jueves, 8 de noviembre de 2012

El complot mongol de Rafael Bernal

El complot mongol es una magnífica novela negra mexicana escrita por Rafael Bernal (1915-1972) publicada en 1969. Es una novela que empieza en colores y acaba en blanco y negro.

De esas novelas que tiene la rara habilidad de convertir al lector en un paseante dentro del argumento, otorgándole el  privilegio de sentir y vivir como propio todo lo que allí sucede. Para deambular como alma sin pena, entre perdido y asustado cosido a la propia sombra de García.

Etiquetada como la novela inaugural del género policíaco en México, es sin embargo un policial más negro que el alquitrán al que utiliza como tinta indeleble para pintar en las paredes de la sociedad las reivindicaciones de un sentir popular desengañado. Es novela negra porque va más allá de lo policial y reflexiona sobre la vida y la muerte, sobre la culpa y la inocencia, sobre la corrupción y la ética, la soledad y el miedo.

El protagonista, Filiberto García, no es ni policía ni detective, es un matón a sueldo, que se autodefine como un fabricante de muertos por la forma como suele resolver los encargos. Trabaja para la policía que lo tiene en nómina para resolver asuntos delicados en los que la legalidad tiene dificultad para acceder.

Es de ese tipo de asalariados que ningún gobierno quiere pero que todo gobierno utiliza. Es el que limpia y saca la basura consciente de que alguien tiene que hacerlo, no fueran los demás a ensuciarse sus manos.

García es un rescoldo de la revolución que ya está de vuelta de todo, sus asesinatos no son más que fríos encargos que hay que cumplir y las mujeres, viudas por su culpa inclusive, cuerpos de los que disfrutar, hasta que su manifiesta misoginia encuentra la horma de su zapato en una joven oriental, Martita, que le voltea del revés su machismo radical al despertarle un incipiente y dubitativo romanticismo amparado por sentimientos de humanidad.

La china de Mao y posibles agentes de Mongolia Exterior podrían estar detrás de la planificación y financiación de un complot para acabar, en tierras mexicanas, con el presidente de los EEUU y de paso con el de México y como García se mueve bien entre chinos ya que conoce sus tiendas y su fumaderos de opio y frecuenta con asiduidad sus partidas de póquer en la Calle Dolores, el pequeño y miserable barrio chino de Ciudad de México, resulta la persona ideal para encargarle el desbaratamiento de la conspiración y la detención o exterminación de los implicados.

Pala amenizal la peliglosa conspilación oliental a García lo acompañan Graves un agente del FBI, al fin y al cabo es su presidente quien está en el punto de mira, y Laski un agente de la KGB que son quienes han levantado la liebre del atentado. Un magnífico encaje humorístico con las tres potencias mundiales que se disputan el mundo.

Parece un chiste malo: había una vez un chino, un gringo, un ruso y un mexicano.

Curioso grupo de personajes, inolvidables, dibujado en sus más mínimos hábitos a la perfección para que los identifiquemos fácilmente con las ideologías que representan. Curioso grupo para bailar un corrido balacero.

La acción transcurre en un México que todavía está somatizando el síndrome post revolucionario y poco después del asesinato de Kennedy en Dallas por lo que la paranoia conspiradora de nuevos atentados presidenciales remueve nerviosamente todos los estamentos gubernamentales y la novela aprovecha la coyuntura para criticar duramente la realidad social que vive el país.

La amargura por el inmovilismo desespera a una pobre población mientras los idealistas de la revolución ya han encontrado acomodo en las poltronas del poder y la corrupción vuelve a convertirse en la amante de la que nadie quiere prescindir.

Surge la vanidad del que nos quiere hacer creer que buscando su propio beneficio se está sacrificando por la patria.

Y García herido en lo más profundo de su ser por perder lo que todavía no ha tenido se lanza a destripar la conspiración resolviéndola al modo que le dicta su conciencia, ya que al parecer es lo único que le queda y es el único que parece tenerla.

Rafael Bernal ha escrito una novela que presenta una estructura narrativa novedosa y meritoria para la época y que consiste en ser contada a dos voces, la principal en tercera persona y en primera persona la subjetiva a través de los pensamientos de García no expresados en voz alta, monólogos interiores de un Pepito Grillo dual que recrea una amplia gama de tonalidades metafísicas en los que se cuestiona lo que hace y lo que no hace, comparando con lo que le gustaría hacer. Y no es una disgresión: es una disquisición.

