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sábado, 20 de abril de 2024

Soy su silencio de Jordi Lafebre

Editado simultáneamente en castellano y catalán, es una obra que aporta frescor al panorama Noir del cómic local. Un Noir que ha sido generalmente secuestrado por arquetipos americanos.

Soy su silencio, Soc el seu silenci en catalán, es una joyita del género policiaco autóctono. Destaca por su original argumento y por la habilidosa forma de narrarlo que lo va desplegando a sorbos, como corresponde, ya que trata de los entresijos de una bodega familiar.

También destaca por el tratamiento del dibujo, de línea clara, delgada y simple; y de la imagen cercana al expresionismo cartoon propio del manga, pero tamizado por el carácter mediterráneo. Y no solo por los rostros, sino, además, y especialmente, por los gestos y las posiciones corporales que, de tanto dinamismo realista, las viñetas parecen pequeñas para contenerlas.

Y el color, de una gama tonal amplia, va ajustándose a cada ambiente y situación apostando por tonos pastel de suave calidez.

Y si a la vista resulta atractivo y gratificante, añadiendo el argumento y los diálogos se convierte en una lectura absolutamente adictiva.

Tanto por el tema, una investigación de asesinato, siempre interesante, como por su enfoque a partir del relato en primera persona mediante el recurso de flash-back en una consulta de psiquiatra.

Eva, doctora en psiquiatría, recibe la invitación, de su pacienteamiga Penélope, a pasar dos días en la finca bodeguera de Can Monturós, donde está previsto que se lea el testamento en vida de la anciana matriarca de la familia, una estirpe con intereses tan retorcidos como las vides que dan su cava. Serpientes de madera.

En la finca va a ir trabando conocimiento real de personajes que conoce de oídas, por las sesiones de terapia, y cuando se produce el asesinato se ve obligada a actuar, investigando en paralelo a la investigación policial, entre otras circunstancias porque está siendo considerada culpable.

109 páginas para deleitarse con cada viñeta y releer una y otra vez para seguir sorprendiéndose del habilidoso engranaje narrativo, cuyos giros y requiebros, mantienen secuestrado el interés lector.

Hay que agradecerle a Jordi Lafebre que haya aportado esta obra al mercado, que se ve rejuvenecido por ello, y hay que pedirle que retome a Eva y nos permita acompañarla en una nueva aventura.

Lean este cómic y anótenlo para regalar este próximo Sant Jordi. Triunfo asegurado.

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