Hay que ser muy fuerte para reconocer que se es débil. |
River es de esas series solo aptas para los que buscan productos alejados del circuito más comercial. Es una serie que puede inducir a la somnolencia y en
el peor de los casos al coma para quienes no estén dispuestos escuchar la voz
del silencio.
Así, si se supera esa criba y se traspasa la barrera en la que el medio le da al espectador todo mascado es fácil adentrarse en una historia que aúna varias
visiones de la realidad criminal y que engrandece al género al permitir vibrar
con cada secuencia y con la magnífica interpretación.
Es una serie con diversas capas, como las cebollas, y con
profundidad argumental radiografiando, casi a nivel de docuficción, el trasfondo del drama social que supone ser inmigrantes aspirantes a ciudadanos de pleno derecho.
En esta serie no solo es bueno lo que se ve y lo que se
dice sino también lo que se no se muestra y lo que no se oye: eso es lo que nos
permite reconocer que estamos ante un muy buen guión (a cargo de Abi Morgan) y
las series con un buen guión consiguen además de entretenimiento trascender el
maniqueísmo asociado y no se cortan por mostrar la imperfección primando la
ética sobre la estética.
El departamento de policía está de duelo, la inspectora Jackie
Steve Stevenson (interpretada muy convincentemente por Nicola Walker) ha sido asesinada en plena calle de un
disparo a la cabeza casi a bocajarro y no hay nada más urgente que solucionar
este caso y encontrar a quien la mató.
John River (un actorazo: Stellan John Skarsgård) es el inspector punta de lanza de la
investigación y, a pesar de su peculiar y antisocial carácter, no va a dejarla hasta resolver el caso ya que además le toca de cerca.
John River ve muertos, literalmente, con los que se ha
relacionado en vida y habla con ellos en un plano de igual a igual en cualquier
momento y lugar lo que le induce a actuar a ojos de los demás como si estuviera
loco.
La serie es un drama policial de la BBC (calidad
asegurada) que se vale de la investigación de asesinato para presentar la
fragilidad emocional de su protagonista (una más que destacable interpretación
de Stellan Skarsgard) y su lucha diaria por superar su carácter antisocial no
elegido voluntariamente sino provocado por su incapacidad para gestionar sus
cargas emocionales lo que le convierte en un ser atormentado que parece cargar
sobre sus espaldas con toda la desolación de la humanidad.
Hay que ser muy fuerte para reconocer que se es débil.
Seis episodios que ahondan en la psicología de los
personajes, que desnudan sus sentimientos y sus relaciones, que muestran el
lado más humano de cada uno de ellos y por ende sus debilidades e
insatisfacciones que se extienden y prolongan en el tiempo, desde antes de la
serie y en cuanto esta acaba, siendo toda ella un breve paréntesis en sus
vidas. Seis episodios para investigar un asesinato localizando al culpable y
entendiendo los motivos. Seis episodios para descender un peldaño en la escala
de ciudadanía y entender quienes deciden.
Una serie que impele a reflexionar sobre los conceptos de
soledad e infelicidad de los que tanto se habla y tan poco se conoce y con un
final absolutamente impagable, para ver una y otra vez, lleno de optimismo en
un claro homenaje a la vida.
Tina Charles – I love to love (but my baby loves to
dance)