Sobre todo cuando está con El licenciado, un abogado que pasa más tiempo ebrio que sobrio y que filosofa más que habla y cuando está con Martita, que es cuando entra en juego su desperación y desconcierto al toparse con algo tan extraño como son los sentimientos.

El lenguaje de la novela es mexicano y no castellano, lleno de giros coloquiales y expresiones de la calle pero no hay problema alguno en entenderla, al contrario, adaptarla sería un crimen. La trama resulta muy entretenida, dinámica y llena de humor negro con destellos al más puro estilo hard boiled con color local. Al acabarla no se puede por menos que gritar:

¡Pinche complot! ¡Pinches chinos! ¡Pinche García! ¡Pinche novela!
¡Pinches todos los que no la lean!

Para saber más y mejor sobre Bernal http://www.jornada.unam.mx/2011/06/26/sem-xabier.html

Post scriptum: una entrada posterior de este mismo autor en este mismo blog, aquí 'Tres novelas policiacas'.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Los ríos de color púrpura de Jean-Christophe Grangé

Hubo un tiempo, en la antigua Olimpia, en la que los atletas eran también músicos, poetas, artistas y filósofos. Cultivaban simultáneamente cuerpo y mente; eran hombres espirituales y deportistas lejos de los que hoy, si son intelectuales no levantan pesos y si son deportistas solo prueban la cultura, como los niños la verdura, a regañadientes y sin saborearla.
Pierre Niémans, rostro anguloso, gafas de montura metálica, fobia a los perros y pelo cortado a cepillo es teniente de policia de París y hombre de acción. Su comisario le envía a Guernon, un pueblecito cercano a Grenoble con una notable universidad, para hacerse cargo de una investigación de asesinato. Salta de la frenética macro urbe con violencia explosiva de corta mecha que él mismo a veces también experimenta y que le cuesta controlar, a un valle pacifico rodeado de altas montañas nevadas y cantarinas aguas donde la violencia se presenta en forma filosófica y poética pero no por ello menos letal.
Karim Abdouf es un alto policía magrebí, licenciado en derecho, con rastas, experto en boxeo tailandés, buen tirador y aspecto intimidatorio que se ha criado entre inmundicia humana con violencia barrio bajera y visceral y la entiende como un acto resolutivo de vive o muere. Rechazado por su gentilicio, su aspecto y su condición intelectual muy por encima de la media de sus compañeros vive destinado, muy a su pesar, en provincias donde recibe el encargo de investigar un desconcertante asalto en un colegio sin robo aparente en la pequeña localidad de Sarzac.
Tranquilas y pequeñas localidades distantes unos 250 kilómetros entre si, capaces de albergar en su intimidad un silencioso mundo de conspiraciones insospechadas. Por eso no hay que desdeñar nada, en cualquier caso policial cada elemento desempeña su papel. No hay casualidades ni detalles inútiles. Todo merece ser considerado.
Ni Pierre ni Karim tienen la más ligera idea de que sus casos, dos tramas que transcurren paralelas, acabaran conectados ni de como el horror es capaz de encontrar siempre un camino por donde manifestarse: “la especie humana es la única cruel consigo misma, la única que encuentra placer en hacer el mal”.
Los ríos de color púrpura, publicada en 1998 y ambientada en 1996, es una novela rica en matices, con un argumento sólido y profundo, donde cada capa es un sedimento de la historia. Todos los personajes presentan un interesante perfil psicológico y una fuerte personalidad, que transmiten a la novela dotándola de una energía y un ritmo narrativo que no da respiro alguno, por lo que resulta muy interesante y entretenida, y para nada simple.
Las localizaciones, los exteriores, las situaciones y las acciones son descritas con tanto realismo que el efecto que producen a nivel de imagen mental es de alto voltaje.
Jean-Christophe Grangé ha trabajado un argumento que no deja resquicio a la incongruencia, todo está atado y bien atado, y las explicaciones son coherentes a las situaciones sin coger nada por los pelos. Además, el autor, conocedor de que todo lector de género se dedica a hacer de detective, se divierte jugando a dejar miguitas de pan sin que eso suponga evidenciar lo previsible, ya que con giros insospechados tiende a superar las expectativas y logra mantener un interés constante y una tensión creciente hasta el mismísimo final.
Muy recomendable en general y en particular para empezar a tratar con este autor francés que en su país goza de un merecido prestigio traducido en éxito de ventas y en adaptaciones cinematográficas con actores de renombre. Aporta al género un enfoque diferente del habitual muy en esa línea en la que nos está acostumbrando el nuevo polar francés alejado de estereotipos pero de gran calidad y que o gusta o repele prácticamente sin término medio.

