Unos delincuentes que nos
dejan participar de sus vivencias y ganan nuestra empatía por parecer menos
malos en comparación con los peores
Es un engaño. Estamos
siendo manipulados. Ellos y los peores, son delincuentes y ante cualquier
atisbo de debilidad nos dispararán a la cabeza si dudar y sin inmutarse, por
tanto, ojo hacia quien dirigimos nuestras simpatías.
Troy Cameron sale de
cumplir once años de reclusión y como que en terreno pedregoso no se dan
flores, “es como si cultivaran chiflados en un invernadero”, no solo no
desembarca reconvertido, en el mundo real, sino dispuesto a dar un nuevo, gran,
golpe.
Uno que no puede fallar y
que le va a producir los dividendos suficientes para compensar tantos años de
encierro y le va a garantizar una vida de placeres por el tiempo que le quede.
Tiene al Greco como
contacto facilitador y cuenta con Diesel, un gigantón responsable y
respetuoso y con Mad Dog, alguien que cuando se le cruzan los cables se
convierte en un perro persiguiendo su propio rabo que va sulfurándose a cada
nuevo e improductivo giro.
Cada personaje actúa según
su propio código y tipifican distintos perfiles de criminales, a cuál más
interesante, que irán desarrollando en función de cómo se desencadenen los
acontecimientos.
Edward Bunker, su autor, exconvicto de reformatorios y centros penitenciarios, escribe sobre lo que, sobradamente, conoce y por eso consigue imprimir a su redacción tanto realismo.
Y lo ha hecho en novelas y
guiones e incluso en sus diálogos en sus participaciones en filmes, como el
breve pero conciso que suelta haciendo de Señor Azul en Reservoir Dogs.
Un estilo que puede
parecer áspero pero que no deja de ser el que sabe lo que vale un minuto de
libertad y no está dispuesto a perderlo en tonterías.
Sus personajes reflexionan
sobre aspectos sociales
Los diálogos que escribe son
vividos. Son los que él ha pronunciado y los que se suceden en el día a día de
las personas elegidas como referencia para crear los personajes y las
reacciones son viscerales porque responden únicamente al instinto de
supervivencia.
Sus personajes, los
ambientes por donde se mueven, sus pensamientos, sus necesidades, sus
relaciones, no es que sean verosímiles, es que son veraces.
El relato de Perro como perro dibuja una
imagen de la realidad contundente como un puñetazo y coherente con el camino
que cada cual ha decidido seguir. A veces sin haber tenido posibilidad de
elección.
Si son de novela negra sin
florituras, de quienes se iniciaron con el hard boiled, láncense sobre
esta novela como perro sobre un hueso y serán felices.
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