Pero el hecho de que una escort trabaje desde casa, con un
portátil y una cámara no significa que esté más segura. Quienes quieren hacer
daño físico siempre encuentran la manera de conseguir sus propósitos.
Así, con inicio dramatico, se ha encontrado el cuerpo desmembrado de una joven de ese gremio en un contenedor de Barcelona.
Un asesinato con firma: la de un pequeño origami en
forma de dragón. Las firmas son señal de mal agüero, suponen que el asesino
puede ser de los que repiten.
Xavi Masip, en su cuarta novela como protagonista, se encarga de la investigación, a su modo, sui generis, que a gente del cuerpo no gusta pero que calla ante su efectividad.
Él y su equipo deberán trabajar conjuntamente con
miembros policiales de Cadaqués por encontrarse allí otro cadáver que podría
tener misma mano ejecutora.
Rafa Melero, fidedigno al modus operandi de la policía nacional alejándola del cliché americano más proclive al individualismo justiciero, recurre esta vez a un argumento repleto de ingredientes de serie televisiva americana de solvencia contrastada y cuya lectura satisfará, como los macarrones, a casi todo el mundo.
Cibersexo, asesinatos de factura ritual y método con origami como firma, pueblo costero de gran belleza plastica al que añade un mosso trans, con intención de normalizar aunque con la insistencia puede llegar a parecer lo contrario, y no faltan los nubarrones en la cabeza de Masip.
Dragones de papel es una novela negra que se lee de un tirón. Su estructura y desarrollo tienen mucho de guion, nada raro en los tiempos que corren y es que hay que adaptarse a la demanda, donde prima la inmediatez y la proyección visual, por eso su lectura es tan fácil y colorida, como los macarrones.
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