sábado, 27 de octubre de 2012

Los misterios de Oscar Wilde de Gyles Brandreth


Londres 1890

Oscar Wilde y una muerte sin importancia, Oscar Wilde y el club de la muerte y Oscar Wilde y la sonrisa del muerto, son los tres títulos traducidos al castellano de los cinco publicados pertenecientes a la serie Los misterios de Oscar Wilde, en donde este es el protagonista absoluto, del novelista Gyles Brandreth.

La primera de las novelas, el primero de estos misterios, acaece entre 1889 y 1890, recién creado el Departamento de Investigaciones Criminales de la Policía Metropolitana de Londres, que es cuando tiene lugar el encuentro casual, o no, de dos genios de las letras británicas cuya vida de ficción no tiene nada que envidiar a su vida real.

Por un lado Arthur Conan Doyle, médico escocés, felizmente casado y cuya  afición a la literatura le impele a escribir y como autor novel acaba de publicar Estudio en escarlata, donde presenta a un detective, Sherlock Holmes, con un peculiar método deductivo avalado por un curioso planteamiento del razonamiento, y del que está cosechando buenas críticas. En la segunda novela de esta serie de misterios, habiendo publicado ya  El signo de los cuatro conoceremos su insatisfacción por mantener al héroe y su deseo de terminar con el.

Y por el otro Oscar Wilde, dublinés, un ya reconocido y aclamado autor, bon vivant sublimado “Soy de gustos sencillos, Me contento siempre con lo mejor”, que está trabajando en la obra por la que será más recordado: El retrato de Dorian Grey.

Ambos quedan inmediatamente enlazados por una emotiva amistad y profundamente admirados de sus correspondientes habilidades y Conan Doyle decide que, como reconocimiento, creará un hermano mayor para Sherlock a imagen y semejanza de este genio creador que sublima en Wilde.

Robert Sherard, londinense, poeta, escritor y amigo de Oscar, y a la postre su biógrafo más autorizado, da cuenta de esa amistad en sus publicaciones a la vez que narra en primera persona una serie de hechos criminales a los que el ingenio de ambos, y la participación puntual de Conan Doyle, hizo frente y dio satisfactoria resolución.

Oscar Wilde, que es para quien se inventó el adjetivo hedonista: “la vida es la pesadilla que nos impide vivir”, y que tiene un agudo sentido del humor “tomaremos cualquier borgoña que nos recomiende el sommelier. Hoy me apetece vivir peligrosamente” es un gran amigo de sus amigos y un generoso artista de una sensibilidad exquisita con una gran capacidad de vivir el momento y que se nos revela con una capacidad de observación y de deducción razonada capaz de rivalizar con las de su admirado Sherlock Holmes, a quien ha escogido como maestro de ese arte con la secreta esperanza de superarlo y ser reconocido por ello.

Esto es lo que le acredita como el detective aficionado capaz de resolver los misterios y crímenes en los que Gyles Brandreth tiene a bien envolverlo.

Gyles Brandreth
Gyles Brandreth es el autor, el artífice de estas novelas, cinco hasta la fecha, en las que partiendo de personas y documentos reales y hechos socio políticos y culturales verídicos juega con la licencia poética del autor para incorporar elementos fantasiosos con los que crear unos argumentos de novela policial costumbrista que tienen en los actos, actitudes, pensamientos y modales de los protagonistas sus puntos más fuertes.


Constance y Cyryl

Oscar Wilde, Constance, Arthur Conan Doyle, Robert Sherard, Bram Stoker, Shara Bernard, todos personajes reales y todos influyentes, a su modo, y artífices de la historia que tienen los mismos vicios y virtudes que el resto de la humanidad, y que entrecruzan sus vidas para dar cuerpo a estas obras.

El resultado son unas novelas apasionadas, novelas de caracteres que cuentan además con una perfecta recreación de la sociedad y ambiente de la época victoriana que le confiere autentica calidad de fresco histórico. Imprescindibles para los amantes del costumbrismo y del género biográfico, obligatorias para todos los seguidores de la novela policial clásica y perfecta para los incondicionales de Sherlock Holmes, como personaje y como método.

Oscar Wilde y una muerte sin importancia
El martes 31 de agosto de 1889 Oscar Wilde descubre el cadáver del joven Billy Wood, en una casa donde tenía una cita y abandona el lugar presa del desasosiego. La impresión casi consigue descolocar a quien nunca pierde la calma ni la compostura “Los estados de ánimo no duran. Ése es su principal encanto” y cuando finalmente consigue ser otra vez responsable de sus actos regresa al lugar para descubrir con inquietud que no hay ni rastro del cuerpo. A instancias de su recién conocido Arthur Conan Doyle pone el asunto en conocimiento del inspector Aidan Fraser, amigo de este, para que inicie una investigación formal.

La primera de la serie y sin duda las más acorde a los cánones del género policial. Una investigación de avance progresivo, juego de espejos para reflejar falsos sospechosos y un desenlace al más puro estilo de novela inglesa de la época.

Oscar Wilde y el club de la muerte
El Club Sócrates es una excusa para pasar la jornada del domingo, que por ser el festivo antes de, tiene la capacidad de favorecer un estado de depresión que se acentúa a medida que se acaba el día. Oscar Wilde, no podía ser otro, celebra estas jornadas con una comida con sus amigos y entre las actividades que se inventa para pasarlo bien propone jugar al asesinato: cada uno de los presentes debe anotar de forma anónima en un papel el nombre de quien, presente o no en la comida, quisiera matar o ver muerto. Divertido juego de sobremesa que tiene el defecto de poder traspasar el concepto abstracto y materializarse en una macabra realidad donde se suceden los asesinatos.

Segunda novela de la serie que se presenta de forma inmejorable, empieza muy fuerte, pero que sufre para mantener el tono, aún y así tiene una factura muy elaborada y aunque más costumbrista que policial, con especial ahondamiento en la doble moral soterrada de la época, no defrauda.

Oscar Wilde y la sonrisa del muerto
Un periplo de Oscar como conferenciante por los Estados Unidos que indudablemente tiene su impacto emocional por la serie de aventuras vividas y las amistades trabadas, un regreso a Londres como puente transitorio para una larga estancia en París donde Oscar Wilde participa en una adaptación de Hamlet para el célebre empresario teatral Edmond La Grange cuando la compañía se ve sacudida por la inexplicable muerte por aparentes suicidios, que no evidentes, de personal allegado lo que genera un misterio que la mente de Oscar no puede dejar de investigar.

Tercera novela de la serie en la que la crítica social tiene gran expansión. La sociedad británica remilgada de puertas afuera, deja paso a la libertina de un París, que en plena efervescencia creativa potenciada por la ingesta de absenta y la cocaína es una olla a presión donde se cocinan emociones con placeres. La trama policial transcurre soterrada por el desborde de color de las fiestas de la ciudad de la luz aunque consigue ir ganando protagonismo y hacerse dueña de la situación.


Gyles Brandreth está demostrando, en su evolución desde la primera novela a la tercera, sentirse cada vez cómodo rescribiendo de forma novelada la historia. Falta conocer si esta tendencia sigue así en las dos obras aún no traducidas o por el contrario retoman la senda original de la serie donde la trama detectivesca tenía más peso.

Huelga decir que leídas de un tirón, ni tan siquiera el encantador y afable carácter de Oscar Wilde, soporta el envite. Respiren entre una y otra para no empacharse y para saborear mejor todo lo que se ofrece. Que es mucho.

Post Scriptum:

Oscar Wilde en su vida real como escritor también puso su granito de arena en la novela policíaca de la época. Un ejemplo lo pueden leer en el post dedicado a El crimen de lord Arthur Saville.

martes, 23 de octubre de 2012

Bookcrossing Interrobang Octubre

          Libros gratis para quien lo solicite primero y entienda que, como ofrecimiento altruista, lo enviaré por correo. Por lo que si llega, bien y si no llega, no llega. No se admiten reclamaciones. Sea como fuere el libro quedará liberado, que es la finalidad primera de la iniciativa Bookcrossing.

Consideraciones:

  1. En cada post solo se podrá optar a uno de los títulos por persona.
  2. Entrar en comentarios a que título se opta y esperar comentario respuesta de asignación.
  3. Enviar email a bloginterrobang@gmail.com para comunicar dirección postal donde recibirlo.
  4. Confirmar recepción respondiendo en el blog en el mismo post y en la misma conversación del primer comentario.
  5. Entrar en http://www.bookcrossing.com/ y registrar el libro en su diario de bitácora. Una vez leído puede quedárselo o volverlo a liberar o entregarlo a una biblioteca o a un colegio haciéndolo constar en la ficha bookcrossing del libro para conocer su periplo.

