Páginas

martes, 12 de diciembre de 2017

A cada uno su propia muerte de Veit Heinichen

La violencia también se da
en lugares apacibles.
Trieste es la última gran ciudad oriental italiana, fuera de la bota y ya en el muslo de Europa, que mira al mar Adriático y queda recogidita por las fronteras con Eslovenia y Croacia.

Puerto tranquilo y atractivo para actividades lúdicas y pecuniarias, ya sean legales o ilegales que para decidirlo ya están los jueces. Pero cuando surge un problema y el implicado es un yate de lujo propiedad de Bruno de Kopfersberg, alguien de quien hace tiempo que se sospecha, se exige una participación policial rápida y eficiente que no es cuestión de generar alarma y ver reducido el nivel de ingresos por lo que se refiere a turismo principalmente.

El comisario Proteo Laurenti, un hombre recto y justo, agradable y educado, que sufre menos enfrentándose a un capo criminal que habiendo de prohibir a su hija que se presente a la elección de Miss Trieste, teniendo además a su esposa en contra, se encarga de la investigación.

Es un verano caluroso y la actividad policial, de hecho cualquier actividad, parece contra natura. Cualquier movimiento altera el ritmo cardíaco y genera transpiración, por suerte un chapuzón y unas cuantas brazadas propician el descenso de la temperatura corporal y permiten que la cabeza pueda pensar sin llegar a punto de ebullición.

En A cada uno su propia muerte los delitos se acumulan a medida que se profundiza en la naturaleza del caso que los ha iniciado; al asesinato le sigue posible blanqueo de dinero, negro por supuesto, corrupción e incluso trata de mujeres y tráfico de drogas. Distintas caras del poliédrico mundo criminal que por el entorno privilegiado en donde se desarrolla parece fuera de lugar.

Y no es que en las localidades agradecidas y apacibles no pueda haber delitos, pero su naturaleza oscura y violenta choca con la del lugar, tan luminosa y calma.

Veit Heinichen
Veit Heinichen escribe una de esas novelas casi más costumbrista que negra y desarrolla los personajes solo hasta lo imprescindible para justificar sus acciones.

Las vicisitudes familiares tienen tanto o más peso que las pesquisas policiales, lo que propicia que a la trama criminal le falte un poco de guindilla.

Primera de siete novelas protagonizadas por el Comisario Proteo Laurenti y que por el éxito internacional obtenido es de suponer que la serie mejora con las siguientes.

El conjunto resulta confortable, entretenido y divierte con sus exagerados comportamientos y aspavientos: tópicos a la italiana.

4 comentarios:

  1. Buena reseña. Por cierto, ¿has visto el catálogo de Siruela Policíaca del 2018? ¡Habrá que ir haciendo hucha! ¡Saludos,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Casi añoro los tiempos en que se editaba con cuentagotas: gastabas menos y tenías más tiempo para leer, ahora gastas más y aún y así no puedes abarcar todo lo que se publica.
      Me alegro que te guste la reseña, gracias!
      Saludos!

      Eliminar
  2. Algo he leído de novela negra italiana (aunque me temo que más antigua, algunas de Giorgio Scerbanenco por ejemplo) y me gusta ese toque costumbrista. Aceptaré tus recomendaciones encantada. Me quedo por aquí para seguirte. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Yolanda. Si te gusta ese toque italiano y costumbrista... conoces a Marco Valvaldi? tiene publicada una trilogia tierna y divertida con su asesinato que parece servido como un plato de pasta. En el blog están reseñadas las tres, puedes utilizar el buscador para localizarlas.
      Un abrazo!

      Eliminar