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jueves, 15 de mayo de 2014

Las serpientes ciegas de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí

El cómic arranca en New York, 1939, el año en que la Guerra Civil Española ha concluido, aunque igual que ella empezara en 1936: el año en que germinó el idealismo y empezaron las desavenencias.

New York es la ciudad en las que todos caben y todo cabe. Patria de expatriados. Lugar donde los sueños pueden despertarse en realidades.

Donde alguien, el hombre de rojo con perilla de chivo, acaba de llegar buscando a Ben Koach: un joven americano que dejó América en 1936 para viajar a Barcelona como militante de Las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española. Lo busca para saldar una deuda.

Donde Ben Koach, el ex-militante brigadista ya regresado, está a su vez buscando a alguien también para saldar una deuda y no piensa parar hasta lograrlo.

Donde federales al amparo de oscuras atribuciones y no menos oscuras intenciones buscan militantes del Partido Comunista Americano para frenar su expansión.

Las serpientes ciegas es una historia de persecuciones cruzadas y mucho más.
Una historia policial de intrigas políticas. Una novela negra dibujada que permite distintas lecturas todas de claro realismo social. Una historia sobre como el revolucionario se inmola en sus propios ideales para renacer convertido en el enemigo contra el que se levantó.

Felipe Hernández Cava
y Bartolomé Seguí
El mallorquín Bartolomé Seguí, dibuja un New York que acoge un mundo en si mismo y lo hace mostrando sus calles y su arquitectura y sus gentes anónimas que van saliendo de esa crisis económica denominada la Gran Depresión buscando tocar el cielo después de conocer el infierno.

El madrileño Felipe Hernández Cava, de pie, (cofundador de El Cubri) escribe un guión de novela negra para cómic; recrea las sensaciones y la atmósfera de una época donde explica las miserias humanas y las emplea como denuncia del peligro cuando los idealismos devienen totalitarismos.

Y lo hace estructurando la obra en 7 capítulos que alternan tiempo presente con flash backs: 1939 - 1936 - 1939 - 1937 - 1939 - 1938 - 1939 para volver al presente. Y lo hace viajando de New York a España, ida y vuelta, a través de la visión bélica de los brigadistas y de los locales, ya sean del POUM o de la CNT.

El salto temporal permite explicar como la ingenuidad se fragua en obnubilación mental, como se desencadena el horror y como se perpetra la venganza.

Y los colores de cada capítulo refuerzan esta evolución anímica, colores claros y trazo delgado y figurativo en los primeros capítulos para ir evolucionando a tonos más calidos que tornan a rojizos y negros al final con trazo más grueso y expresionista.

Las serpientes ciegas atrapa por su original enfoque de un tema, La Guerra Civil, cuando parece que ya nada puede sorprender en su recuerdo y por su apabullante y socarrón final a ritmo de jazz. Sin duda un gran cómic.

La curiosidad viene por conocer el significado del título y solo se me ocurre, igual totalmente desencaminado, que las serpientes ciegas no avanzan en zig-zag como es habitual en su especie sino siempre en línea recta y detectando el calor. Y de hecho es como avanzan los personajes de esta obra: siempre hacia delante y derechos al infierno.

Si alguien lo sabe o los autores leen esto y pueden aclararlo tienen la sección de comentarios a su disposición.

De Felipe Hernández Cava como El Cubri se habló  aquí al reseñar Sombras.

2 comentarios:

  1. Excelente álbum. Premio Nacional del Cómic si mal no me equivoco. Un "must buy" como dirían los anglosajones, y superior para mi gusto que las posteriores colaboraciones entre ambos autores.
    Un placer leerte como siempre, Jordi.

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    1. Efectivamente Roberto según las hemerotecas el album acumula un montón de premios y nominaciones: Premio al mejor álbum y mejor guión del Saló del Cómic de Barcelona de 2009; Premio Nacional de Cómic 2009; Premio de la Crítica 2009 al mejor álbum y al mejor guión; Premio del Diario de Avisos al mejor guión: seleccionado por los libreros franceses como uno de los 15 mejores álbumes del 2008...
      Un abrazo Roberto!

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