A leer y a disfrutar. La cultura no es un lujo, es un derecho.


El secreto de Chimneys
Agatha Christie
Editorial Molino
Selecciones de Biblioteca Oro, 156
Barcelona 1982

Sinopsis en:




Código azul
Andrew Gross
Ediciones Urano
books4pocket, Narrativa, 179
Barcelona 2007

Sinopsis en:



Fantasmes quotidians (Històries espantoses)
Andreu Martín
Editorial Planeta
Ramón Llull, Narrativa s/n
Barcelona 1996
(En catalán)

Sinopsis en:


jueves, 18 de octubre de 2012

La brisca de cinco de Marco Malvaldi

A la brisca, y a cualquier otro juego de cartas, le va bien amagar, fintar y dar pistas falsas, le va bien el engaño, pero lo que no es permisible, nunca ni bajo ningún concepto, es hacer trampas. Y en esta brisca, que se lee en lugar de jugarla, no hay juego limpio.
En el imaginario pueblo costero de Pineta, cercano a Livorno, en plena Toscana, nada lejos de Pisa, se ha descubierto un cadáver. En pleno agosto, con un calor de mil demonios. Y ante la jocosa ineptitud policial personalizada en el comisario Fusco, para conducir a buen puerto el asunto, Massimo Viviani, propietario del BarLume se ve impelido, por diversas motivaciones, a meterse en el asunto y darle solución.
La brisca de cinco que está estructurada como una novela policial, esconde en realidad una novela costumbrista a la italiana. Asesinato a la italiana. Con humor socarrón destapa de forma superficial, no hay crítica social reivindicativa, las miserias urbanísticas y personales que han hecho de un pueblo de pescadores un complejo turístico frecuentado por visitantes de bajo poder adquisitivo.
Toda la novela está impregnada de ese conocido humor a la italiana, de falso y exagerado dramatismo y de mucho cotilleo viperino, que hemos disfrutado en tantas y tantas películas con Marcelo Mastroiani, por ejemplo, como protagonista.
Además del citado Massimo y una escultural Tiziana, pelirroja con dos erguidas tetas capaces de tirar de cuatro carretas, que lo ayuda en el bar, están cuatro viejecitos que matan las horas sentados jugando a la brisca y criticando todo y a todos, y esperando ser servidos en lo que Massimo tenga a bien servirles.
Eso es así ya que Massimo sirve lo que cree adecuado al día, a la hora, al grado de humedad, a la temperatura ambiente y el tipo de cliente al que vaya destinada la consumición. Y no admite replica ni discusión alguna.
Marco Malvaldi (1974), el autor, se ha ganado el afecto de numerosos lectores con esta fácil comedieta negra que se yergue como la primera de una trilogía que tiene por epicentro el BarLume.
Con el personaje del propietario y a la vez camarero de un bar como detective accidental, que expone un nivel cultural superior a la media y muestra una capacidad de entendimiento y aplicación de la lógica en todas sus facetas vivénciales con lo que consigue darle nuevas alas a esta novela policíaca mediterránea que cada vez se enriquece más y mejor. Esperemos que en las próximas entregas los viejecitos obtengan el protagonismo que les corresponde, pues su potencial ni tan solo se ha rascado con la uña y es una lástima desperdiciarlo.

No busquen una obra para vibrar ni para guardar en la memoria, ya que lo que encontraran es solo para entretener y divertir, que con lo que anda por ahí ya es mucho. Tanto la prosa como la trama son sencillas y caseras lo que le viene al pelo ya que es una novela corta y de lectura ágil que no presenta complejidad alguna ni demanda lector cualificado, recomendable sobre todo para iniciarse.
Tenemos servido en la mesa, por su brevedad y si el símil gastronómico es permitido, un antipasto ligero pero sabroso.

Para el 23 de este mes de octubre se espera en la sección de novedades la segunda entrega: ‘El juego de las tres cartas’ donde un asistente a un congreso de química aparece asesinado, aunque el crimen sea solo de nuevo una excusa para profundizar en los usos y maneras de una pueblerina forma de vivir... a la italiana.
Ci vediamo dopo!

Post scriptum: las reseñas de las siguientes novelas de la saga ya están disponibles también en este blog:

2. El juego de las tres cartas
3. El rey de los juegos