el cuerpo solo faltan ahora los maricas.

La trama se desenvuelve a ratos más acelerada y otros más contemplativa, normal siendo quien la conduce alguien que tan pronto está bajo los efectos de una substancia espitosa como de otra relajante. Y eso acentúa su interés ya que así se concibe mejor como de estresada funciona la mente del inspector por si no tuviera bastante presión en el cuerpo, el suyo y el de policía, y con su círculo de amistades, su hijo adolescente, su exmujer y el marido de ésta que por más inri es el forense.

Julia, una inspectora catalana que ha recalado en Sevilla, es su compañera en este caso, y es de desear que en muchos otros, y aporta un contrapunto de frescura que equilibra el nivel de paranoia casi autodestructiva al que se podría llegar siguiendo a Iván a ciegas.

Una crítica a la homofobia, una sátira a la condescendencia con la que los políticos pretenden la foto y el voto, y una exposición al gran público de una realidad que para muchos aún resulta ofensiva e insultante pero que ahí está.

Fernando Repiso presenta una obra que, en una sociedad evolucionada, no debería escandalizar a nadie pero sobre la que mucha gente tendrá sus reservas: déjense de mojigatadas porqué si no la leen se van a perder una intensa novela negra.

“Nadie es perfecto”, le dice Osgood Fielding III a Jerry con lo que se cierra una gran comedia del cine como es Con faldas y a lo loco (Some Like it Hot), con un mensaje de lo más inclusivo y aprovecho para compartirlo y para cerrar también está reseña.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario