Francisco Paco Bescós coge carretera y desde los viñedos de Calahorra, en la Rioja Baja, que nos dio a conocer en El baile de los penitentes y luego en El porqué del color rojo y que se han quedado al cuidado de la teniente La Grande, enfila hacia Madrid.
El Madrid de barrios periféricos; el Madrid de bloques de pisos y polígonos industriales; el Madrid que sirve de arcén a la M-30. Un Madrid tan real como que se pueden recorrer e identificar todos los escenarios que actúan junto a los personajes.
Y en ese Madrid que no sabe que pertenece a la capital del
reino ubica una historia criminal que va creciendo, a medida que la trama avanza,
en interés y en tensión, empezando con casos del día a día policial para acabar
descaradamente como thriller conspiranoide de altos vuelos.
Una trama que el autor trenza hábilmente a partir de varios
hilos de distintos colores para formar una gruesa maroma que tiende entre dos
azoteas por la que hace andar, con riesgo mortal, a unos personajes que no
saben dónde van, pero si saben que no pueden detenerse.
La Ronda es una novela negra con una
trama formada por círculos concéntricos. Completado uno, aparece otro mayor. A
cada avance le sucede un nuevo misterio. Cada descubrimiento lleva de la mano
una nueva incógnita.
Francisco Paco Bescós emplea diversos recursos narrativos según convienen al argumento; así pasa de momentos de recogimiento emotivo compartiendo la sonrisa de José, entrañable evocación a Las manos cerradas, a otros de violencia extrema donde las pulsaciones de protagonistas y lectores se disparan sincrónicamente.
La historia que narra La Ronda tiene ecos de
antiguas obras de ciencia ficción que se presentaban en futuros lejanos
vestidos de cierta distopía, pero se diferencia en que es capaz de ubicarlo en
tiempo presente y ciudades reales.
De ahí que sea tremendamente inquietante pensar que se
pueda ser víctima sin razón aparente. Que la ciudadanía de pie, ajena a todo lo
que no sea subsistir en la periferia de una urbe, pueda ser objetivo de un
profesional y morir sin haber molestado nunca a nadie.
Leer La Ronda, es lo más parecido a estar atrapado en el círculo
más interior de en una rotonda de 8 carriles congestionados.
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